"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 24 de mayo de 2021
AIXA RAVA
Armadura
Debajo
del árbol me arrulla
como el viento a las ramas esa tarde
que me enfrenté a papá.
Diestra en el sostén de cuatro hijos
sus brazos rodean mi espalda
entrelaza las manos
y nos balanceamos las dos
una canasta humana.
Me dice No le contestes, hija…
palabras que puedo entender
y nos hundimos en las lides del cuerpo
y de la mente
como queriendo justificar
levantamientos y sumisiones.
Así, la vida-contienda, el hogar-campominado
el lenguaje-aguja y estos hilos que
se enredan y no se cortan.
Madre,
todavía no aprendo
y me encierro en el abrazo
debajo del árbol, al arrullo del río.
A veces la armadura
se parece a un cascarón
y se parte.
De: “Los sitios de mi cuerpo”
DANIEL MONTOYA
Carta a Bolívar
Viajaste
a Europa, cruzaste el mar
y en ese mundo viejo y plano
hallaste el aire que requerías
para aventar las colonias españolas.
Yo
viajé a Suramérica, crucé el mar
y en ese mundo nuevo y montañoso
hallé el movimiento que requería
para volcar las taxonomías científicas.
Parecer
ser que no se trata
únicamente de cruzar el mar.
A
veces la verdadera libertad
es regresar a la jaula.
A veces el verdadero amor
es tragarnos los alambres.
FERMÍN VILELA
Elegía del Buen Ayre
Estos
son los ángeles en los que nadie cree.
Son los que van de casa en casa, hablando con un dejo
de tabaco y medicinas sin nombre. Quienes anidan
en el dormitorio de la niña, en la cama del ausente.
Quienes van entre playas, motores y acantilados
escuchando la perversión sin confesiones,
el río atravesado, lo que nadie quiere decir.
Resulta que estos ángeles nunca se olvidaron
de reclamarle al dios cual sea que los haya puesto a trabajar
sin siquiera ayudarlos ni medir el daño colateral de sus alas,
que golpean todo lo que rozan y llevan ciertos nombres
escritos en ellas. En la fila del supermercado, cambiando pañales,
besando dos veces la tierra, pasando un trapo amarillo
sobre la mesa del bar. Ahí estaban los ángeles
porque los ángeles no sólo estaban entre nosotros,
respiraban en nosotros. Heridos por las batallas
míticas de todos los días, heridos sin poder decir
exactamente dónde fueron heridos, deambulando
bajo las ruinas blancas como blancos son los huesos
del dios que los desterró y hoy saca provecho
de sus alas caídas, los dispone mientras se aclara
la garganta, hace de sus días un laboratorio.
ALEXIS ROMERO
Realidad de la limpieza
y si
te digo que la poesía
no es verdad
ni la verdad
ni te convencerá de las cosas
ni hará visible la nada
ni te aclarará por qué la muerte
y no la brisa
dicta y socava la elegancia del espacio
donde nunca amamos
MELISSA OLIVARES
Quicksilver o el nuevo Mercurio
Traspaso
el tiempo, me desfragmento para reparar las emociones
si
Magneto fuese mi padre, descansaría
usaría
su mutación y haríamos esculturas de metal en el presente
extenderías
sus manos y crearíamos diques con proyectiles para evitar las plagas
Ralentizaría
su odio y bailaríamos un walzen sobre
mi origen
No
importaría leer las mentes cuando la mía no se detiene
porque
eso es dar niebla,
para
que la vista sea difusa
estar
ahí cuando la lágrima cae y se inicia una era desolada
Soy
solo alguien de tránsito
soy
el espectador de la vida del mundo,
un
mensajero sin dioses
una
cadena de momentos eternos, los meses de cartón que vuelan
y
hacen remolinos de tu vida
Sintiendo
el continuum inclemente
de
una mano llegando a un cuello
de
una bala a punto de tocar una sien
de
un latir que se detiene en el respiro de alguien
Soy
el villano que se hizo héroe y se quedó sin padres
el
que convirtió las acciones de destrucción en una broma infinita
el
que detiene la tragedia
el
que ha perdido antes de nacer
y en
mi entrega me deslizo entre los espacios
para
ser tu manto en el frío
mientras
te observo frente a un horizonte irreal
porque
no existo
solo
es tu mente que día a día dibuja
la
misma escena de salvación inconclusa
ALFREDO HERRERA FLORES
Guarecido de la lluvia
Cielo
andino azul plomo
descansa sin riesgo alguno
sobre filuda cresta de cordillera gigante,
mientras sorbo café
o mastico coca
guarecido de la lluvia
pero iluminado por ligero rayo
extraviado de sol.
De: “Acerca de la palabra imán”