"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 19 de junio de 2020
CONCEPCIÓN ARENAL
El mastín y el gallo
Sabido
es de cada cual
Que
aún mucho más que el caballo.
Entre
los vanos, el gallo
Es
vanidoso animal.
Había
en cierto lugar
Uno
que el cuello inclinaba
Cuando
la puerta pasaba
Por
temor de tropezar;
Y
era risible el temor,
Que
en un portón como aquel
No
llegaría al dintel
Siendo
cien veces mayor.
Estábase
en el corral
De
la casa por guardián
Un
juiciosísimo can,
Y
cansado de ver tal
Díjole:
«Señor gigante,
Lleve
la cabeza inhiesta,
Que
antes de dar con la cresta
Aún
ha de crecer bastante.
¿No
ves como no se baja
Un
hombre aunque esté montado,
Y
que nunca han tropezado
Los
carros que traen paja?
¿Cómo,
¡voto a Belcebú!,
Donde
no pueden llegar
Imaginas
alcanzar
Siendo
más pequeño tú?»
Quedóse
el gallo corrido
No
sabiendo qué decir,
Y
cuando volvió a salir
Fuese
con el cuello erguido;
No
porque tuviera prisa
Su
error de reconocer,
Sino
que llegó a temer
Del
can machucho la risa.
De
la ciencia en el umbral
Lo
mismísimo se viera
Si
puerta visible hubiera
Como
había en el corral.
CAROLINA CORONADO
A Cuba
Cuando
los recios vientos se embravecen,
cuando
mugen los mares irritados,
cuando
estallan con furia los nublados,
cuando
las olas borrascosas crecen,
cuando
los buques míseros perecen
por
las revueltas ondas anegados,
cuando
la Europa envuelta en la tormenta
traba
en la oscuridad lucha sangrienta;
Barca
dichosa en medio del Océano,
tú
sola vas del huracán segura:
Francia
se anega, y en la noche oscura
el
rayo incendia el pabellón romano;
y
oyes los gritos del naufragio humano,
y
te duele tal vez su desventura,
¡ay!
cuando ves de las antiguas zonas
por
la espuma del mar flotar coronas.
Y
ves como cadáveres perdidos
al
agua nuestros pueblos arrojados,
y
ves como timones destrozados
los
cetros a las playas sacudidos;
y
a los que, aún viven, en el mar hundidos,
por
los marinos monstruos devorados,
y
como barco que encalló en la arena
a
España inmóvil junto al mar que truena.
Y
te contemplas tú, y en el espejo
de
tus serenos mares retratada,
de
la luz juvenil por el reflejo
ves
tu belleza pura, inmaculada:
y
de la Europa con el rostro viejo
a
la fealdad rugosa comparada,
entre
perlas tu hermoso cuello engríes,
y
de lástima acaso te sonríes.
¡Oh
¡cuánta es tu beldad, cuál tu riqueza!
¡oh!
¡cuánto es tu esplendor, hija de España!
por
eso están los buzos de Bretaña
asomando
a tus golfos la cabeza…
Mas
no serán ¡oh perla! tu belleza
y
tu valor de su codicia extraña;
pues
antes que cedérsela al britano
nos
tragará contigo el Océano.
Dicen
que tienen sobre tres castillos,
de
los mares enmedio levantados,
a
los reinos del mundo aprisionados
del
oro del Perú con los anillos;
y
que van a engarzar nuevos zarcillos
a
la reina feliz de sus estados,
si
la prenda mejor que la engalana
hurtan
a la corona castellana.
¡Ah!
bien los oigo por la noche oscura
cuando
te entregas a tu sueño blando,
en
la vecina costa murmurando
cantos
de seducción a tu hermosura
«Despierta,
dicen, reina sin ventura,
esclava
del poder de San Fernando,
que
ya de libertad llegó la hora
y
ya puedes reinar, ya eres señora.
»Si
hubieron cetro tus antiguos reyes,
¿por
qué el yugo sufrir de la extranjera?
Si
tú le puedes dar al mundo leyes,
¿por
qué no alzar tu nacional bandera?
¿Serán
tus hijos como pobres bueyes,
cuyo
trabajo a la comarca ibera
dará
las mieses de tu campo ameno,
mientras
ellos no más pacen el heno?»…
Pero
adormida tú, nunca a su canto,
inocente
beldad, prestes oído;
¡ay
de tu corazón si seducido
pierde
la dicha de candor tan santo!
¡ay
si de España el amoroso manto
donde
por tantos años has dormido,
loca
rasgando tras la voz que miente
te,
osaras aclamar independiente!
Pobre
beldad, despojo del pirata,
ese
mismo cantor que te enamora
te
forjará en su harem, altiva mora,
recias
cadenas con tu misma plata;
y
ese brillante espejo que retrata
tus
fiestas y tus náyades ahora,
por
sus navales guerras empeñado
reflejará
tu rostro ensangrentado.
¿No
eres libre y feliz? ¿No estás contenta
mientras
nosotros sin cesar lloramos?
Mientras
nosotros viejos peleamos
¿no
estás joven, tranquila y opulenta?
¿No
nos ves en la noche turbulenta
que
en las rocas del mar nos estrellamos,
que
vamos a morir ya sin consuelo
mientras
serena tú cruzas el cielo?
¿No
ves nuestros monarcas fugitivos?
¿No
ves nuestros pontífices huyendo?
¿No
ves a Europa, cuya hoguera ardiendo,
se
sustenta con carne de los vivos?
¿Serán
nuestros dolores incentivos
que
te harán suspirar por el estruendo
y
del infierno con que Europa lidia
América,
gran Dios, tendrás envidia?
Cuentan
los sabios que en la noche vienen
espíritus
lanzados del profundo,
que
la ruina del antiguo mundo
con
acentos fatídicos previenen…
y
que, será verdad… y que, ellos tienen
miedo
del pueblo loco y moribundo,
que
entre las ansias ya de la agonía
llama
a la libertad con voz tardía…
Y
que a su triste voz vendrán las fieras
de
esas comarcas tras la muerta gente
a
hundir en sus cadáveres el diente
hozando
entre su sangre sus banderas;
y
que allá en las edades venideras
irán
los peregrinos de Occidente
enseñando
al francés en su ignorancia
a
qué desierto se llamaba Francia.
Y
a contar al inglés, que oyendo atento
de
su patria estará las aventuras,
en
qué vasto erial, en qué llanuras
la
populosa Londres tuvo asiento:
cómo
en chozas buscaron aposento
los
hombres que habitaban las alturas,
y
cómo sus magníficos vapores
se
tornaron en barcos pescadores.
Y
que, así como queda por los huertos
si
la sacude lluvia anticipada,
no
madura la fruta abandonada,
España
quedará por los desiertos…
¡España
con la sangre de sus muertos
hijos
queridos, sin sazón regada,
que
sacudida al golpe de la guerra
sin
madurar se pudrirá en la tierra!…
Mas,
que primero aquellos que con vida
queden
en los desiertos europeos
recogiendo
sus libros y trofeos
irán
a tu ciudad esclarecida;
y
que en vez de la historia entretenida
que
nos enseñan hoy de los hebreos
la
nuestra en este libro han de enseñarte
«Vida
de Hernán Cortés y Bonaparte».
Por
eso aguardas tú como heredera
a
que exhalemos el postrer aliento,
y
ves rodar al pie de tu palmera
nuestras
hojas de acacia por el viento:
porque
has de trasplantar en tu pradera
a
este mundo arrancado de cimiento,
para
que en ese suelo más fecundo
broten
las flores del antiguo mundo.
Por
eso alhajas tu preciosa villa
para
hospedar a nuestras pobres gentes,
por
eso a tus hermanos de Castilla
les
preparas caminos relucientes;
por
eso a tus mares a la orilla
guardas
entre tus palmas reverentes
¡isla
de salvación del pueblo ibero!
las
reliquias del náufrago primero.
¡Cortés,
Cortés! que le legó su gloria,
Cortés
que prefirió tu cementerio,
la
existencia en el mundo transitoria
temiendo
sabio del anciano imperio,
la
tumba de Cortés en tu hemisferio
de
nuestra santa unión es la memoria;
¡sus
huesos son de nuestra fe la prenda!
¡maldito
el indio que sus huesos venda!
EEVA KILPI
Ni siguiera la naturaleza te da opciones
Cuando
has visto una nube
en
el regazo de un lago;
y
la luna
entre
los nenúfares;
inevitablemente
estás a la merced
de
tu propia alma.
Versión de Luis López Nieves
JULIÁN MARCHENA
Lágrimas frescas
En
recuerdo de Victoria,
Mi
compañera desaparecida…
Rosa
que el fuego de mi amor consume,
Ave
que llora con mi propio llanto;
Fugose
el ave y me dejó su canto,
Murió
la rosa y me dejó el perfume.
Y
es que ese aroma y esa melodía
Que
me hicieron alegre y sano y fuerte
Serán
incienso y fúnebre armonía.
Así,
a fuerza de amante sin fortuna
Que
intenta huir a su destino adverso,
Voy
a forjar un amoroso verso
A
la memoria de Rosario Luna,
Aquella
que me dio todo lo suyo,
Aquella
a quien le di todo lo mío,
La
que tuvo calor para mi frío,
La
que no supo hablar sino en arrullo,
La
que para aliviar en su partida
Mi
carga de dolor y desconsuelo,
A
cambio de mis noches de desvelo
Me
mostraba su faz agradecida.
Cuando
vencido por la desventura
Palpé
el horror de mi existencia vana,
Tendiome
al punto, como buena hermana,
El
mullido plumón de su ternura.
Si
en cada poro me clavaba espinas
El
dolor en que estoy crucificado,
Ella
sobre mi cuerpo lacerado
Hizo
lo que a Jesús las golondrinas.
Al
reposar de la habitual lectura
Que
nuestro pensamiento fatigaba,
Mi
corazón sumiso se extasiaba
En
la piedad de su mirada oscura.
Corría
el tiempo desapercibido
Sin
que nuestro silencio se turbara,
Lo
mismo que una mano que pasara
Por
sobre el lomo de un lebrel dormido.
A
veces, al relato de algún cuento,
Mientras
alzaba por temor el hombro,
Parpadeaban
sus ojos en asombro
Como
dos mariposas contra el viento.
Y
si el amor que urdió la fantasía
Tras
el punto final quedaba ileso,
Me
pagaba el relato con un beso
Por
compartir conmigo su alegría.
EMILY DICKINSON
Cuando cuento las semillas…
Cuando
cuento las semillas
sembradas
allá abajo
para
florecer así, lado a lado;
cuando
examino a la gente
que
tan bajo yace
para
llegar tan alto;
cuando
creo que el jardín
que
no verán los mortales
siega
el azar sus capullos
y
sortea a esta abeja,
puedo
prescindir del verano, sin queja.
SOFÍA CASANOVA
Es para mí una gracia inesperada…
I
Es
para mí una gracia inesperada
que
tu optimismo no pusiera veto
al
pesimismo audaz de mi soneto,
chispa
en el aire de mi pluma espada.
Es
tu optimismo tradición forjada
con
libertades y al honor respeto
mas
tú y yo conocemos el secreto
de
decir: «por aquí no pasó nada».
De
una guerra infernal las ondas rojas
de
una revolución, que huyas o acojas
nos
arrastran, nos llevan al abismo.
Hay
que saber perder, solo quien sabe
mirando
al cielo conducir su nave,
la
salvará quizás, del cataclismo.
II
Hay
que saber perder y hemos perdido
una
generación de tal grandeza
que
es un milagro porque en ella empieza
del
profeta el milagro prometido.
Sin
armas, pan ni luz han combatido,
fue
hospital cada hogar y fortaleza
y
nación en fuego y sangre la proeza
que
el pasado jamás ha conocido.
La
palabra no puede definirla,
hay
que sangrar con ella, hay que sentirla
vivir,
luchar, morir, vencer en vano
y
ver que en cada tumba cada aurora
la
Madre que con tantas madres llora
pone
una cruz, de luz, su triste mano.
III
Gloria
al hecho inmortal de esas legiones
que
a Polonia en Varsovia defendieron,
que
las cadenas bárbaras rompieron
cantando
al pelear sus oraciones.
Nuestras
son sus divinas ilusiones,
nuestro
cuanto ganaron y perdieron,
mártires,
que al partir nos ofrecieron
su
corazón a nuestros corazones.
Hoy
el triunfo de al ayer es diferente.
Hay
que virilizar y unir el frente
y
desarmar la pérfida anarquía,
forjar
con nuevos hombres nuestra historia
y
en paz o por la fuerza, la victoria
la
inviolable, ancestral Soberanía
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