miércoles, 19 de junio de 2013

JAVIER EGEA



Entre cuatro paredes...

                                            "Ellos los vencedores"
                                                             Luis Cernuda



Entre cuatro paredes
comenzaba la noche del asedio

Ellos, los asesinos,
alentaban la larga collera de los perros.

El hambre por las sábanas
se agazapaba oscura como un cepo.

Ellos, los asesinos,
nos pusieron el pan sobre unos ojos bellos.

Fuimos muriendo todos
hasta que todo se volvió desierto.

Ellos, los asesinos,
vigilaban la caza del amor en silencio.




JORDI VIRALLONGA




La razón de Mesalina


Amor y sexo van juntos,
sólo que uno se termina
mucho antes que el otro,
generalmente el amor,
de pura menopausia.

ÁLVARO SOLIS





Conversión

Aunque estoy a punto de renacer,
no lo proclamaré a los cuatro vientos
ni me sentiré un elegido:
sólo me tocó en suerte…
Virgilio Piñera


Una mañana en la mañana
mi cuerpo comenzó a languidecer.
Se volvieron mis huesos quebradizos,
polvo, lodo en el tiempo breve de un instante.
Los huesos de mis manos, de mis brazos,
mis hombros lánguidos sin fuerza para sostenerse
y mis ojos sustrayéndose en sus cuencas.
Cada vez más lejana la tensión del músculo,
la terza rima de las vértebras,
más liquidas mis venas que mi sangre.

Una mañana en la mañana, sencillamente,

fui el río que extravió su cauce.

DELMIRA AGUSTINI




Tú dormías


Engastada en mis manos fulguraba
como extraña presea, tu cabeza;
yo la ideaba estuches, y preciaba
luz a luz, sombra a sombra su belleza.

En tus ojos tal vez se concentraba
la vida, como un filtro de tristeza
en dos vasos profundos... yo soñaba
que era una flor de mármol tu cabeza;...

Cuando en tu frente nacarada a luna,
como un monstruo en la paz de una laguna
surgió un enorme ensueño taciturno...

Ah! tu cabeza me asustó... Fluía
de ella una ignota vida... Parecía
no sé qué mundo anónimo y nocturno...


MIJAIL LAMAS




Fundación de la casa


XVIII

Te propongo que hagamos del amor cosa sencilla.
Pensemos que debe adquirir una abierta disposición a obedecer.
Será necesario acariciarle el lomo,
para que aprenda de sus dueños la suavidad del tacto.
Dejémosle tranquilo andar por nuestra casa.
Tengamos fe.
Pero no olvidemos su condición de perro,
siempre muerde la mano que lo alimenta.

Él es quien nos cuida,
quien guarda con esmero nuestra casa.
Prisioneros de nuestra propia bestia,
vivamos temerosos de abandonar su rabia.



JOSÉ MARÍA EGUREN




El bote viejo


Bajo brillante niebla,
de saladas actinias cubierto,
amaneció en la playa,
un bote viejo.

Con arena, se mira
la banda de sus bateleros,
y en la quilla verdosos
calafateos.

Bote triste, yacente,
por los moluscos horadado;
ha venido de ignotos
muelles amargos.

Apareció en la bruma
y en la armonía de la aurora;
trajo de los rompientes
doradas conchas.

A sus bancos remeros,
a sus amarillentas sogas,
vienen los cormoranes
y las gaviotas.

Los pintorescos niños,
cuando dormita la marea
lo llenan de cordajes
y de banderas.

Los novios, en la tarde,
en su alta quilla se recuestan;
y a los vientos marinos,
de amor se besan.

Mas el bote ruinoso
de las arenas del estuario,
ansía los distantes
muelles dorados.

Y en la profunda noche,
en fino tumbo abrillantado,
partió el bote muriente
a los puertos lejanos.