"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 21 de noviembre de 2017
MANUEL IRIS
Homeless
También
es nieve la que cae
en el muñón del limosnero, en la vacía
cuenca de su ojo.
en el muñón del limosnero, en la vacía
cuenca de su ojo.
Opaca,
desdentada blancura
a la mitad del rostro
va burlando
el rostro de la nieve.
a la mitad del rostro
va burlando
el rostro de la nieve.
Desde
su aliento
el cuerpo encima del muñón
rehace una guerra en un lugar distinto
en que jamás se ha visto una blancura
más quemante que la flama de napalm.
el cuerpo encima del muñón
rehace una guerra en un lugar distinto
en que jamás se ha visto una blancura
más quemante que la flama de napalm.
No sé
si el hombre ha sido un homicida.
En su
muñón, en el vacío del ojo
se ha atorado inútil, fría
la belleza.
se ha atorado inútil, fría
la belleza.
De: “Nueva nieve”
DOUGLAS TÉLLEZ
El despertar de la ira
Bajo un
arco de ebrias luciérnagas
te
espera un mundo no tan vasto
como el
mundo que hasta ahora conoces:
con
océanos, montañas, ciudades, hombres y fieras.
Lejos
de los dominios de tu corazón
y tu
estancada sangre, la gente manosea
y
maldice la ternura de tu nombre.
Las
avenidas se levantan con sus tallos
de
aluminio, cristal, acero y neón.
Se
abren las ventanas, las puertas de los prostíbulos,
los
portones de las cárceles, los cementerios
y
los templos donde se comercia con sangre.
Arden
óseas astillas, atizan la hoguera, donde descansa
el
perol que hierve con líquidos metales.
Allí
verás cómo se funden las monedas, como se les graba
la
esfinge del verdugo, el perfil del tirano, la marca del asesino.
Nosotros
nos morimos por esas piezas de colección,
nos
encanta todo lo que huela a sangre y morbo…
Nos
fascinan los nombres de los carniceros y suicidas.
Un día,
te despojaran de tu nombre, inventarán uno que corresponda
con tu
apariencia de animal doméstico o de incontenible fiera.
Pule tus
uñas, agudiza tus pupilas, pronto te sorprenderá
la
cacreca mano, enguantada con zumbido de revólver
o
filo de matarife. No verás su rostro, ni el alto obelisco
de sal
que se levantará en tu memoria.
Cualquiera
podría dar el guantazo de mariposas:
el niño
que salta del sombrero negro,
la
liebre luminosa que chilla cada noche,
el
muchacho insómnico que espulga los piojos de tus sueños,
el
galante caballero de hepático vientre y sonrisa bonachona,
la dama
que muestra su sonrisa luminosa mientras aplasta cucarachas,
la
muchacha con sus claveles de papelillo chino,
los
dones con sus cuernos de oro,
los
niños que comen tinta y polvillo de pizarras,
los
próceres con sus patillas de carniceros y sus trajes azules.
No te
fíes, te espera un mundo donde andan sueltas
venenosas
alimañas y temibles depredadores.
Afuera,
hay un mundo que te espera.
Dentro,
muy dentro de vos, va creciendo otro que apenas conoces.
MARIANA BERNÁRDEZ
Crecí en la cifra de
un nido
Y toqué
una y otra vez
el filo
del acantilado
cuando
el chillido del águila
era
profecía del desplome
Parece
que en el cielo
se
derrumba
lo que
en la tierra
se cree
un para siempre
¿y el
alma?
¿será
esa vida que no cesa?
Durante
el alud
el
azote seco bastaba
para
borrar todo sosiego
de las
aguas abisales
que
alguna vez acusaron
el gozo
de su alumbramiento.
PAULINA VINDERMAN
Los espejos y los puentes
XXII
La
robaron el sueño, amor, se lo robaron.
La muñequita tonta, vestida de alfileres
que siempre muere acunando un sueño púrpura
entre brazos que no le pertenecen.
De noche fue, cuando siempre se mueren realidades.
Y se quedó mirando la luz del farol
en el aljibe-memoria.
Se habrá quedado allí, en el agua, dolor,
buscando las vertientes.
El sueño boquiabierto de estrellas
como el sapo del cuento.
La muñequita ojos cerrados de luna
volverá a su país sin duda
cuando acabe el número de sueños permitidos.
Habrá estatuas de cal y viejos terciopelos.
A su pequeño sol, al fin, lo habrán anochecido.
De: "Los espejos y los puentes"
La muñequita tonta, vestida de alfileres
que siempre muere acunando un sueño púrpura
entre brazos que no le pertenecen.
De noche fue, cuando siempre se mueren realidades.
Y se quedó mirando la luz del farol
en el aljibe-memoria.
Se habrá quedado allí, en el agua, dolor,
buscando las vertientes.
El sueño boquiabierto de estrellas
como el sapo del cuento.
La muñequita ojos cerrados de luna
volverá a su país sin duda
cuando acabe el número de sueños permitidos.
Habrá estatuas de cal y viejos terciopelos.
A su pequeño sol, al fin, lo habrán anochecido.
De: "Los espejos y los puentes"
ALFREDO CHACON
Como en juego
disuélveme,
perdóname,
dame tu
absolución.
Sigue
fingiéndome
entre
tanto,
no
abandones todavía
a mi
apariencia.
MARCO ANTONIO MURILLO
Belleza de las hilanderas
La
luz toca la bahía, no es la misma que el alba de ultramar, es una lámpara opaca
que poco a poco va adaptando sus hilos a los dedos de las mujeres. Porque las
mujeres pasarán las primeras horas del día tejiendo algo más delicado que la
quietud del agua, la leve tutela de los aires. Sobre la arena el terciopelo aún
duerme y la aguja y las carpas de lino y algodón… Todo lo que descansa a
orillas del mar es cabellera en crecimiento. “Este país demasiado pequeño,
estas velas muy grandes”. Piensa quien no ha visto otro mar abierto que el
vuelo del albatros. Toda muchacha que urde y se pica los dedos, toda mujer que
al fin extiende su velamen como un mar a orillas de otro mar, no ha de seguir
el llamado de Ulises.
Qué importan las
cartas de navegación o los comercios del retorno, cuando lo que tientan los
dedos se parece a la timidez del horizonte.
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