"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 20 de noviembre de 2022
HUANG LIHAI
Cosas pequeñas
Aprecio
las cosas pequeñas.
Permanecen cálidas en la vida diaria
silenciosas como las estrellas
y nunca atraen la curiosidad de las personas.
Cuando las toco, se rompen en partes
al igual que una antigua canción folklórica
incompleta, pero lo suficiente basta como para inquietarme.
Es un grano de sal que invade el mar
o una roca que ocupa la colina
Los animales cuyos nombres no sé
esos amigos aún por conocer
viven en un pequeño mundo olvidado.
Quiero celebrarlas con palabras.
Estoy preparado para acercarme a ellos desde aquí
y tachar algunas palabras pomposas.
Versión de Sun Xintang
CÉSAR TRUJILLO
Una
mariposa entró al cuarto. Las alas enfriaron mi cuerpo. Sus limpísimas patas
tocaron mi frente. La palabra —como un nervio reventando la carne—, sonó. No
hacen falta trompetas (ni blanquísimos ángeles), hoy a todos nos tragará la
luz.
De: “Al amor también lo devoró la luz”
ROBERTO LÓPEZ MORENO
Por este lado del mundo
(fragmento)
a Julia Marichal
Por
este lado del mundo
repica
nuestro tambor,
cuero
rojo, cuero negro,
tiquitac
del corazón;
aquí
la madera canta
lo
mismo que canto yo
y va
sangrando su carne
con
el chorro de su voz,
marimba
de siete lanzas
tiquitac
del corazón.
¡Ea!,
negra, seno al aire,
matraca
de mi canción,
vientre
redondo mi negra
entre
los velos del ron,
gajito
de arrecha noche
tiquitac
del corazón.
Baila
la negra clavada
entre
la rumba y el son,
suda
que suda y resuda
el
tiquitac del tambor,
tumba
tumba tumba tumba,
tumba
de mi, tumba en sol,
tumba
de la negra alegre,
grupa
gruesa, ronco ron,
marimba
que siembra el canto,
canto
que canta el cantor,
tumba
tiquitac que tumba,
tiquitac
que tumbo yo,
tumba
tumba tiquitaqui
clavel
de clavija en do,
negra
que baila clavada
entre
la rumba y el son.
Negra,
negrita del alma
ya
se te cansó el tambor,
ya
no te rezumba el mango
como
antes te rezumbó,
caimito
de media risa,
pedacito
de carbón,
negra
de carne dolida
hasta
donde duelo yo;
negra
acostada mi negra
sin
marimba ni doctor,
negra
tosienta mi negra
que
escupes tu roja voz
y
dicen que son pedazos
que
arrojas de tu pulmón
y yo
se que están mintiendo,
no
son cosas del pulmón,
yo
sé que es el tiquitaqui
que
masticas sin calor,
el
tiquitaqui que sale
cansado
como tu voz,
yo
sé que es el tiquitaqui
tiquitac
del corazón.
Negra
mi negra, la rumba
que
pronto se te cansó,
que
pronto se te ha cansado
la
clavija de tu son,
negra
mi negra que escupe
tiquitac
del corazón.
DOLORES CASTRO
Luz
Llevo
los ojos bajos
por adiestrarlos.
Yo
sé cómo los hiere
la luz de lleno.
Llevo
los ojos bajos,
el pecho abierto.
Sé
que la oscuridad
es un deslumbramiento.
MATILDE ESPINOSA
El hijo
Te
miré desde adentro.
Desde la mínima partícula
del corazón
y su corriente roja,
y en un largo sollozo
proyecté con mi cuerpo
tu camino.
De
este dolor no se habla nunca,
pero yo te lo digo,
raíz pequeña y dulce,
para que no lo hieras:
tan cerca están sus voces de la muerte.
En
la pauta de luz de cada nacimiento
el tácito convenio con la vida
junta en su copa el esplendor y el llanto.
Así, viajeros que de iguales,
jamás se tocan en el gran destino.
Tu
levadura oculta me camina,
y, a pesar de su canto,
me va sembrando espinas.
Yo sé que el mundo será tuyo
y que has de recorrerlo sin mi mano.
El
corto espacio de la inmensa tregua,
es la ternura maternal,
y es la pavura
de ver crecer la ausencia,
insospechada ruta de adioses y regresos
cuando el alma se muda de experiencia.
De
la dulzura pasa a la amargura,
de la blandura a la rudeza ciega,
y del anhelo vago
de hacer más amplia la cintura,
sólo queda la voz transfigurada
y un puesto mudo en nuestra mesa dura.
De: “Los ríos han crecido”.
MORAIMA GUANIPA
Carne y ceniza
Si me entierras
baña con cal mi tumba.
El osario déjalo a las palomas.
No me vistas,
píntame de rojo las uñas
y ponme desnuda en la tierra.
Enciende dos velas
una por tí,
otra por mi soledad.
Coloca dos monedas en mis ojos
haz de mi corazón un cuenco con miel
y no olvides la taza para Caronte
ni los pétalos tiernos
que habrán de decirle a la tierra
de mis huesos fértiles
envueltos en olores vanos.
Sal y ceniza de carne insatisfecha.
De: “Bogares”
