domingo, 23 de marzo de 2014

JOSÉ HIERRO



Luna



Pandereta de siglos para dormir al hombre
preso en el corazón mudo del universo.
Media manzana de oro para que el niño coma
hasta sentirse eterno.

          Árboles, puentes, torres, montes, mares, caminos.
Y todo a la deriva se irá desvaneciendo.
Cuando ellos ya no vivan, en el espacio, libre,
tú seguirás viviendo.

          Y cuando nos cansemos (porque hemos de cansarnos).
Y cuando nos vayamos (porque te dejaremos).
Cuando nadie recuerde que un día nos morimos
(porque nos moriremos),

          pandereta de siglos para dormir al hombre,
media manzana de oro que mide nuestro tiemo,
cuando ya no sintamos, cuando ya no seamos,
tú seguirás viviendo.




MIGUEL DE UNAMUNO Y JUGO




Hasta que se me fue no he descubierto



Hasta que se me fue no he descubierto
Todo lo que la quise;
Yo creía quererla; no sabía
Lo que es de amor morirse.
Era como algo mío entonces, era
Costumbre... que se dice...;
Pero hoy soy suyo yo, soy de la muerte
A quien nadie resiste.

Al irse nació en mí... ¡no!, que en torturas
En ella nací al írseme;
Lo que creí yo sueño era la vela;
He nacido al morirme.

Por fin ya sé quién soy... no lo sabía...
¿Lo sé? ¿Quién sabe en este mundo triste?
¿Hay quién sepa lo que es saber y entienda
Lo que la nada dice?

Mi madre nació en mí en aquel día
Que se me fue Teresa... Madre, dime
De dónde vine, adónde voy perdido,
Por qué al amor me diste...


PEDRO SALINAS



Cuando te marchas, qué inútil buscar


¡Cuando te marchas, qué inútil
Buscar por donde anduviste,
Seguirte!
Si has pisado por la nieve
Sería como las nubes
-Su sombra-, sin pies, sin peso
Que te marcara.
Cuando andas
No te diriges a nada
Ni hay senda que luego diga:
"Pasó por aquí."
Tú no sales del exacto
Centro puro de ti misma:
Son los rumbos confundidos
Los que te van al encuentro.
Con la risa o con las voces
Tan blandamente
Descabalas el silencio
Que no le duele, que no
Te siente:
Se cree que sigue entero.
Si por los días te busco
O por los años
No salgo de un tiempo virgen:
Fue ese año, fue tal día,
Pero no hay señal:
No dejas huella detrás.
Y podrás negarme todo,
Negarte a todo podrás,
Porque te cortas los rastros
Y los ecos y las sombras.
Tan pura ya, tan sin pruebas
Que cuando no vivas más
Yo no sé en qué voy a ver
Que vivías,
Con todo ese blanco inmenso
Alrededor, que creaste.





JOSÉ ZORRILLA Y MORAL







Corriendo van por la vega
A las puertas de Granada
Hasta cuarenta gomeles
Y el capitán que los manda.
Al entrar en la ciudad,
Parando su yegua blanca,
Le dijo éste a una mujer
Que entre sus brazos lloraba:
"Enjuga el llanto, cristiana
No me atormentes así,
Que tengo yo, mi sultana,
Un nuevo Edén para ti.
Tengo un palacio en Granada,
Tengo jardines y flores,
Tengo una fuente dorada
Con más de cien surtidores,
Y en la vega del Genil
Tengo parda fortaleza,
Que será reina entre mil
Cuando encierre tu belleza.
Y sobre toda una orilla
Extiendo mi señorío;
Ni en Córdoba ni en Sevilla
Hay un parque como el mio.
Allí la altiva palmera
Y el encendido granado,
Junto a la frondosa higuera,
Cubren el valle y collado.
Allí el robusto nogal,
Allí el nópalo amarillo,
Allí el sombrío moral
Crecen al pie del castillo.
Y olmos tengo en mi alameda
Que hasta el cielo se levantan
Y en redes de plata y seda
Tengo pájaros que cantan.
Y tú mi sultana eres,
Que desiertos mis salones
Están, mi harén sin mujeres,
Mis oídos sin canciones.
Yo te daré terciopelos
Y perfumes orientales;
De Grecia te traeré velos
Y de Cachemira chales.
Y te dará blancas plumas
Para que adornes tu frente,
Más blanca que las espumas
De nuestros mares de Oriente.
Y perlas para el cabello,
Y baños para el calor,
Y collares para el cuello;
Para los labios... ¡amor!"
"¿Qué me valen tus riquezas
-Respondióle la cristiana-,
Si me quitas a mi padre,
Mis amigos y mis damas?
Vuélveme, vuélveme, moro
A mi padre y a mi patria,
Que mis torres de León
Valen más que tu Granada."
Escuchóla en paz el moro,
Y manoseando su barba,
Dijo como quien medita,
En la mejilla una lágrima:
"Si tus castillos mejores
Que nuestros jardines son,
Y son más bellas tus flores,
Por ser tuyas, en León,
Y tú diste tus amores
A alguno de tus guerreros,
Hurí del Edén, no llores;
Vete con tus caballeros."
Y dándole su caballo
Y la mitad de su guardia,
El capitán de los moros
Volvió en silencio la espalda.



EMILIO PRADOS




El corazón mágico



Abrí la caja de los peces
y se cuajó el cielo
de luceros verdes...

¡Dadme ni doble aparejo,
con su compás de caña
y con su doble anzuelo!...

(Abrí la caja de los peces,
y se cuajó el cielo
de luceros verdes.)

¡Dejadme dormir!...
   ¡Silencio!...
¡Dejadme dormir abierto!
            


LUZ MARÍA JIMÉNEZ FARO




Ángeles sin alas



Hay pensamientos locos que habitan la memoria,
y ausente de memoria un viejo tiempo loco.
Hay amores que vuelven a la memoria rotos,
y un tiempo de memoria tenaz y duradero.
Lo inmediato se pierde, se archiva en la memoria.
Tras la memoria vive aquello que se olvida,
y malgastan algunos sus memorias de humo,
Nombres en la memoria quedan desdibujados,
y un solo nombre puede cubrir una memoria.
Fugaz, como una rosa, la memoria sucumbe,
y es sólo la memoria lo que nos sobrevive.
Imágenes lumínicas se encienden, se agigantan
sobre la fértil gleba de un predio de memorias.
Y en la memoria crece un campo de exterminio
por cada humano error, por cada desengaño.
Memoria en la palabra es el verso que escribo.
Y escribo sobre el agua que inunda la memoria
en este río-vida que nos lleva al olvido.
Tras las memorias muertas hay ángeles sin alas
que jamás lograrán su asunción a los cielos.



De “Amados ángeles”