viernes, 28 de diciembre de 2018


MARGARITA LASO





un ceibo que cuida el horizonte
tiene menos orgullo
que el que orilla tus piernas

un ceibo en tus piernas africanas
matará mi deseo

la cadera cruje como un cangrejo

un crujido en la tenaza de mis huesos
matará mi deseo

trago de ardienteagua
un ceibo te orilla los crujidos
una huella de hollín
los vellos y tobillos
y una equis que enrosca mi cintura

una equis matará mi deseo


De: “Erosonora”


ROGER WOLFE






5. Periodismo



Lanza la mierda
y lávate las manos.


De: “8 Poemas en forma de artefacto”



MARÍA ROSA LOJO





Ciertas herencias



Ella acaricia sus herencias inofensivas, sedosas como una piel: una almohada de terciopelo donde la oración de las abuelas se arrodillaba, una trenza roja que vivió en una cabeza de quince años, insolente como una carcajada en el lugar de los muertos, un mantón de Manila que las antepasadas se ponían para cantar. Y la almohada se corre bruscamente para mostrar un pozo desconocido bajo la rótula, y la trenza le rodea el cuello, mordiéndola como una boca de amante, y el mantón la envuelve y se la lleva, enseñándole alas para salir al mundo.


ELIZABETH SOBARZO GAONA





VI



Qué bueno que ya te moriste tata
y empacaste contigo mis tormentas
sólo servían para arañar las ventanas de la abuela
ya dejé atrás a tu familia
sin ti no soy parte de la charca
no llevé de tu apellido en esta vida
pero quedan rasgos del cianuro en los recuerdos


De: “Para arrullar a los ojos hormigueros”


LUIS GARCÍA MONTERO





Defensa de la política



Y qué decir de ti,
amiga mía,
compañera de curso en la Universidad
y más tarde serpiente vigilada
en las conversaciones,
igual que una epidemia por las calles.
Y qué decir,
sino que te conozco desde hace muchos años
y vivo de tu parte.

Cuando me arrastro solitario
por los extremos de mi vida,
da gusto coincidir,
hablar contigo,
porque después de las preguntas
y las lamentaciones,
el recuerdo es también palabra nueva,
y cambiar, decidir o sentirme yo mismo
no llega a confundirse con las ascuas
de un asunto penoso.
Tú que sabes reír, guardar silencio
o retorcer canciones al final de una noche,
nunca me fallas si te necesito.

Yo sé que te preocupa tu futuro
y que debes ahorrar en tiempos de imprudencia.
Por eso te defiendo de los calumniadores.
Cuando somos corruptos te llamamos corrupta.
Nuestra pobre avaricia tarda poco
en acusarte de avarienta,
y nada es más obsceno
que mentir en tu nombre
para después llamarte mentirosa,
a ti, mujer de mala fama,
que sólo has intentado quedar bien,
abrazar a la gente
en una fiesta rota.

No se puede decir que con nosotros
las manos de la vida modelaran
una historia de amor.
Nos conocemos demasiado.
Pero es verdad que alguna noche,
con las excusas de la soledad,
subimos juntos a tu habitación
y nos necesitamos.

Siempre me excita descubrir
la luz de mi inocencia en tu inocencia,
esa luz que apagamos
para buscar el resplandor,
lo que hay de entrega tímida
y de primera vez
en nuestro abrazo.

Y cuando los domingos santifican
la mañana orgullosa de este país de súbditos,
me gusta pasear
entre el rumor de las miradas.
Los que viven tranquilos pueden ver en tus ojos
la primavera de mi oscuridad,
y el color conmovido
de un mundo que no duerme.



TERESA CALDERÓN





Código de aguas



La lluvia
se dedicó a llover
desconsolada.
Trajo un canto perdido
y acunado en subterráneos.
Vino hiriendo
las tejas de los años
las rodillas de un niño
con ojos fijos
llegó a beber la conciencia.
Después formará túneles
crecerá por encima del ladrillo
y el agua
se esconderá en la tierra
con los muertos.