martes, 4 de marzo de 2025


 

FADWA TUQAN

 


  

Polvo

 


El final
de mi largo camino
hasta donde yo llegue, en cualquier destino,
es el premio de los años
no el de llegar.
¿Por qué me apresuro? ¿Qué quiero
de mi viaje
por esos desiertos
como una sombra fugitiva?
Mis pies consumidos por las rocas
las olas del viento que siguen dando vueltas
y vueltas conmigo
mientras yo sigo a través de este vacío
de esta soledad.
Polvo, polvo
delante y detrás mío; a mi alrededor, polvo.
Corro y corro; y en mis manos
solo la ilusión, nada.
Cansada, cansada.
El final
de mi largo camino,
aunque este se alargue,
de cualquier destino,
es el premio de los años,
no el de llegar.

 

CHARLOTTE BRONTË

 

 

 

Placer


 

El Placer verdadero no se respira en la ciudad,
Ni en los templos donde el Arte habita,
Tampoco en palacios y torres donde
La voz de la Grandeza se agita.

No. Busca dónde la Alta Naturaleza sostiene
Su corte entre majestuosas arboledas,
Donde Ella desata todas sus riquezas,
Moviéndose en fresca belleza;

Dónde millas de aves con las más dulces voces,
Dónde brama la tormenta salvaje
Y millas de arroyos se deslizan suaves,
Allí se forma su poderoso concierto.

Ve hacia donde el bosque envuelto sueña,
Bañado por la pálida luz de la luna,
Hacia la bóveda de ramas que acunan
Los sonidos huecos de la Noche.

Ve hacia donde el inspirado ruiseñor
Arranca vibraciones con su canción,
Hasta que todo el solitario y quieto valle
Suene como una sinfonía circular.

Ve, siéntate en una saliente de la montaña
y mira el mundo a tu alrededor;
Las colinas y las hondonadas,
El sonido de las quebradas,
El lejano horizonte atado.

Luego mira el amplio cielo sobre tu cabeza,
La inmóvil, profunda bóveda de azul,
El sol que arroja sus rayos dorados,
Las nubes como perlas de azur.

Y mientras tu mirada se posa en esta vasta escena
Tus pensamientos ciertamente viajarán lejos,
Aunque ignotos años deberían atravesar entre
Los veloces y fugaces momentos del Tiempo.

Hacia la edad dónde la Tierra era joven,
Cuando los Padres, grises y viejos,
Alabaron a su Dios con una canción,
Escuchando en silencio su misericordia.

Los verás con sus barbas de nieve,
Con ropas de amplias formas,
Sus vidas pacíficas, flotando gentilmente,
Rara vez sintieron la pasión de la tormenta.

Luego un tranquilo, solemne placer penetrará
En lo más íntimo de tu mente;
En esa delicada aura tu espíritu sentirá
Una nueva y silenciosa suavidad.

 

 

CÉSAR BRAÑAS


 

Donde estoy




Si quieres encontrarme no me sigas
en mi desamparado movimiento,
guárdate de la flor de mis fatigas
y del dictamen de mi desaliento.

Mis pájaros de sueño no persigas,
huye el que es en mí vencido intento,
mi destrozado símbolo de espigas,
mi desolado sollozar de viento.

Me encontrarás en el ciprés dormido,
en la porosa tierra desgajada,
en el agua, en la nube y en el humo.

¿Pero por qué me buscas sin sentido
fuera de ti, si en tu extensión amada
río de fuego y llanto me consumo?

 

 

ORFILA BARDESIO

 

 

 

El poeta

 

 

Lejos de ocios y telares
un espejo ardiente
recibe caras que no ha pedido.
Con vuelo, no corona las cosas:
dentro del agua que lo recuerda
besa a todos los seres
en el caracol marino
correspondiente a su turno

 

GALO GHIGLIOTTO

 

 


 

Nada haces con los trazos de mi locura

heridas abiertas descubres

y miras hacia el sol

mis talentos no dilapidas ni escondes

tomas mis palabras truncas

para construir una torre

desde la que valle te miro

extensa

vasta en procesión de plantas e insectos

montañas avanzan y suben

escarcha ligera en mantas

casi transparentes

vacías de distorsiones sinuosas

abruptas pruritos inaguantables

haces de la luz un sonido efervescente

mente calma y calmo

todo menos la sed que lame

la imagen tuya de ti que tienes instalada en el

centro exploratorio diestro en

cerrar abismos como deporte casi como

nostalgia de lo impuro y puro

sudor que cruza de un lado a otro de la cordillera

se avergüenza de su tono lustre

y lacustres lagos y lagunas escurren como chasquis

imperiales en su fílmica exactitud de tomar

trozos de locura como argumento

de la infinita sed sedienta de la sed que

nunca cede y entonces

llena el vacío devorando distancias

establecidas en el ridículo decreto ilusorio

de la realidad

 

CAROLINA SARMIENTO

 

 

Equilibristas


Tenemos un truco,
un gesto sencillo:
solo con juntar nuestros meñiques
logramos el equilibrio.

 

De: “Vértigo en la boca”