"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 10 de noviembre de 2018
RICARDO CASTILLO
El que no es cabrón no es hombre
La
suerte le dio el martillazo a su cochinito, sacó sus ahorros y acabó
de mandarme a chingar a mi madre.
Si seré
pendejo.
No son
épocas de echar el rol con contemplaciones, de
jugar al buen amigo con el pellejo.
La
ciudad no da la mano, no abre las piernas, tira patadas
como monito de futbolito.
(15 de
abril, a la primavera le aprietan los choclos, trae la lengua
de corbata como si le hubieran robado
toda
su crema, toda su nata)
Salgo a
la calle y no me queda otra que rumiar, que chupar
calcio en la Avenida Alcalde.
Mi
corazón echa vinagre, mi esqueleto se marea, el muy
puto se lleva las manos a la cabeza
y dice
que la muerte es un puchero sentimentalón difícil
de tragar como el pinole.
Camino
de a gallinita ciega.
La
tranquilidad de las 6 de la tarde me pega en las
costillas seis campanazos en todo lo alto.
Esta
tranquilidad es una macana lista para cualquier
mandado;
las
moscas que atormenten la seguridad del sistema
tendrán
que vérselas con el Borra-Manchas.
Caminen
pajaritos, circulen por favor.
Y sigo,
las mujeres están buenas y frías como sorbetes,
no
quieren acostarse con uno, no se atreven siquiera a
meter la mano por la bragueta.
Oh, oh
desolación (esta risa es de pendejo).
Y qué
pinche embuste,
qué
momento para estar chingando a mi madre.
Si seré
pendejo, si me faltará muchísimo para cabrón.
De: “El Pobrecito señor X”
ANA ROSETTI
Si al
apagar las luces te invadía el terror
de que mientras durmieras la belleza
podría acometerte.
Si infatigablemente inaugurabas nombres
y a todo sortilegio prestabas tus oídos.
Si te cuidabas tanto en elegir los dedos
que tallo o mariposa tocarían
como si algún acorde de ello dependiera.
Si a escondidas, leyendo, con pervertidos príncipes,
apasionados mártires y almas de atormentados
el pacto establecías de una rara alianza.
Si acechabas collares de continuo
pues gustabas probar el sabor de las gemas,
biselados confites convertidos en ascuas
por tu boca.
Sí te fingías enfermo
para, en vez de jugar, a tus desmesurados
dominios acudir y disponer cortejos
o banquetes, o asaltos, y perpetrar delito
y hermosura en baúles y árboles.
Si entregado a ti mismo decías ser feliz
aun cuando, suntuosa, la tristeza vagaba
por tus ojos, desconocido mío,
afortunado fue que no te presintiera.
Pues de la soledad era yo soberana,
tenía todo un atlas pintado en el jardín
y el atrevido espejo que igualarme pudiera,
que pudiera doblar, extender los confines
de mi íntimo reino, me hubiera, irremediable,
aniquilado.
Incapaz de adorar lo que a mí se asemeja,
despiadada y tenaz te hubiera combatido.
Pero si derrotada
me fuera insoportable someterme,
vencedora, perdiéndote, no lo resistiría:
Son débiles corazas el amor y el orgullo.
Desconocido mío, afortunado es
que todavía te sueñe.
de que mientras durmieras la belleza
podría acometerte.
Si infatigablemente inaugurabas nombres
y a todo sortilegio prestabas tus oídos.
Si te cuidabas tanto en elegir los dedos
que tallo o mariposa tocarían
como si algún acorde de ello dependiera.
Si a escondidas, leyendo, con pervertidos príncipes,
apasionados mártires y almas de atormentados
el pacto establecías de una rara alianza.
Si acechabas collares de continuo
pues gustabas probar el sabor de las gemas,
biselados confites convertidos en ascuas
por tu boca.
Sí te fingías enfermo
para, en vez de jugar, a tus desmesurados
dominios acudir y disponer cortejos
o banquetes, o asaltos, y perpetrar delito
y hermosura en baúles y árboles.
Si entregado a ti mismo decías ser feliz
aun cuando, suntuosa, la tristeza vagaba
por tus ojos, desconocido mío,
afortunado fue que no te presintiera.
Pues de la soledad era yo soberana,
tenía todo un atlas pintado en el jardín
y el atrevido espejo que igualarme pudiera,
que pudiera doblar, extender los confines
de mi íntimo reino, me hubiera, irremediable,
aniquilado.
Incapaz de adorar lo que a mí se asemeja,
despiadada y tenaz te hubiera combatido.
Pero si derrotada
me fuera insoportable someterme,
vencedora, perdiéndote, no lo resistiría:
Son débiles corazas el amor y el orgullo.
Desconocido mío, afortunado es
que todavía te sueñe.
SEBASTIÁN CORREA POSADA
Mañana de cumpleaños
La
mariposa
bordeó
la mesa y el café
parecía
darle un beso en la mejilla
y se
fue
lentamente
en un silencio denso
la
sonrisa se formó
una
lagrima
dulce y
salda
asomó
por su ojo
entre
su rímel negro tan perfecto
y me
abrazó
yo
pensé,
el
cielo vino a saludarla
SULLY PRUDHOME
Un sueño
Me había muerto, y entraba en la tumba,
donde sueñan todos mis antepasados.
Dijeron: «La pesada noche parece estremecerse.
¿Será que se aproxima una antorcha,
señal de la nueva era que espera nuestro eterno hastío?»
«No dijo mi padre, es el niño; ya os había hablado de él.
«Aún estaba en la cuna. Ignora si llega a nosotros
joven o cargado de años.
Mis cabellos son rubios todavía.
Tal vez los tuyos estén ya blancos, hijo mío.»
«No, padre. Caí pronto vencido, en el camino de la vida,
sin que mi alma se hubiera saciado aún.
Muero, y todavía no he vivido.»
«Esperaba tener a tu madre a mi lado.
¡La estoy oyendo gemir allá arriba!
Ha llorado tanto sobre mi losa
que sus lágrimas han llegado a mis labios.
«Tras muy largos amores, nuestra unión fue muy corta;
todas sus gracias están ya marchitas...
La reconoceré siempre.
«Mi hija conoció mi rostro. ¿Se acuerda de él?
Ella ha cambiado. Háblame de su matrimonio y de mis nietos.»
«Tan solo tienes uno.» «Pero ¿y tú?,
¿no tienes familia también? Cuando se muere joven
es porque se ama. ¿Qué echarás de menos aquí?
«He dejado a mi madre y a mi hermana
y los hermosos libros que leí. No tienes nuera, padre.
Una vez lastimaron mi corazón y ya no he vuelto a amar.»
Cuenta el número de tus antepasados,
besa sus frentes desconocidas y ven a hacer tu lecho aquí,
en la sombra, junto a los últimos que llegaron.
«No llores; duerme en la arcilla,
en espera del despertar supremo.»
«¡Oh, padre mío! ¡Es tan difícil no acordarse del sol!»
Versión de Max Grillo
JUAN DOMINGO AGUILAR
Las madres cansadas
Una patria Señor, una
patria pequeña, como un patio o una grieta en un muro muy sólido. Una patria
para reemplazar a la que me arrancaron del alma de un sólo tirón.
María Teresa León
Quiero
ser todas las madres
todas
las mujeres que parieron
sobre
este lugar a sus hijos
los que
trabajaron el campo
quiero
ser todas las madres
todas
las mujeres que parieron a las trabajadoras
todas
las mujeres que cantaron un himno
con la
voz clara
ya no seremos pobres
quiero
ser todas las madres
todas
las mujeres que alumbraron soldados
que
volvieron de la guerra que cantaron un himno
con la
voz alta
no queremos más pistolas
quiero
ser todas las madres
todas
las mujeres que empuñaron un fusil
fotógrafas
maestras reporteras
actrices
músicas poetas
todas
las madres
que
ahora sirven de cultivo
para la
tierra que sus hijos trabajan
quiero
ser todas y cada una de las madres olvidadas
que
yacen bajo las lápidas de este país
ESTEBAN LÓPEZ ARCIGA
La bestia responde
Me da
asco
desgastados
que cantan aedas
y yo
sin saberlo
apenas
me ponen nombre
y es de
culpas
no me
queda más que cantar a mí
pero a
estas alturas está de más
porque
lo mismo da Dios
que lo
que da el otro
y da la
nada
al
final de los tiempos el mi tiempo reinante
es una
indulgencia que aprenderás a añorar
aunque
no me creas
nada
hubiese cambiado
si el
segundo hubiese muerto en cruz
en
cuanto más se intenta recordar más se olvida
y el
polvo…
tan siquiera
el polvo…
no
importa
lo
mismo da si te lloro
pero
¿me
darías un nombre
para
rezar
y
rezarte
esta
noche?
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