viernes, 17 de abril de 2020


JUAN EGAÑA





Visión



Tristeza vaga, inquieta, suave…
penas que nunca hemos tenido…
añoranzas… ¿de qué?… Dios sabe…
tristeza vaga, inquieta, suave…
penas que nunca se han sentido…

Nostalgia, desorientación,
conciencia de no saber nada…
resignación de ciego, helada;
ciega, brutal resignación…
¿se habrá podrido el corazón
en la mitad de la jornada…?

Más nuestro espíritu no ignora
lo que somos y adonde vamos…
hay largos siglos hasta la hora
de llegar a lo que ignoramos…

Tristeza vaga, inquietud suave,
presentimiento de algo grande:
apóstol, genio, sombra, ave,
(arcano, clave)
cerebro autómata que arde…

Mientras vivamos sin motivo;
sigamos, sin saber por qué.
Yo sé que hay algo eterno y vivo,
sigamos mientras, sin motivo:
yo sé…


MARITA TROIANO



  

Casi una vida de Marita Troiano



Cumplí trecientos años de antropoide incesante
Recomponiendo la luz
Visitando abismos
He cumplido tres siglos de desdeñosa faz
De corrupta azucena encendiendo juventudes
A radicales grietas de mi anunciada vejez
— victoria indiscutible de un verdugo sin decoro
que acaricia mis cuencas con tijeras con cuchillos
verdugo que muge y muge con el viento sus conjuros-
Cumplí trecientos calendarios de papel
Pretendiendo robar alturas a las cumbres
Humedad al agua
Paz al silencio
Prendida del lenguaje precipitando sueños
Reventando la bestia acurrucada que escupe aburrimiento
En un lugar de nadie
Fusionada a la hiedra
Ajado el ghetto
Cumplí trecientos años negándome a ser parte del imperio
Del engaño / sumida en mi esfera marginal/en una
Inflorescencia de flor unisexual
En mi confín secreto
Barriendo con los pies pedazos de mi selva
(fragmento de almas / noción de patria y redención
tristeza por el número infinito)
Cumplí no sé cuantas campanadas de reloj
En un profundo océano
Hecho líquido el tiempo
En sendas nubes gaseoso evaporado
Al revés el alfabeto
Añorando terca al pleistoceno
Y a Quetzalcoátl la serpiente de emplumado aspecto
Solemnizando anatomías por la fuerza
Haciendo iridiscente la miseria
Con rabia por no entender la Via Láctea
Sumisa a bosquecillos
La demencia larga
En descalabro mis arterias
Descifrando inútilmente lenguaje de gaviotas
Alrededor de extraños sin rostros y sin manos

Cumplí trecientos anos!
Casi una vida -así como Matusalén-
Sembrando de ignorancia tantas playas
Mi libertad en embrión
Estrechada masoquista impotente
Bautizando mensajes junto a la protohistoria
Insistiendo con la tierra
Acusada de vivir tanto y poco
Tanto y nada

…Subversiva sin embargo


RAFAEL POMBO





Amor y ausencia
  


¡Qué dulce sabe el amor
Tras el dolor de la ausencia
Cuando hay fiel correspondencia
Entre amada y amador!

Cuando en su separación,
Cual la amante aguja esclava
Del Norte, siempre apuntaba
Uno al otro corazón;

Cuando el sol que alumbra el día,
iDía de eterno desearse!
Tan sólo para buscarse
Al uno y otro servía.

Y la enamorada bella
Soñaba sueños de miel
Con su amado, y jamás él
Soñaba sino con ella.

Cuando sordos los oídos
Y los ojos con ceguera
Cuanto de su amor no fuera
Les hablaba sin sentidos.

Y querrían que hasta el viento
En todo tiempo y lugar
Les hablara sin cesar
De su único pensamiento.

Y la más preciosa estrella
Y el más bello ángel de Dios
Era feo para los dos,
Porque no era ni él ni ella,

Porque fuera de su amor,
No había mundo ni vida,
Y era hermosura perdida
Cuanta más hizo el Señor.

No vuelvas ni a mi memoria
¡Oh infierno del mal de ausente!
Con razón dice el creyente
Que ver a Dios es la gloria;

Que el infinito consuelo
Que siento al volverte a ver,
Me dice cuál ha de ser
El de ver al Dios del Cielo.

iOh Dios! hasta en tu rigor
Reconozco tu clemencia.
Por tu bondad es la ausencia
La resurrección de amor.

¡Tú no sabes, vida mía,
Cuan bella te encuentro ahora
Y cómo te ama y te adora
El que apenas te quería!

Como el campo al redimido
Bajo de un cielo esplendente,
O como al convaleciente
El bocado apetecido.


SANTA TERESA DE JESÚS





Caminemos para el cielo



La pobreza es el camino
el mismo por donde vino
nuestro Emperador al suelo,
hijos del Carmelo.

Caminemos, caminemos,
Caminemos para el cielo
Hijos del Carmelo
Caminemos caminemos
para el cielo

No dejar de nos amar
nuestro Dios y nos llamar,
sigámosle sin recelo,
hijos del Carmelo.

Vámonos a enriquecer
a donde nunca ha de haber
pobreza ni desconsuelo,
hijos del Carmelo.

Hermanos, si así lo hacemos
los contrarios venceremos
y a la fin descansaremos
con el que hizo tierra y cielo,
hijos del Carmelo.


AMANDO CARABIAS



  

La metamorfosis de los Alhelíes
Contemplando la foto de los cadáveres de unas niñas palestinas…

A Beatriz Ruiz, siempre comprometida
con los desheredados y con los poetas.



Duermen los alhelíes rojos, callan
bajo esta tierra: sangre, sudor y barro
de vísceras que explotan.
Duermen los alhelíes rojos, tiemblan
acurrucados en la oscuridad
del dolor inabarcable.
Duermen los alhelíes rojos, sueñan
con que el perfume de sus labios niños
muera esta madrugada.
Duermen los alhelíes rojos, niegan
desdibujar con su fragancia el vómito,
la nauseabunda fetidez de sangre.
Duermen los alhelíes rojos, oran
para evitar ser cómplices sin alma
de olvidos, desmemorias y mentiras.
Duermen los alhelíes rojos, borran
tirabuzones negros que sonríen
seda en los labios que musitan salmos.
Duermen los alhelíes rojos, miran
las ilusiones hechas pesadillas
sólo aptas para un pudridero en sombra.
Duermen los alhelíes rojos, niegan
repartir el fragor de su perfume
dentro del territorio que se muere...
Duermen los alhelíes rojos, sueñan
con ser ya flor marchita.
¿Sabrán ellos que son inmarcesibles?
Duermen los alhelíes rojos, duermen,
ajenos a una voluntad más alta
que determinará un milagro oculto,
que su perfume ondeará en la brisa
de esta madrugada.
Quizá, al amanecer, los alhelíes
rojos de sangre que declina y llora,
se conviertan en alhelíes blancos,
en alhelíes albos: vida y luz.


WYSTAN HUGH AUDEN





Por fin se devela el secreto...



Por fin se devela el secreto, como al final siempre debe
    suceder,
la suculenta historia está madura para contarla al amigo
    intimo;
sobre las tazas de té y en la plaza logra al fin la lengua
    su deseo;
aguas quietas corren en lo hondo, amada, no hay humo sin
    fuego.

Atrás del cuerpo en la morgue, atrás del fantasma
    en los linderos,
atrás de la dama que danza y del hombre que bebe como
    loco,
bajo la mirada fatigosa, el ataque de migraña y el lamento,
invariablemente hay otra historia, hay más de lo que mira
    el ojo.

Para la clara voz que súbitamente canta, allá arriba
    en las paredes del convento,
el perfume de viejos arbustos, las huellas amigables
    en el corredor,
los juegos de croquet en verano, el apretón de manos,
    la tos, el beso,
hay siempre un maligno secreto, una razón privada
    para todo esto.