viernes, 10 de enero de 2014

OSVALDO GONZÁLEZ REAL


 

Himno a la nada

 

Entre el temor y el temblor
mi castillo de gritos sobre el Abismo
Vacío de asfixia, amargo de la espera
quemando el pulmón del cansancio,
circunvalante Ser
de blando rostro, acechando
en el orín de los espejos.
Veo a la Náusea crecer viscosa
como la baba del Gusano
en las axilas del Tiempo.

la Nada tiende su lengua húmeda
como una sábana hambrienta, pero:
¿y la angustia y el cáncer?
Desde el ombligo del mundo
se intuye la sombra
y se manifiesta el absurdo
del Hombre.

 

EDUARDO QUINTANA


 

Nada



Nada, así llaman a lo irreal,
a lo inhumano, a las verdades ocultas
que quieren brillar en un día soleado,
por las calles más oscuras de la ciudad.

Es quizás, la lluvia del invierno que
cae a pedazos en un descuido de
las bestialidades. Es una sombra que irradia
luz y hace mil sombras.

Nada, tal vez se llame al mundo,
por no concluir una noticia,
por no descubrir una verdad.
Pero sobra espacio, y también
ideas, que revolotean por los caminos
sin crueldad.

Entonces... Nada es de todos
y nosotros en ella estamos.


DELFINA ACOSTA


  


 
 
No se lo muestres nunca a nadie,
ni se lo digas
a tu mejor amigo
haciéndole jurar con muchas copas
que nunca contará.
Escucha:
ya maduró la luz
en la primera fruta del parral
y quiero que te asombres.
Ni siquiera
te nombro,
y sin embargo,
sus versos que poseen el color de mis venas
te cuentan
a través de los vientos y del agua
que a ti me lleva el blanco
de la virginidad
que te debí en las noches consteladas,
el verde de las hojas de tu pueblo
donde fueron a misa los vestidos,
y el rosado prudente
de la amante que finge
ser la esposa en la fiesta.


LISANDRO CARDOZO


 
 
XIV

 
Qué extraña manera
de amar tienes,
que se debate
entre el silencio
y la ausencia.

 

JOSEFINA PLA


  

Blanda en mi entraña, como tibia lluvia,
beso aplastado corazón a vena;
tiembla en mis ojos, como sol en río
tañe en mis pulsos dolorida plata.

Pincel que te dibuja estremecida
rama en el agua azul de mis anhelos
pasa por mí, y se lleva mi dulzura
como un rayo de luz que fuese abeja.

Ave a quien le nací con viento y nido,
su ala sabe el curso de mi arroyo,
y en el ángulo agudo de su vuelo


-punta de corazón hiriendo en flecha-
una gota de sangre nueva siempre
recarmina las rosas del deseo.

 

1939

 

NILA LÓPEZ



 

Los fuegos encendidos

 

X

 

Deja un lugar para que los anillos
se olviden de sus dedos y sus piedras.
Que nadie clame
porque se han detenido las pupilas.
No se mira sino lo que se quiere
oír
en esta verde manzana verde
que amanece en sus círculos dorados.