martes, 4 de septiembre de 2012


MARUJA VIEIRA






Esta tarde



Esta tarde
todos miran la lluvia.
Aquí hay un árbol
y unas columnas blancas.

Donde va mi recuerdo
hay flores como espadas de amatista
y los hombres caminan en silencio.
Aquí la lluvia lanza
cada vez más de prisa
sus dedos transparentes
para ganar al sol la moneda del tiempo.
Allá, donde tú olvidas,
no hay lluvia... sólo flores y un mar verde.



CRISTINA MAYA






Divagación


Voy por tu piel desnuda
alcanzando tus manos que diluyen las horas,
acercando mis ojos a tus sueños,
dibujando tu frente, tu mirada,
súbitamente recobrándote.
Comienzo a oír tu voz ahora,
a algún país lejano perteneces,
dueño de alguna embarcación perdida,
así te siento....
Ahondo mi corazón en tu latido,
distante estás del mar soñado
Y a mi orilla te acoges dulcemente.


ANGELES MORA






La chica más suave



Perteneces -lo sabes- a esa raza estafada
que el dolor acaricia en los andenes.
Medio mundo de engaño conociste
y el resto fue mentira.
Has llegado hasta aquí
huyendo de mil días
que pasaron de largo.
Has llegado hasta aquí
para mostrar a todos tu inefable pirueta,
ridículo equilibrio,
ese nado a dos aguas,
piedra de escándalo,
ese triste espectáculo que ofreces,
esas gotas de miedo que salpican
tus insufribles lágrimas.
Aparta.

De "La canción del olvido"


DAVID N CAMPOS.







El final de la espera



Dar una mirada,
ese tren descarrilado
al infinito de tu entrega.

Dar a este camino
su valor de amanecer.
Esperar a la muerte desde
la sonrisa más amable,
la más sincera:
desde la vida.

Este trazo intenta
y el intento es el trazo,
me acerca a
esa sombra alargada
después de la piel
y su luminosidad.

Vamos a prestarnos los intentos
hasta que todas las horas del sol
sean mágicas
como la lluvia tuya
que haces nuestra
en estos tiempos de sequía.
Para que al llegar la noche,
la definitiva,
todos los retratos escondidos
como gatos esperando una llegada
como el aletargado ronroneo
proveniente
del final de la espera,
hagan del amor
toda una vida.

ISRAEL CLARA






Locus amoenus



En las doradas cúspides del sueño,
donde la piel redobla su ternura,
donde el beso resigue tu textura
y mi cuerpo reclama a su otro dueño,

donde el deseo es huésped halagüeño
y la muesca caricia en la hendidura,
donde el tacto remonta su espesura
y la vida renace de su empeño,

donde estás tú y el labio no censura
el agravio más grande o más pequeño,
donde la ausencia siempre es la tortura

y tu presencia un bálsamo hogareño,
allí quiero morir, en la segura
tranquilidad del sueño de tu sueño.

ROSA LENTINI





Cuenta el bosque



Corteza de árbol el vestido de novia,
fantasma blanco de resina.
Los días nacen de las noches,
no entre pliegues de luz,
una colina es sólo fango endurecido,
el nacimiento una lejana estrella,
y el poema únicamente voz.
Caza nocturna de sueños,
fisura en la mirada ajena.


De "El sur hacia mí"