"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 16 de septiembre de 2012
RUBÉN DARÍO
Canción
de Otoño en Primavera
A Gregorio Martínez
Sierra
Juventud,
divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Plural
ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
Miraba
como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo
era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud,
divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Y
más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
Pues
a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
En
sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...
Juventud,
divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Otra
juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.
Poniendo
en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y
de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
Juventud,
divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
¡Y
las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En
vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas
a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...
Juventud,
divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!
ÁNGELES MORA
Buenas
noches, tristeza
La
vida siempre acaba mal.
Siempre promete más de lo que da
y no devuelve
nunca el furor,
el entusiasmo que pusimos
al apostar por ella.
Es como si cobrase en oro fino
la calderilla que te ofrece
y sus deudas pendientes
-hoy por hoy-
pueden llenar mi corazón de plomo.
Siempre promete más de lo que da
y no devuelve
nunca el furor,
el entusiasmo que pusimos
al apostar por ella.
Es como si cobrase en oro fino
la calderilla que te ofrece
y sus deudas pendientes
-hoy por hoy-
pueden llenar mi corazón de plomo.
No
sé por qué agradezco todavía
el beso frío de la calle
esta noche de invierno,
mientras que me reclaman,
parpadeando,
sus ojos como luces de algún puerto.
Por qué espero el calor que se fue tantas veces,
el deseo
por encima de todas las heridas.
el beso frío de la calle
esta noche de invierno,
mientras que me reclaman,
parpadeando,
sus ojos como luces de algún puerto.
Por qué espero el calor que se fue tantas veces,
el deseo
por encima de todas las heridas.
Pero
acaso me calma una tibia tristeza
que ya no me apetece combatir.
que ya no me apetece combatir.
Todo
sucede lejos o se apaga
como los pasos que no doy.
como los pasos que no doy.
La
vida siempre acaba mal.
Y bien mirado:
¿puede terminar bien lo que termina?
Y bien mirado:
¿puede terminar bien lo que termina?
De "Pensando que el
camino iba derecho" 1982
ANTONIO JOSÉ MIALDEA
Con
la sola mirada del deseo
Ahora
te seguiré queriendo
aunque tu voz se haya escondido para siempre entre las olas
y mi voz se haya convertido en un velero cansado.
Hemos envejecido de repente con la sola mirada del deseo.
Ahora te seguiré queriendo
con ese amor que carece de palabras,
ese amor que no tiene más memoria
que la del mismo amor naciendo.
aunque tu voz se haya escondido para siempre entre las olas
y mi voz se haya convertido en un velero cansado.
Hemos envejecido de repente con la sola mirada del deseo.
Ahora te seguiré queriendo
con ese amor que carece de palabras,
ese amor que no tiene más memoria
que la del mismo amor naciendo.
JAVIER EGEA
Poética
A Aurora de
Albornoz
Mas
se fue desnudando. y yo le sonreía.
Juan
Ramón Jiménez
Vino
primero frívola -yo niño con ojeras-
y nos puso en los dedos un sueño de esperanza
o alguna perversión: sus velos y su danza
le ceñían las sílabas, los ritmos, las caderas.
y nos puso en los dedos un sueño de esperanza
o alguna perversión: sus velos y su danza
le ceñían las sílabas, los ritmos, las caderas.
Mas
quisimos su cuerpo sobre las escombreras
porque también manchase su ropa en la tardanza
de luz y libertad: esa tierna venganza
de llevarla por calles y lunas prisioneras.
porque también manchase su ropa en la tardanza
de luz y libertad: esa tierna venganza
de llevarla por calles y lunas prisioneras.
Luego
nos visitaba con extraños abrigos,
mas se fue desnudando, y yo le sonreía
con la sonrisa nueva de la complicidad.
mas se fue desnudando, y yo le sonreía
con la sonrisa nueva de la complicidad.
Porque
a pesar de todo nos hicimos amigos
y me mantengo firme gracias a ti, poesía,
pequeño pueblo en armas contra la soledad.
y me mantengo firme gracias a ti, poesía,
pequeño pueblo en armas contra la soledad.
BENJAMÍN PRADO
En
el camino
Han
pasado diez años y es un día de invierno.
Tú caminas por las avellanedas.
y vas junto a esos sauces amarillos que avanzan
por los ríos con luna.
Tú caminas por las avellanedas.
y vas junto a esos sauces amarillos que avanzan
por los ríos con luna.
No
será como ahora, no tendrás veinte años;
la nieve irá acercándose a tu casa
y el aire verde moverá en tus ojos
sus bosques de cristal y de silencio.
la nieve irá acercándose a tu casa
y el aire verde moverá en tus ojos
sus bosques de cristal y de silencio.
Recuérdalo,
hubo un río.
Los árboles vivían
en el imán del agua.
Por la noche, escuchábamos gotear en las sombras
la canción de los búhos.
Los árboles vivían
en el imán del agua.
Por la noche, escuchábamos gotear en las sombras
la canción de los búhos.
Y,
luego, la corriente se llevó nuestras caras.
No sabemos a dónde. No sabemos por qué.
No sabemos a dónde. No sabemos por qué.
Aún
estamos aquí.
Pero, de pronto,
han pasado diez años
y tú y yo somos dos desconocidos.
Pero, de pronto,
han pasado diez años
y tú y yo somos dos desconocidos.
De "Un caso sencillo"
1986
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