martes, 11 de abril de 2017


CÉSAR DÁVILA ANDRADE




Poema



Si ahora vuelve, niégale. Preséntale a su mar.
Así, vestido ya de algún espejo, se alejará.
Hay que madurar. Oscurécete.
Si golpea, escúchale. Tiene una forma
cuando queda fuera.

La lluvia le ciñe un paisaje demoledor
y sus hierros pueden dar pan
a la mula en que pasa.

Pequeño Joven: aún no puedes
crearlo como Huésped.
Oye cómo persuaden las viejas herrerías.

Los dedos salvajes
y los salvajes meses de Marzo
son todo viento sobre su cabellera
nutrida ya de polos.

Toda resurrección te hará más solitario.
Mas, si en verdad quieres morir,
disminuir ante los pórticos,
comunicarte,
entonces ábrele.

Se llama Necesidad.
Y anda vestido de arma,
de caballo sin sueño,
de Poema.



FRANCISCO GONZALEZ DE LEON





La gotera



Llovió toda la noche.
La llovizna final aún parpadea
un húmedo rumor en la azotea;
archivo de hojas que moviera el viento.

La oscuridad del ámbito se duerme
desvelada dentro del aposento.

La lluvia ha hecho
que se filtre el agua
y se traspase el techo
estilando metódica en la estera
del piso de la pieza,
una gotera.

Esbozo musical que se devana.
...Ritmo alterno
de arteria o de campana:
Tic...
Tac...

Si motivos de música de cámara
la llovizna ejecuta,
la gotera en el suelo pertiguea
la ley de una batuta.

Hay algo que recóndito se afina;
la oscuridad es morfina
propia para soñar.

Ábrense de par en par
los sencillos postigos de la infancia.
Perspectiva interior de la distancia,
que tan cerca del alma se veía:
la vieja casa conventual y fría;
las grandes y recónditas alcobas;
los cuentos de los duendes que ahí andaban
cambiando de lugar a las escobas.

Y el bullicioso gozo;
y el asomarse al pozo
por distinguir la arruga
que en el agua dejaba la tortuga.

Recóndita virtud de aquellas cosas
que se amplían en el alma a la manera
del vidrio de una esfera.

Gotera
de renguera
desigual:
Tic...
Tac...

Clepsidra cuya gota horada el tiempo
con caída de ritmo vertical;
rumor que asemeja al de la péndola
que en la sala de ambiente colonial
rebanaba el silencio de las horas
con el filo de su disco de metal.


De: Voces de órgano



ALFREDO R. PLACENCIA




A ver qué queda



Ponte a buscar los muros,
a ver qué queda.
Un terrón, cuando menos,
deberá haber quedado sobre la tierra.

Besa el terrón hallado.
Tu boca besa,
cuando el terrón besares,
las pisadas paternas,
todas ellas piadosas
y todas buenas.

Carga con tu desierto,
grita a la parentela.
Ponte a buscar los muros...
A ver qué queda.

Ve a buscar en seguida
la vieja puerta.
Alguna astilla leve
quedará, cuando menos, sobre la tierra.
Besa también la astilla.
Esa astilla te cuenta
cómo entraba a menudo,
como una abeja,
con sustento cargado, tu muerto padre
por esa puerta.
Ponte a buscarla, búscala,
a ver qué queda.

Busca el granado viejo,
de ramas como muertas,
que así, viejo y cansado,
daba las flores vírgenes y nuevas.
Y no te olvides de buscar el tronco,
a ver si queda,
del naranjo que, un día,
el buen viejo plantó junto a la puerta.

Fácil es que de aquello nada quede;
pero tú siempre búscalo, poeta,
y acarícialo y bésalo.
Quién sabe
si algo viva y lo encuentres.
Dios lo quiera.


ISABEL FRAIRE





el viento acaricia las dunas
forma olas, forma cordilleras, forma rostros
borra olas, borra cordilleras, borra rostros

el mar cae sobre la arena
la moja
avanza
asciende
un sucio collar de espuma
se retira
queda la arena seca

el mar se levanta y corre hacia la arena
una y otra vez
otra
otra.


ELSA LÓPEZ




Aires de lima



Yo vi romperse el agua camino de Beirut
cogida de tu mano sobre El Roque y las algas
que tienen por costumbre el fondo de tus ojos.

Yo vi cómo giraban las aves de la tierra
cerca de tu cabeza.
Y vi como la lluvia se hacía gris en el aire
sobre la casa grande rojo-indio del valle.

Yo vi las jacarandas naciendo del asfalto.
Y los papayos verdes.
Y aquel árbol florido de naranjas redondas
colgando de tus dedos.

Yo vi cómo la noche se prolongaba oscura
por tus hombros caídos y por tu boca espesa.
Y vi cómo la muerte me alcanzaba despacio
hasta dejarme a solas.


2002


De: "Mar de amores"


VICENTE NÚÑEZ




Cántico



El que pasa ignorado por los arcos del mundo.
El que extiende en el suelo su clámide de oro.
El que aspira en el bosque el rumor de la lluvia
y olvida su cuidado debajo de los sauces.
El que besa tus brazos y tiembla y se transforma
a pesar del embate de todo y de sí mismo.
El que a tu sombra gime como trémula gema.
El que pasa, el que extiende, el que aspira y olvida.
El que besa, el que tiembla y se transforma. El que gime.


De "Ocaso en Poley"