
"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 7 de agosto de 2016
ALÍ CHUMACERO
Espejo de zozobra
Me miro frente a mí, rendido,
escuchando latir mi propia sangre,
con la atención desnuda
del que espera encontrarse en un espejo
o en el fondo del agua
cuando, tendiendo el cuerpo, ve acercarse
su sombra, lenta e inclinada,
a la suprema conjunción
de dos pulsos perdidos en sí mismos,
como doble sueño o palabra
inserta en eco hasta llegar
a la primera orilla del silencio.
En espejo de sueños estoy junto a mí mismo
y mi imagen se asoma alargando los brazos,
buscando asir lo inasidero,
lo que dentro de mí resuena
como sombra apresada en las tinieblas
que quisiera hallar una luz
para poder nacer.
Estoy junto a la sombra que proyecta mi sombra,
dentro de mí, sitiado,
intacto, descansando leve
sobre mi propia forma: mi agonía,
y en vano quiero ya cerrar los ojos,
dejar los brazos a su propio peso
o que el agua del silencio lave mi cuerpo,
pues ya mi sueño frente a mí me nombra,
ya destroza el espejo en que se guarda
y reclina su voz sobre la mía:
ya estoy frente a la muerte.
Me miro frente a mí, rendido,
escuchando latir mi propia sangre,
con la atención desnuda
del que espera encontrarse en un espejo
o en el fondo del agua
cuando, tendiendo el cuerpo, ve acercarse
su sombra, lenta e inclinada,
a la suprema conjunción
de dos pulsos perdidos en sí mismos,
como doble sueño o palabra
inserta en eco hasta llegar
a la primera orilla del silencio.
En espejo de sueños estoy junto a mí mismo
y mi imagen se asoma alargando los brazos,
buscando asir lo inasidero,
lo que dentro de mí resuena
como sombra apresada en las tinieblas
que quisiera hallar una luz
para poder nacer.
Estoy junto a la sombra que proyecta mi sombra,
dentro de mí, sitiado,
intacto, descansando leve
sobre mi propia forma: mi agonía,
y en vano quiero ya cerrar los ojos,
dejar los brazos a su propio peso
o que el agua del silencio lave mi cuerpo,
pues ya mi sueño frente a mí me nombra,
ya destroza el espejo en que se guarda
y reclina su voz sobre la mía:
ya estoy frente a la muerte.
HEBERTO PADILLA
Pausa
Abro el periódico
las puertas
respiro
y conmigo respira este jardín
cerca del mar
y el árbol detrás de la ventana
se mueve
con el ritmo de mi respiración
El día de ayer
ya es ruina
y el espasmo de ayer:
piedras que tiemblan
ruinas.
Ahora duerme
a pierna suelta
el hombre rana
El espía desayuna contento.
despreocupado
-todas las claves fueron descifradas-
en tanto que
el radar gira en la torre
parece que aletea
contra la superficie impávida del cielo
Abro el periódico
las puertas
respiro
y conmigo respira este jardín
cerca del mar
y el árbol detrás de la ventana
se mueve
con el ritmo de mi respiración
El día de ayer
ya es ruina
y el espasmo de ayer:
piedras que tiemblan
ruinas.
Ahora duerme
a pierna suelta
el hombre rana
El espía desayuna contento.
despreocupado
-todas las claves fueron descifradas-
en tanto que
el radar gira en la torre
parece que aletea
contra la superficie impávida del cielo
De: "El hombre junto al mar"
ELSA LÓPEZ
Sabía
que vendrías.
Que tu barca de acero encallaría en el fondo
entre las plataneras.
Que subirías la cuesta hilada de mocanes
por aquel caminito en forma de culebra.
Que primero llegaría tu cabeza,
luego el cuello,
los hombros,
tu espalda contra el risco y los dragos del lomo,
el beso adormecido.
Te quiero, me dirías.
Que tu barca de acero encallaría en el fondo
entre las plataneras.
Que subirías la cuesta hilada de mocanes
por aquel caminito en forma de culebra.
Que primero llegaría tu cabeza,
luego el cuello,
los hombros,
tu espalda contra el risco y los dragos del lomo,
el beso adormecido.
Te quiero, me dirías.
De: "Del amor imperfecto”
JOSÉ LANDA
(...)
El
correr de un brazo de río entre los platanares,
el pasto en el festín de los anfibios,
el sudor como una caricia en las
espaldas,
los muchachos que salen a orinar en el
solar oscuro
de
sus familias a medianoche,
el recuerdo de una emoción de pájaro en
el vientre,
el tacto de una tortuga al fondo de un
aljibe,
el horizonte en calma hacia el sur del
rancho,
el gemir de los amantes del monte,
las bestias que sueñan con el fuego.
Todo esto viene a poblar las horas de una
noche
insomne
sólo porque alguien con olor a lluvia nos ha
mirado
desde lejos.
VICENTE NÚÑEZ
Todo
en tu amor dolíame
Todo en tu amor dolíame
como un puñal ardiendo;
un revólver sonoro,
una tortura de instrumentos.
Las rosas, el champán...,
-¿te duele?-, el gesto
tuyo, como de alondra
que me abrasaba de tu aliento.
Dispara ya, y abrázame,
que estoy dispuesto
a todo, y se hace tarde
para morir. Soy lento.
Todo en tu amor dolíame
como un puñal ardiendo;
un revólver sonoro,
una tortura de instrumentos.
Las rosas, el champán...,
-¿te duele?-, el gesto
tuyo, como de alondra
que me abrasaba de tu aliento.
Dispara ya, y abrázame,
que estoy dispuesto
a todo, y se hace tarde
para morir. Soy lento.
De: "Ocaso en Poley"
DIONISIO RIDRUEJO
Es,
si en olvidos dolorosos entro,
tu voz jamás oída la que grita.
Fuiste eterno después y eterna cita
que no cumplió el minuto del encuentro.
Como órbita turbada por su centro
que en fugas torna y el contacto evita,
con la certeza del amor escrita,
vivías lejos y latías dentro.
Ni caricia ni voz se conocieron,
ni el aire sospechó nuestros amores
que en un tiempo sin horas se durmieron.
Ojos tuvo el amor, siembra sin flores,
y en aquellos sin llanto que me vieron
aún me verán las lágrimas que llores.
tu voz jamás oída la que grita.
Fuiste eterno después y eterna cita
que no cumplió el minuto del encuentro.
Como órbita turbada por su centro
que en fugas torna y el contacto evita,
con la certeza del amor escrita,
vivías lejos y latías dentro.
Ni caricia ni voz se conocieron,
ni el aire sospechó nuestros amores
que en un tiempo sin horas se durmieron.
Ojos tuvo el amor, siembra sin flores,
y en aquellos sin llanto que me vieron
aún me verán las lágrimas que llores.
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