lunes, 28 de febrero de 2022


 

GERTRUDIS PEÑUELA

 


 

El beso

 

 

Cállate, nada digas.
No quiero que disipes
este blando misterio…
Deja que en el hondor
de los minutos,
se asfixien las palabras
y arda sólo el deseo.

Bésame así, despacio.
Qué profundos tus ojos,
dos silencios
tocados con un velo de caricia
tiñendo la blancura de mi carne
con el oro rosado del incendio.
¡Qué flexible tu boca!
Tiene a veces
palpitación de ruego,
o es tan cálida y suave,
como una fruta bajo el sol madura
o como el pálido rubor de un seno.

Bésame así… despacio.
Que tu lengua como una llama viva
alimente mis sueños,
y después en mi lánguido abandono,
sea una brisa limpia
brillando en los jazmines de mi lecho.

¿Y dices que es un tósigo en mis noches
de soledad ansiosa tu recuerdo?
Pero no, que el veneno me lo diste
entre los opios tibios de tu aliento.

Así… despacio.
Que mi cuerpo todo
para tus labios sea
tibio estremecimiento,
y que tu vida
baje hasta mi vida
bajo la muda encarnación
de un beso.

 

 

MARIO BENEDETTI

 

  

Botella al mar



Pongo estos seis versos en mi botella al mar
con el secreto designio de que algún día
llegue a una playa casi desierta
y un niño la encuentre y la destape
y en lugar de versos extraiga piedritas
y socorros y alertas y caracoles.

 

 

LOLA RIDGE

 

  

Popurrí

 

 

¿Recuerdas
el melón dulce de la luna
goteando espesa miel de luz
donde Canal Street va paseando sola entre árboles silenciosos?
Y el leve aroma rancio de patchoulí,
fragancia de Nueva Orleáns
como un nardo marchito
sostenido en la cálida atmósfera…
maravillosamente intacta.

 

 

MARÍA CRISTINA MENARES

 

 

Vigilia de amor en Hanga Roa

 

 

Sólo en sueños puedo amarte,
hombre de piedra.

Hombre
tallado en la cantera
del volcán Rano Raraku;
vigilante milenario,
dios altivo.

Yo presiento
que en las noches en que suelta
su aromático aliento
el eucaliptus,
me escudriñas con tu estática mirada.

Otras veces
es tu voz la que me alcanza
a través de la distancia,
con clamor petrificado.

No me busques,
no me nombres
ni me implores
desde nubes de una atmósfera intangible
de sombras y reflejos.

Entiende que la llama del amor
no resplandece
de gélidas caricias escarchadas.
y por eso, no me ruegues,
ni me invites a besar tus labios fríos,
ateridos
por la nieve endurecida de lo siglos.

Porque yo
sólo en sueños puedo amarte,
Moai Maea:
¡cuando el cielo se ilumina
con la luz de las estrellas,
y la noche con sus sábanas sombrías
cubre el justo letargo de la tierra!

 

 

MANUEL TIBERIO BERMÚDEZ

 

 

El rumbo del poema

 

 

Yo te construyo poesía
Lentamente
Como acariciando
Cada palabra
Que llega desde adentro
Desde la carne
O desde el alma
Desde la alegría
O desde el grito desgarrado

Yo te hago poesía
Con trozos de recuerdos
Con mensajes encontrados
En el aire
Con miradas cruzadas con la mía
Con pedazos de vida
Con ausencias y olvidos
Con abrazos y besos
O cuerpos poseídos

Yo te invento poesía
Con palabras que llegan
Por su cuenta
Gritando, exhibiéndose
Contando o cantando
Celebrando o riendo
Y yo con mi pluma
Les trazo el rumbo del poema

 

ANDRÉS HENESTROSA

 


Ven a mí…

 


Ven a mí, acércate,
acércate más, más cerca.
Dame tu mano
y por el camino de mi mano
pásate y éntrate en mi corazón.
Escucha lentamente para que
puedas entender estas palabras
que en mis labios tiemblan.
Verás mis palabras caer en el aire,
como si fueran pequeñas balsas
próximas a naufragar su contenido.
Acógelas.
Sé tú como una blanda orilla de mar
a donde mis palabras recalaran.
Acércate más, más cerca.
Dame tu mano.
En mis historias encontrarás
lo que es limpio, lo que es bello,
lo que transparente brota de mí
como una flor.
Acógelas, sé tú como una blanda orilla,
donde mis palabras recalaran.
Acércate más, más cerca.
Pero ¡ay de mí!, si estando tú
en mi corazón, yo abro los ojos
y te busco en el viento y en la nube,
y otra vez me encuentro solo,
completamente solo bajo el viento.