"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 31 de julio de 2025
RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN
Edgar
Poe
PETER
Brueghel, Iernimus Bosch, y Patinir,
Goya y Petrus Borel lo hubieran comprendido
(¿quién dijo que el delirio de la razón
engendra monstruos?)
La sociedad de los Rotarios,
los linchadores de negros y de rosas,
los verdugos de niños y de sueños
le daban asco y él bebía, ¿para olvidar?,
cuando aún no existían
las letras de los tangos tristes
JORGE SANTIAGO PEREDNIK
El
muro de las desapariciones
a partir de una escultura de Miguel Vayo
es
esta claridad
ay ay
es esta
ay
esta claridad
basta sol
una figura que falta
esta claridad
este agujero en el muro
este frío que entra
este viento
este ausen
basta
lo que hay no basta
adherida
grabada con qué
en el muro
pintada con qué
en nosotros
tallada con qué
la ausencia
un viso
el sincel
lo que no hay
que si alguien falta
hay
la falta de alguien
ay
lo que no deja ver
la claridad
el agujero
lo que no deja sentir
el hu
el eco
lo que dijo una voz
lo que dijo otra vez
que hay alguien que no hay
que no en no
que no jamás
que nunca
esa falta
va a poder
en n s tr s
en el mur
parar
tra vez el vient
llenar
tra vez el huec
tapar
tra vez el s l
LUCÍA CARRANZA
Conteo
Self
injury, tú eres más fuerte, un dios al que no necesito rezar.
En soledad ser mi enemiga es tan placentero,
ya no digamos luego.
Tengo que esconderlos aunque sea invierno
Porque no quiero responderte
Porque no me da la gana de escucharte, de quererme.
Esto
es como el sexo, como yo con el sexo.
Excesos primero, culpa luego.
Miro un cepillo de dientes, mi instrumento
Veo la porquería saliendo
Y duele en las tripas,
En las tripas y en el corazón, en los ojos rojos que odio en el espejo.
Dos
mil calorías en una hora,
Arcoíris de lentejas, paquetes de galletas.
Mi fiesta y no necesito bailar.
Todos los invitados son mis esclavos
Falso, la esclava soy yo.
Ahora soy tan dulce, pero no te puedo besar.
MELISSA PATIÑO
51
El cuerpo del Atroz
es del tamaño de la ciudad que habita
un lugar fraguado cubierto
del principio gris.
La institución del Atroz es la ciudad
placidez alucinada
los ríos sinuosos agonizan la tierra
el viento se extingue en la hierba inflamada.
No hay ser capaz de ser, en aquel reino
capaz de contemplar
no hay gloria más tenebrosa.
El efluvio del Atroz lo inunda todo, se impregna como sombra en el corazón de
cada niño que nace y junto con el tiempo que pasa, transforma las pieles
doradas
en
Grises.
ENRIQUE WINTER
Andrés,
los peces cambian de nombre cuando los pescan
He
comenzado a valorar la prudencia burguesa
cuando
alojo en la casa de mi novia
con
los carretes del vecino, la radio a máximo volumen,
las
peleas, la tele que no apagan,
sobre
todo las risas que se oyen al frente.
En
mi casa materna hay silencio,
no
venden leche ni matraca el gas.
Me
reí mucho cuando un ex compañero de colegio
interrumpió
mi baile para decir que siempre quiso
darle
a mi ex. En otro sitio habría
que
pegarle. Los más pobres se ofenden
si
no ofrezco los puños. Si no los llamo, juran ley del hielo.
Como
éste es facho, brindaría si al fin le confesara:
todos
los resentidos que conozco
se
enamoran
de
la primera cuica que los pesca.
PABLO ROMAY
¡Agito
la cabeza
la
agito, la cabeza agito, la agito, la cabeza, agito,
agito
la cabeza, agito la cabeza, la agito la cabeza, violentamente, con todas
mis
fuerzas, con todo mi poder, mi energía, mi deseo,
mi
rabia, mi frustración,
con
la fuerza para romperme el cuello!
Muevo
la cabeza, la reboto, la balanceo, la golpeo, la bailo,
la
columpio, la pendulo, la hago girar, la agito, la cabeza,
la
cabeza agito, la agito, la agito, en un vaivén frenético,
escuchando
esa música de paraíso perdido,
metal
pesado, melódico, poderoso,
y
maravillosamente me ayuda a desahogar mi tristeza,
como
si los movimientos bruscos literalmente me la sacaran de la cabeza.
Después
de unos minutos de agitarla, me siento mejor, casi bien.
