lunes, 7 de octubre de 2019


JULIO TRUJILLO





Eso



En ocasiones he visto la cifra
(no sólo en la retícula de hojas
que gustan de exhibirse para mí,
no sólo en lo fatal
de la belleza;
la he visto recortada por las cosas,
espacio entre dos árboles,
navaja de los párpados,
blanquísima elocuencia en el acceso
de asma,
costura entre dos nadas, trenza
vacía y ensimismada:
figura circular que no tiene final
ni tiene origen
—floto, en el centro floto—),
pero nunca he podido pronunciarla.


ADRIENNE RICH



  

Sueño que soy la muerte de Orfeo



Estoy caminando aprisa por las estriaciones de luz
    y oscuridad tiradas bajo una arcada.
Soy una mujer en la plenitud de la vida con ciertos poderes,
y esos poderes severamente limitados
por autoridades cuyas caras raramente veo.
Soy una mujer en la plenitud de la vida
manejando a su poeta muerto en un negro Rolls-Royce
a través de un paisaje de crepúsculos y abrojos.
Una mujer con cierta misión
que obedecida al pie de la letra
la dejará intacta.
Una mujer con nervios de pantera
una mujer de contactos entre Hell's-Angels
una mujer sintiendo la abundancia de sus poderes
en el momento preciso en que no debe usarlos
una mujer juramentada con la lucidez
que ve a través de fuegos humeantes
y de mutilaciones criminales de estas subterráneas calles
a su poeta muerto aprendiendo a caminar
hacia atrás contra el viento
al otro lado del espejo


ROBERT LOWELL





Los santos inocentes



Escucha, las campanillas del heno resuenan mientras
    la carreta
de ruedas enllantadas se balancea sobre el alquitrán
y el hielo encenizado, bajo el molino de cáñamo
y el canal de los sábalos. Babeantes, los bueyes se detienen
maravillados ante las defensas de un automóvil,
y enormemente se desplazan por la colina de San Pedro.
He aquí a los no contaminados por mujer, su dolor no es
    de este mundo:
el Rey Herodes grita venganza junto a las piernas
de Jesús trenzadas y tiesas en el aire.

Un rey de idiotas y de niños mudos. Más
Herodes que Herodes este mundo; y el año,
el mil novecientos cuarenta y cinco de gracia
enciende no sin fatiga y pérdidas la colina de escorias
de nuestra purificación; los bueyes se aproximan
al ruinoso cimiento de su establo,
el santo pesebre donde el lecho es maíz
y acebo que se esparce para la Navidad. Si como Jesús
bajo el yugo ellos mueren, ¿quién los llorará?
¡Cordero de pastores, Niño, cuan quieto yaces!


De: “Lord Weary's Castle”


AKIKO YOSANO






La primavera es fugaz.
¿Qué me importa una vida inmortal?
Toqué
con las manos
mis senos abundantes.


De: “Tankas”


TADEUSZ RÓŻEWICZ



  

Las formas



Las formas de antaño muy bien ordenadas
y dóciles, siempre dispuestas a soportar
el largo de la materia muerta del poema,
asustadas por el fuego y el hedor de la sangre
rompieron filas y corrieron al azar

y ahora
invaden a su creador
lo desgarran lo arrastran
por largas calles
que ni siquiera recuerdan los desfiles
de todas las orquestas escuelas procesiones

hinchada de sangre
carne que todavía respira
les sirve de alimento
a aquellas formas perfectas
aprietan tan fuerte

su botín
que ni siquiera se salva
el silencio


MARTÍN ADÁN







Aguijón



Ella no sigue por él,
Sino a sí misma, virtual...
A la agonía infernal,
En la rosa de papel.
Y mana, amarga, la miel
El duro dardo de ardor;
Cursa entrañable labor,
Por restañar el herir,
Y jamás para a morir
La abeja del sinsabor.