lunes, 15 de octubre de 2018


MARÍA TERESA IRAZABA





Regresé con mi padre a casa
y descongelé del refrigerador
sus últimas verduras de diabético
que estaban rígidas como él.

Su baston que rasguñaba las esquinas
quedo inmóvil

Encerré sus cenizas en el ropero
mis labios los transforme
en una sonrisa
tiré a la calle su viejo tocadiscos
y soló conservé el reloj parlante
su sonido fuerte
aun escucho
son las 4 y 9
son las 2 y 5

Para el viejo
el tiempo ya no importan




EVARISTO CARRIEGO




Como un deslumbramiento de rubias primaveras...



Como un deslumbramiento de rubias primaveras
irradian y perfuman las dichas prisioneras
de todos tus encantos ¡Oh, poemas paganos!
Heroína y señora de rondeles galanos:

Para que siempre puedas orquestar tus mañanas
calandrias y zorzales mis selvas entrerrianas
te ofrecen en mis trovas. Que en todos los momentos
te den las grandes liras sus más nobles acentos,

y revienten las yemas donde el placer anida,
en las exaltaciones gloriosas de la vida
que surgen en el cálido floreal de tus horas,
como un carmen de auroras, ¡eternamente auroras!


IRENE SÁNCHEZ CARRÓN





Tienda en casa



Reciba, sin gastos de envío,
su sonrisa restaurada y blanqueada,
fácil de montar,
sin baterías,
biodegradable,
autoadhesiva,
inodora,
a prueba de bombas,
retransmisiones bélicas en directo,
genocidios,
intervenciones aliadas y ataques a objetivos no civiles
que al final resultan ser un puente, una fábrica,
quién sabe si algún parque,
eso sí, no civil.

Pruebe sin compromisos
nuestra sonrisa
sometida a los mejores controles de calidad
y vuelva a brillar con luz propia
en todo tipo de acontecimientos.

Si no queda conforme,
le devolvemos su tristeza.



FÉLIX SUÁREZ





1



Acataré la estricta disciplina
y los hechos sin vuelta de mi vida.
Seré obediente a las señales únicas del cielo
y rodaré todos los días, celosamente,
la piedra oscura de mis actos.

Y me tendrán por manso.

Pero yo devastaré la piel
y sorberé los huesos y los ojos
de todos los que lleguen hasta aquí
buscando asilo,
de todos esos tristes penitentes
que vienen a buscar fortuna entre tus muslos.

Devastaré sus carnes y redaños.

Después me tenderé contigo, suavemente,
como una mansa bestia, inerme
y sin aliento.


MIHAI EMINESCU





¡Oh, madre!...



¡Oh, madre, dulce madre, del fondo de los tiempos
siento que entre el murmullo de las hojas me llamas!
Sobre la cripta negra de la sagrada tumba,
se deshoja la acacia al soplo del otoño
y sus ramas agita, tu voz acompañando...
Ellas se mecerán y tú dormirás siempre.

Cuando muera, querida, no llores a mi lado;
pero al sagrado tilo arráncale una rama,
ponla en mi cabecera y entiérrala conmigo
y que sobre ella corra el llanto de tus ojos;
un día llegará a dar sombra a mi tumba...
La sombra crecerá y yo dormiré siempre.

Y si acaso ocurriese que muriéramos juntos,
que no nos lleven nunca al triste cementerio,
que caven nuestra tumba al borde de un arroyo,
que nos coloquen juntos en un mismo ataúd;
así te quedarás apoyada en mi hombro...
Siempre llorará el agua y dormiremos siempre.


Versión de Rafael Alberti y María Teresa León


JOSÉ SARAMAGO




Inventario



De qué sedas están hechos tus dedos,
De qué marfil tus muslos lisos,
De qué alturas llegó a tu andar
La gracia de gamuza con que pisas.

De qué moras maduras se extrajo
El sabor acidulado de tu seno,
De qué Indias el bambú de tu cintura.
El oro de tus ojos, de dónde vino.

A qué mecer de ola vas a buscar
La línea serpentina de tus caderas,
De dónde nace la frescura de esa fuente
Que sale de tu boca cuando ríes.

De qué bosques marinos se soltó
La hoja de coral de tus puertas,
Qué perfume te anuncia cuando vienes
A rodearme de deseo las horas muertas.


De: "Poesía completa"

Versión de Ángel Campos Pámpano