jueves, 15 de junio de 2017


MARCELO DANIEL FERRER




Garota de Marajacau



Enteras las noches,
Deambulo nostalgias.
Noches enteras bajo luces como flamas,
En ignota ciudad al bies de mis ansias.
Palpitante como escarapela en el pecho,
Un corazón late en fanfarria.
Mientras la salina llovizna
De mis lágrimas
La pensaban.
¡El universo que nos unió está tan lejos ahora!
Como las rompientes olas de Maracajaú.
Como las orillas candentes de sus verdes aguas.

Efímera la impronta que dejamos;
Tan efímera como huella en lodazal,
En ese universo... ramplón,
No quedó de nosotros tesoro
Ni pedestal.
Batiente -sin embargo-, tú
Mariposa de un día,
Agitas tus alas en mis noches de nostalgia
En una ciudad de millares de almas
Que ninguna eres tú.
Que por no corresponderte una,
Mi sonrisa se acalla.
Hay un universo de único sol,
Entibiando la arena de un reloj,
Sin pausa.
¿Mirarte?
¿Que te mire?
Oh no seas escandalosa.
Hay sonrisas como la tuya bajo la alfombra,
Un par de ojos asomándose tras las góndolas,
Y unas piernas,
Como las tuyas,
Esculpidas en roca,
En cada playa de estas zonas.
Sí supe,
Después,
Que jamás pensaría en otra.



RAMÓN VALDEZ




Mi poema



Mi poema está ahí
Uno más
Entre millones
Que andan dispersos por el mundo
Son tantos los poemas
Como son tantas
Las doradas hojas del otoño
Pero un día
De pronto
Por algún motivo o sin ningún motivo
Tu mirada se detiene en él
Y mi poema se ilumina
Tus ojos lo observan
Y mi poema se siente hermoso
Tus ojos lo leen
Y ese poema brilla
Como una estrella
Luego mientras tú prosigues el camino,
Mientras te alejas
Llevando sobre ti
Algo de ese brillo
Que se va apagando
Mi corazón agradecido
Te grita "gracias".



VICENTE HUIDOBRO


  

Monumento al mar



Paz sobre la constelación cantante de las aguas
Entrechocadas como los hombros de la multitud
Paz en el mar a las olas de buena voluntad
Paz sobre la lápida de los naufragios
Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas
tenebrosas
Y si yo soy el traductor de las olas
Paz también sobre mí

He aquí el molde lleno de trizaduras del destino
El molde de la venganza
Con sus frases iracundas despegándose de los labios
He aquí el molde lleno de gracia
Cuando eres dulce y estás allí hipnotizado por las
estrellas
He aquí la muerte inagotable desde el principio del
mundo
Porque un día nadie se paseará por el tiempo
Nadie a lo largo del tiempo empedrado de planetas
difuntos

Este es el mar
El mar con sus olas propias
Con sus propios sentidos
El mar tratando de romper sus cadenas
Queriendo imitar la eternidad
Queriendo ser pulmón o neblina de pájaros en pena
O el jardín de los astros que pesan en el cielo
Sobre las tinieblas que arrastramos
O que acaso nos arrastran
Cuando vuelan de repente todas las palomas de la luna
Y se hace más obscuro que las encrucijadas de la
muerte

El mar entra en la carroza de la noche
Y se aleja hacia el misterio de sus parajes profundos
Se oye apenas el ruido de las ruedas
Y el ala de los astros que penan en el cielo
Este es el mar
Saludando allá lejos la eternidad
Saludando a los astros olvidados
Y a las estrellas conocidas

Este es el mar que se despierta como el llanto de un niño
El mar abriendo los ojos y buscando el sol con sus
pequeñas manos temblorosas
El mar empujando las olas
Sus olas que barajan los destinos

Levántate y saluda el amor de los hombres

Escucha nuestras risas y también nuestro llanto
Escucha los pasos de millones de esclavos
Escucha la protesta interminable
De esa angustia que se llama hombre
Escucha el dolor milenario de los pechos de carne
Y la esperanza que renace de sus propias cenizas
cada día

También nosotros te escuchamos
Rumiando tantos astros atrapados en tus redes
Rumiando eternamente los siglos naufragados
También nosotros te escuchamos
Cuando te revuelcas en tu lecho de dolor
Cuando tus gladiadores se baten entre sí

Cuando tu cólera hace estallar los meridianos
O bien cuando te agitas como un gran mercado
en fiesta
O bien cuando maldices a los hombres
O te haces el dormido
Tembloroso en tu gran telaraña esperando la presa

Lloras sin saber por qué lloras
Y nosotros lloramos creyendo saber por qué lloramos
Sufres sufres como sufren los hombres
Que oiga rechinar tus dientes en la noche
Y te revuelques en tu lecho
Que el insomnio no te deje calmar tus sufrimientos
Que los niños apedreen tus ventanas
Que te arranquen el pelo
Tose tose revienta en sangre tus pulmones
Que tus resortes enmohezcan
Y te veas pisoteado como césped de tumba

Pero soy vagabundo y tengo miedo que me oigas
Tengo miedo de tus venganzas
Olvida mis maldiciones y cantemos juntos esta noche
Hazte hombre te digo como yo a veces me hago mar
Olvida los presagios funestos
Olvida la explosión de mis praderas
Yo te tiendo las manos como flores
Hagamos las paces te digo
Tú eres el más poderoso
Que yo estreche tus manos en las mías
Y sea la paz entre nosotros

Junto a mi corazón te siento
Cuando oigo el gemir de tus violines
Cuando estás ahí tendido como el llanto de un niño
Cuando estás pensativo frente al cielo
Cuando estás dolorido en tus almohadas
Cuando te siento llorar detrás de mi ventana
Cuando lloramos sin razón como tú lloras

He aquí el mar
El mar donde viene a estrellarse el olor de las ciudades
Con su regazo lleno de barcas y peces y otras cosas
alegres
Esas barcas que pescan a la orilla del cielo
Esos peces que escuchan cada rayo de luz
Esas algas con sueños seculares
Y esa ola que canta mejor que las otras

He aquí el mar
El mar que se estira y se aferra a sus orillas
El mar que envuelve las estrellas en sus olas
El mar con su piel martirizada
Y los sobresaltos de sus venas
Con sus días de paz y sus noches de histeria

Y al otro lado qué hay al otro lado
Qué escondes mar al otro lado
El comienzo de la vida largo como una serpiente
O el comienzo de la muerte más honda que tú mismo
Y más alta que todos los montes
Qué hay al otro lado
La milenaria voluntad de hacer una forma y un ritmo
O el torbellino eterno de pétalos tronchados

He ahí el mar
El mar abierto de par en par
He ahí el mar quebrado de repente
Para que el ojo vea el comienzo del mundo
He ahí el mar
De una ola a la otra hay el tiempo de la vida
De sus olas a mis ojos hay la distancia de la muerte


MALENA DE MILI




Medusa



No es infundado este miedo:
Espoleados por tu furor
se vuelven sierpes
mis cabellos.

Tanto tememos
acabar fulminados
que para mirarnos a los ojos
necesitamos un espejo



EDUARDO CARRANZA




Galerón



Cuando la tierra continúe mis venas
hacia la rosa roja y el turpial,
el río, la luna y el jacarandá.
Cuando ya sólo el llano me recuerde
con una palma:

Cuando una venada me adivine
en el temblor del viento entre la yerba,
cuando para nombrarme, de repente,
vuele del pecho abierto del Ariari
un gavilán:

Cuando ya el negro potro, tembloroso,
no me espere en la puerta de mi casa
donde mi arpa y mi lanza estén colgadas
y en la alta noche azul cante mi estrella
de capitán:

Quiero que bailes, bailes sobre el polvo
que ha de contar mi historia enardecida,
entre la luz y el viento que me oyeron,
sobre la tierra que nos vio, que bailes
piernas desnudas, pelo delirante,
un galerón.


YANNIS RITSOS




La sospecha



Cerró la puerta. Receloso miró tras de sí
y arrojó la llave en su bolsillo. Fue entonces cuando lo
arrestaron.

Lo torturaron durante meses. Hasta que una tarde
él confesó
(y esto fue tomado como prueba) que la llave y la casa
eran de su propiedad. Pero nadie entendió
por qué trató de esconder la llave. Y así,
a pesar de su exoneración, él siguió siendo un
sospechoso.



De: “Testimonios B”