miércoles, 12 de septiembre de 2018


ALICIA CAMPOS CERVERA





III



¿Dónde está el escondite del pasado?
¿Dónde han quedado
las mejores cosas de mi vida?
El salero de cristal de la mesa de mi infancia,
mi gata Grisetta,
el perpetuo asombro que solía
agrandar mis ojos,
el sabor de aquel pan remoto
el perfume de violetas robado
a la solitaria hora de la siesta,
el entierro de pájaros y escarabajos
con cruce de palitos,
el nunca saber qué cosas son el frio y el calor
permanente desvelo de la abuela Raquel
que ahora yace nivelada a la tierra,
saldada al fin su deuda
con el eterno polvo insoslayable.
El banco del jardín en unas casa
donde vivieron otros tantos niños que fui
Donde habré perdido aquella aduendada alegría
que brotaba ante minúsculos hallazgos
(lejana argollita de metal herrumbrado
que probé en cada dedo…
maravilloso anillo!)
¿Dónde estará el escondite del pasado?


AMANDA BERENGUER





Paisaje



Una estrella suicida, una luz mala,
cuelga, desnuda, desde el cielo raso.
Su cerrada corona acaso sangra.
Acaso su reinado es este instante.

Crecido el mar debajo de la cama
arrastra los zapatos con mis pasos
finales. Sacan los árboles vivos
un esqueleto mío del espejo.

En el techo los pájaros que vuelan
de mis ojos brillan fijamente.
Acaso no esté sola para siempre.
La mesa cruje bajo el peso usado

de las hojas secas. Un viento adentro
cierra la puerta y la ventana y abre
de pronto, entre cadáveres, la noche.
También mi corazón. Ya voy, tinieblas.


ARISTÓTELES ESPAÑA





Apuntes



Me fotografían en un galpón
como a un objeto,
una, dos, tres veces,
de perfil, de frente,
confeccionan mi ficha con esmero:
“soltero, estudiante, 17 años,
peligroso para la Seguridad del Estado”.
Miran de reojo:
Quieren mis huellas dactiles.
Un sudor helado
inunda mis mejillas.
No he comido.
Creo que hay una tormenta.
Me engrillan nuevamente.
Tengo náuseas.
Empiezo a ver que todo gira
a mil kilómetros por hora.
Se estrellan sus puños
en mis oídos.
Caigo.
Grito de dolor.
Voy a chocar con una montaña.
Pero no es una montaña.
Sino barro y puntapiés,
y un ruído intermitente
que se mete en mi cérebro
hasta la inconciencia.



ARTURO ARCÁNGEL





Pretextos para amarte



Porque eres transparente
Y pura como el agua,
Y vertical como una palma,
Y estrepitosa lluvia
Cuando el amor escampa.

Porque eres, en esencia,
Claridad y negrura
Alegría y dolor
Dulcedumbre y tormenta.

Porque igual si te doy
Un collar de diamantes
Lo disfrutas y palpas,
O una pulsera hilada
Con falsas lunas plásticas,
Por igual la idolatras.

Porque amas a los niños,
Al poeta y su casa,
Y recoges naranjas
Como perlas valiosas,
Y sueñas con lo humilde
Como si fueras Dios
Soñando con galaxias.

Por ello Yo te amo.
Por sumisa y soberbia
Por sencilla, altanera,
Concupiscente y casta.

Porque aceptas errores
Como virtudes máximas
Y estampas tus pisadas
Con ritmo de gitana.

Te amo porque sí.
Y en fin:
Porque me amas.


CARLOS MARZAL





Servidumbre de paso



En nuestra sumisión nos consumamos,
en nuestra servidumbre nos crecemos,
vivimos a compás,
en la angostura de un andar errátil
que nos da la amplitud,
al comprender
la bella anomalía de este viaje.

Nómadas en esencia,
muchedumbre
que cruza en extravío
del uno al otro lado de nosotros,
polizones
en la nave del mundo,
huéspedes
al amparo de nadie,
en deuda con la vida, que está en deuda
con el secreto amor que profesamos
a todo trance siempre hacia la vida.
Apátridas por fuerza en nuestro espíritu.

A la buena de un dios en descalabro,
clandestino de mí,
pobre de qué.
señor de dónde,
en un inacabable deambular,
al arte por el arte
de estar vivo.

Un vaso de agua fresca al transeúnte,
un pedazo de pan al vagabundo,
un puñado de sal al peregrino,
que voy en trashumancia,
que voy de merodeo,
voy de paso. 



DAVID ESCOBAR GALINDO





Devocionario




La paz no necesita de los héroes.
el heroísmo de la paz es otro.
Es un sereno paso sin angustia
por aquel campo en que acechaban minas.
Y es sobre todo ese convivio afable
de la diversidad de los anónimos. 


II 

La paz cierra la cripta de los mártires
y los deja dormir, para que olviden
que la tierra es el sitio pavoroso
donde todos los miedos son posibles
Bien se merecen su corona de oro,
bajo la condición de que se duerman. 


III 

La paz no la hace nadie. Se hace sola.
Lo importante es sembrar una semilla.
La gente piensa que la guerra es fuerte:
!Qué va! La guerra es sólo un aneurisma.
Alguien la pincha, y se desangra toda.
La paz en cambio es la verdad de un árbol. 


IV

No me pregunten por qué soy pacífico.
Es algo natural, quizás congénito.
Esto es lo que tal vez muchos no entienden
que no todo poeta es un revólver.
Por mí, que los revólveres se esfumen.
Eso sí: No me toquen a la rosa. 


De: "Doy fe de la esperanza"