viernes, 29 de marzo de 2013

PEDRO GARFIAS





Poema del adiós


Se me va Monterrey, si yo me voy.
Si yo me quedo, a lo peor se va.
Mejor me voy con Monterrey a cuestas...
Alguien lo recuperará.

Y toda ella y cerro y silla y hombres,
todos metidos en mi morral,
y todo con más cerros y más hombres
para otros ojos permanecerán.



ESPERANZA ORTEGA






Como una lágrima... 



Como una lágrima
oscura
la noche sobre el día
rodará entre la hierba
tu dolor. 

Como dos frutos tiernos
caídos de sus ramas
así lloran tus ojos

FABIO MORABITO





Ciudad de México



Un día mi padre dijo
nos vamos, y tú eras
la meta: otra lengua,

otros amigos. No:
los amigos de siempre,
la lengua, la que hablo.

Me he revuelto en tus aguas
volcánicas y urbanas
hasta al fin conocerme,

y si al hablar cometo
los errores de todos,
me digo: soy de aquí,
no me ensuciaste en vano.

De "Lotes baldíos"

CARLOS MURCIANO






El Reloj



Esto de no ser más que tiempo espanta.
La solución bajo el costado izquierdo:
un fiel reloj al que jamás me acuerdo
de darle cuerda y, sin embargo, canta.

Canta con un martillo en la garganta,
mas sé que estoy perdido si lo pierdo.
A martillazos vive su recuerdo.
Sin embargo, ni atrasa ni adelanta.

A veces se le olvida hacer ruido.
A veces hace por salir del nido
y si no lo consigue, humano, llora.

A veces suena a Dios. De todos modos
es un reloj y un día, como todos,
se quedará parado en cualquier hora.


MIGUEL DE UNAMUNO





Es una antorcha al aire esta palmera...


Es una antorcha al aire esta palmera,
verde llama que busca al sol desnudo
para beberle sangre; en cada nudo
de su tronco cuajó una primavera.

Sin bretes ni eslabones, altanera
y erguida, pisa el yermo seco y rudo;
para la miel del cielo es un embudo
la copa de sus venas, sin madera.

No se retuerce ni se quiebra al suelo;
no hay sombra en su follaje; es luz cuajada
que en ofrenda de amor se alarga al cielo;

La sangre de un volcán que enamorada
del padre sol se revistió de anhelo
y se ofrece, columna, a su morada.


JOSÉ MARTÍ







XIX.-


Por tus ojos encendidos
Y lo mal puesto de un broche.
Pensé que estuviste anoche
Jugando a juegos prohibidos.  

Te odié por vil y alevosa:
Te odié con odio de muerte:
Náusea me daba de verte
Tan villana y tan hermosa.  

Y por la esquela que vi
Sin saber cómo ni cuándo.
Sé que estuviste llorando
Toda la noche por mí.

De Versos Sencillos