"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 4 de marzo de 2025
FADWA TUQAN
Polvo
El
final
de mi largo camino
hasta donde yo llegue, en cualquier destino,
es el premio de los años
no el de llegar.
¿Por qué me apresuro? ¿Qué quiero
de mi viaje
por esos desiertos
como una sombra fugitiva?
Mis pies consumidos por las rocas
las olas del viento que siguen dando vueltas
y vueltas conmigo
mientras yo sigo a través de este vacío
de esta soledad.
Polvo, polvo
delante y detrás mío; a mi alrededor, polvo.
Corro y corro; y en mis manos
solo la ilusión, nada.
Cansada, cansada.
El final
de mi largo camino,
aunque este se alargue,
de cualquier destino,
es el premio de los años,
no el de llegar.
CHARLOTTE BRONTË
Placer
El
Placer verdadero no se respira en la ciudad,
Ni en los templos donde el Arte habita,
Tampoco en palacios y torres donde
La voz de la Grandeza se agita.
No.
Busca dónde la Alta Naturaleza sostiene
Su corte entre majestuosas arboledas,
Donde Ella desata todas sus riquezas,
Moviéndose en fresca belleza;
Dónde
millas de aves con las más dulces voces,
Dónde brama la tormenta salvaje
Y millas de arroyos se deslizan suaves,
Allí se forma su poderoso concierto.
Ve
hacia donde el bosque envuelto sueña,
Bañado por la pálida luz de la luna,
Hacia la bóveda de ramas que acunan
Los sonidos huecos de la Noche.
Ve
hacia donde el inspirado ruiseñor
Arranca vibraciones con su canción,
Hasta que todo el solitario y quieto valle
Suene como una sinfonía circular.
Ve,
siéntate en una saliente de la montaña
y mira el mundo a tu alrededor;
Las colinas y las hondonadas,
El sonido de las quebradas,
El lejano horizonte atado.
Luego
mira el amplio cielo sobre tu cabeza,
La inmóvil, profunda bóveda de azul,
El sol que arroja sus rayos dorados,
Las nubes como perlas de azur.
Y
mientras tu mirada se posa en esta vasta escena
Tus pensamientos ciertamente viajarán lejos,
Aunque ignotos años deberían atravesar entre
Los veloces y fugaces momentos del Tiempo.
Hacia
la edad dónde la Tierra era joven,
Cuando los Padres, grises y viejos,
Alabaron a su Dios con una canción,
Escuchando en silencio su misericordia.
Los
verás con sus barbas de nieve,
Con ropas de amplias formas,
Sus vidas pacíficas, flotando gentilmente,
Rara vez sintieron la pasión de la tormenta.
Luego
un tranquilo, solemne placer penetrará
En lo más íntimo de tu mente;
En esa delicada aura tu espíritu sentirá
Una nueva y silenciosa suavidad.
CÉSAR BRAÑAS
Donde estoy
Si quieres encontrarme no me sigas
en mi desamparado movimiento,
guárdate de la flor de mis fatigas
y del dictamen de mi desaliento.
Mis pájaros de sueño no persigas,
huye el que es en mí vencido intento,
mi destrozado símbolo de espigas,
mi desolado sollozar de viento.
Me encontrarás en el ciprés dormido,
en la porosa tierra desgajada,
en el agua, en la nube y en el humo.
¿Pero por qué me buscas sin sentido
fuera de ti, si en tu extensión amada
río de fuego y llanto me consumo?
ORFILA BARDESIO
El poeta
Lejos
de ocios y telares
un espejo ardiente
recibe caras que no ha pedido.
Con vuelo, no corona las cosas:
dentro del agua que lo recuerda
besa a todos los seres
en el caracol marino
correspondiente a su turno
GALO GHIGLIOTTO
Nada haces con los trazos de mi locura
heridas
abiertas descubres
y
miras hacia el sol
mis
talentos no dilapidas ni escondes
tomas
mis palabras truncas
para
construir una torre
desde
la que valle te miro
extensa
vasta
en procesión de plantas e insectos
montañas
avanzan y suben
escarcha
ligera en mantas
casi
transparentes
vacías
de distorsiones sinuosas
abruptas
pruritos inaguantables
haces
de la luz un sonido efervescente
mente
calma y calmo
todo
menos la sed que lame
la
imagen tuya de ti que tienes instalada en el
centro
exploratorio diestro en
cerrar
abismos como deporte casi como
nostalgia
de lo impuro y puro
sudor
que cruza de un lado a otro de la cordillera
se
avergüenza de su tono lustre
y
lacustres lagos y lagunas escurren como chasquis
imperiales
en su fílmica exactitud de tomar
trozos
de locura como argumento
de
la infinita sed sedienta de la sed que
nunca
cede y entonces
llena
el vacío devorando distancias
establecidas
en el ridículo decreto ilusorio
de
la realidad
CAROLINA SARMIENTO
Equilibristas
Tenemos
un truco,
un gesto sencillo:
solo con juntar nuestros meñiques
logramos el equilibrio.