sábado, 16 de noviembre de 2019


MARINA TSVETAIEVA





Sin cansarme

a Boris Pasternak



Sin cansarme, como pedregal
Que se rompe, sin cansarme
Como se espera que llegue la muerte,
Que llegue la rima, sin cansarme

(Como el rehén encadenado
Espera la llegada de la soberana)
Sin cansarme, como se acaricia
La venganza, sin cansarme—

Esperaré (Párpados plúmbeos.
Dientes contra labios. Endurecida. Pétrea)
Sin cansarme, como se mece
La ternura, sin cansarme

Como perlas que se horadan,
Sin cansarme, como uñas
Que se muerden, sin cansarme
Esperaré — Rechina un trineo,

Cruje la nieve. Rechinan los goznes:
La taiga brama y se hunde.
Rescripto supremo: Príncipe nuevo,
Nuevo reino, entrad alteza.

Y bajo mi techo:
No aquí abajo —
Sino en mí.

27 de marzo de 1923


JULIO TRUJILLO




Bipolar



Una mitad se para en las cornisas,
asoma las falanges
y sacia en ese imán su sed de abismo.

La otra mitad hipotecó las rótulas,
evita los perímetros,
se para en la certeza del aquí.

Una se crece en el incendio,
ama la muerte como los coleópteros
adoran su reflejo en una flama.

Otra se dora bajo un sol anémico
que sólo sabe conquistar el gris
con rachas de amarillo.

Una ya te enlazó por la cintura.

Otra se tarda en redactar su amor
por la escritura.

Una pone el olfato y clava el dardo.

Manda un mensaje la otra
que va de la cabeza hasta las puntas,
sigue el rastro,
fija el tiro,
suelta el dardo:
es fiel al instructivo que se adjunta.

En el trasluz verdeamarillo de las hojas
se pierde una mitad
mientras la otra
lamenta no ser bosque.

Una conoce las alturas,
desciende en grandes y pausados círculos,
la está peinando el aire y silba nítido.

La otra mitad afila el pico,
olvida el vuelo porque está quebrando
los huesos de la liebre
que aún no apresa.

Una mitad es voluptuosa y crece
como la sed,
como un correoso tallo que posterga
la flor definitiva.

Otra mitad desbroza para andar,
se abre un camino
pero no lo encarna.

Templa sus élitros el grillo para todos, para nadie:
se pasma una mitad,
la otra lo busca,
sigue buscándolo,
ansía encontrar la fuente de la música.



LUCILLE CLIFTON





juan



alguien viene en la oscuridad
como una estrella
y el mundo sea un gran arbusto
sobre su cabeza
y sus ojos sean fuego
en la ciudad
y su boca sea verdadera como el tiempo

él llamará a la gente hermano
incluso en la prisión
incluso en la cárcel

sólo soy un predicador bautista
alguien más grande que yo viene
en la oscuridad como una estrella


LÍBER FALCO





Regreso 
A Mario Arregui



Allí golpea lejos sobre el mar la lluvia.
Desde siempre y siempre.
Desde quién sabe qué oscuro designio,
allí golpea y golpea la lluvia sobre el mar.

¡Oh! inmemorial paisaje.
Monstruo paciente y solitario,
mar amargo, agua última
donde un hombre y su miedo
huyen, beben y vuelven
en secreto y solos.

Cuando de allí se vuelve
nada alcanza en la Tierra y todo es triste.
Sin embargo, con urgencias de ahogado
uno pregunta y llama, y otros nos oyen;
porque es preciso juntos, enterrar la muerte.

Y aunque llueve también sobre la Tierra
y sobre los campos y ciudades llueve,
lejos quedó lo que no tiene nombre
y alguien con visceral memoria
se rescata y vive.

Entonces, sí, qué alegría, sentir que estamos vivos,
ir por las calles con cantos de borracho
y sobre tantas cosas inefables y tristes,
poder de nuevo y otra vez, recuperar los días.

Así de oscuro, de embebido o muerto,
un hombre lleva su alegría por la tierra.



GEORG TRAKL





Horror



Me vi andando por habitaciones desiertas.
Las estrellas bailaban, locas, sobre el fondo azul,
Los perros ladraban fuertemente por los campos,
Y un viento salvaje gritaba entre los árboles.

Y de pronto: silencio. La tenue llama de la fiebre
Hace surgir flores venenosas de mi boca,
Y cae el rocío, pálido y chispeante, desde las ramas
Como desde una llaga, gotea y gotea cual sangre.

Por el engañoso vacío de un espejo
Surge desde el horror y la oscuridad
Un rostro, lenta e indistintamente: ¡Caín!

La cortina de terciopelo roza apaciblemente.
La luna brilla sobre el vacío a través de la ventana.
Heme aquí, a solas con mi asesino.



JORGE ENRIQUE ADOUM





No es nada, no temas, es solamente América



Cuando supe
(Porque yo soy así, aquel que se levanta
a golpes, se desentierra, se pone el cuerpo
que dejó en la silla, la esperanza que ya no
le servía sino como una mala dentadura,
y sale, más bien se saca, para ver cómo han ido
los días de allá afuera, cómo sigue la insolente
estatua de los dictadores, casco arriba y casco
abajo, animal de baraja, poniéndose mala
madre por su cuenta, mala hostia en el verano
enamorado, mala piedra en su rocío, su memoria,
sólo para que tropiece el desterrado, caiga
apenas, a duras penas, crea que se equivoca,
que no tiene razón en su raíz)
me desperté
asustado. En dónde estoy, grité, después
de tanto esfuerzo, hasta cuándo
es antes todavía, cómo me llamo
entonces, para qué me llamo.
(Porque todo
olía a siempre, a sufrimiento viejo, muerte
de ayer que no valió de nada, absurdo
en que han quedado restos de la telarañada
cena, y todavía, todavía hay que poner
la mesa, camareros, perezosos profetas
consuetudinarios, ponerle voluntad al pan,
servir el desayuno de los pobres, sin tanto
regresar a hoy, error de fecha, digo,
y tantos siglos sin lavar la servilleta.)

Y no pude seguir desaprendiendo a pura
historia, y no pude apretarle el cinturón
al corazón para que aguante. Mejor nos fuimos,
prójimo y yo, a rehacer lo roto, los vestidos,
a preparar las vísperas.
Aún no he vuelto
y no sé cuándo volveré a morir: no tengo tiempo.


De: “Yo me fui con tu nombre por la tierra”