miércoles, 13 de abril de 2022


 

GONZALO ROJAS

 

 

Epitafio

 

 

Se dirá en el adiós que amé los pájaros salvajes, el aullido
cerrado ahí, tersa la tabla
de no morir, las flores:
aquí yace
Gonzalo cuando el viento,
y unas pobres mujeres lo lloraron.

 

 

FRIDA KAHLO

 

 

 

Quién diría que las manchas

 

 

¿Quién diría que las manchas
viven y ayudan a vivir?
Tinta, sangre, olor.
No sé qué tinta usaría
que quiere dejar su huella
en tal forma. Respeto su
instancia y haré cuanto
pueda por huir de mi mundo

mundos entintados - tierra
libre y mía. Soles lejanos
que me llaman porque
formo parte de su núcleo.
Tonterías. ¿Qué haría yo
sin lo absurdo y lo fugaz?
1953 entiendo ya hace muchos años
la dialéctica materialista

 

 

JOSÉ EUGENIO SÁNCHEZ

 

 

 

frente a mi casa vive dios



en una casa muy grande
que tiene un inmenso jardín donde viven todos los gatos

el jardinero de la casa de dios es un tipo musculoso
que trabaja sin camisa

y de vez en vez vemos a dios en calzones
escuchando música en su cochera

o abrazando como dios a una muchacha
que lo abraza de la única manera en que se puede abrazar a dios

dios observa a los gatos que persiguen el amor
y las cucarachas

y con un gesto riega las plantas cierra las puertas
revisa su correspondencia o descorcha una polvorosa botella

así todos los días hasta que un día y de pronto
desaparece

una ambulancia afuera de su casa
nos hubiera dejado un poco más claras las cosas

pero no
sólo se esfumó y ya

o los gatos le dijeron: lárgate para siempre porque no haz hecho nada bueno
o durante su siesta las cucarachas se lo comieron

 

 

SALVADOR NELIDA

 

  

Otras palabras

 

 

Sabe el viento
que gira
entre las hojas lo que el otoño
oculta.
Sabe el día
lo que no dice
el hueco de la noche,
lo que la sombra
calla.
Otras palabras
darán su vibración
a los silencios.
Otras cosas
vendrán:
no las que ha visto
la mirada.

 

 

DENISE LEVERTOV

 


 

Mirar, caminar, ser 

“El mundo no es para mirar,
es para estar en él”
Mark Rudman

 

 

Yo miro y miro.
Mirar es un modo de ser: uno se vuelve,
a veces, un par de ojos que caminan.
Caminan dondequiera que mirar te lleve.

Los ojos
cavan túneles en el mundo.
Tocan
fanfarria, aullido, madrigal, clamor.
El mundo y su pasado,
no solo
el presente visible, lo sólido y la sombra
que mira al que mira.

¿Y el lenguaje?¿ Los ritmos
del eco y de la interrupción?
Ese es
un modo de respirar.

respirar para mantenerse
mirando,
caminando y mirando,
por el mundo,
en él.

 

 

 

ÓSCAR CASTRO

 

  

Por calle del rey arriba

 

 

Por calle del rey arriba
de San Francisco a la diestra,
en casa de recios muros,
vivía la primavera
la luna que se asomaba
por los ventanales era
la boca de una guitarra:
las cuerdas eran las rejas.

La Primavera tenía
carne de mujer morena,
ojos de amor y pecado,
boca de dulce promesa.
Manuel Rodríguez la amaba,
mas otro la pretendiera:
Antes de decir su nombre,
mi boca firme se cierra.
sonriente y mozo era el uno;
el otro, celo y fiereza.

Entre los dos militares
temblaba la Primavera.

En noches de ausente luna,
llegaban ambos a verla:
el uno por la ventana,
el otro por franca puerta.

Los besos del que acudía
sin trabas a la vivienda,
eran amargos de celos
y hablaban de muerte artera;
mas los de Manuel Rodríguez
sabían a madreselvas,
sabían a estrellas rubias
y a rasgueo de vihuelas.
a la mujer por las rejas
toda el alma se le fuera.

Jinete en caballo moro,
Rodríguez a verla llega.
Le cantan los espolines
al desmontar en la acera.
Los espolines le cantan
a la mujer que lo espera,
pecho adentro, sangre arriba
como nupciales promesas

A través de los barrotes,
las manos de la morena
sobre el pecho masculino
descansan en la guerrera.
Del militar en el cuello
relumbran dos calaveras:
es la insignia de los Húsares
que entre las sombras destella.

-Amado, anoche soñaba…
soñaba cosas siniestras:
la insignia que tu llevabas
en sangre se tiñera…
Amado, en un cielo negro
sangraba la luna nueva…

Manuel Rodríguez besaba
los labios de la morena;
sus dientes en la penumbra
brillaban con risa fresca.

La bala que ha de matarme
ningún hombre la fundiera.
La sangre que viste anoche
son mis amores, morena.

En Tiltil quedó tendido,
de muerte alevosa y fiera.
La sangre del pecho abierto
manchaba dos calaveras.

En la noche de aquel día
fue roja la luna nueva.
A traición tuvo que ser,
que de frente no pudieran.
La bala no fue de plomo,
que fue de celo y fiereza.

Al mundo vino muy tarde
ese año la primavera.
Las rosas fueron mas rojas
y fue mas triste la tierra.

En calle del Rey arriba,
de San Francisco a la diestra
tras enrejada ventana
lloraba la primavera.

Un caballero de sombra
llegarse quiere a ella.
no cantan sus espolines
al desmontar en la acera.
del caballo que lo trae
las herraduras no suenan.

En vano dos blancos brazos
asómase por la reja:
el caballo es el viento;
sombra en la sombra se aleja.
la mujer está llorando.
ya no vendrá el que la espera.

¿El nombre de esta mujer
de sueño, amor y leyenda?…
Vivió en Santa Cruz de Triana,
era criolla y morena…

La historia no dice más.
Llamémosla Primavera.