"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 20 de enero de 2022
ERNEST DOWSON
Vita
summa brevis spem nos vetam incohare longam
Ya
no están más la risa y el sollozo
El amor y el odio y el deseo,
Pienso que en nosotros eso ya no cuenta
Cuando pasamos esa puerta.
Ya
no están más los días de vino y rosas
Salidos de un brumoso sueño
Un tiempo, luego se borran nuestras huellas
En medio de un sueño.
Nota:
“Vita summa brevis spem nos vetam incohare longam”; la vida es muy corta, te prohíbo comenzar una larga
esperanza.
ROBERTO ARIZMENDI
Virtuosos
del amor
Haga el amor de día.
Guarde la noche para
dormir y soñar.
A un magnate/Lêdo Ivo
Hagamos
el amor de día
a
pleno sol,
balanceando
placer y gozo
con
el calor del mediodía
y el
testimonio caprichoso de las nubes.
La
luna de miel termina
cuando
el amor se encierra
en
la penumbra.
La
sabiduría y el virtuosismo
son
productos del amor
que
no se esconde.
Hagamos
el amor de día
amada,
para
que no empiecen a devorarnos
los
gusanos.
De: “Repaso
de la vida”
ALEX PAUSIDES
Brújula
Su
mano es una brújula en el caos
El velamen se alza y la suerte es un dedal en el vacío
No hay capitán que desoiga la voz de esas sirenas
La distancia promete islas ancladas en la palma de la mano
FRANCESCA RANDAZZO
Dónde
está el calor
Ese ambiente ligero
Desenfadado
En el que navegabas poeta
Dónde quedó
Sin contratiempos entre el caos
Tu horizonte radiante y azul
Ahora el frío
Descubre los perros, los postes
Los muertos
Los guardias congelados
Cuidando la casa del amo
El hielo
De sus armas
En acecho
Una masa de policías
Levita y fermenta en la noche
Sin color sin palomas
Sin árboles
Sin casas sin esquinas sin callejones
Sólo añicos sólo golpes
Y un reloj
Que marca
El toque de queda
DENISSE VEGA FARFÁN
ignoro
lo que pende en mí
si un rayo un búfalo muerto
o un jardín de estacas
a punto de clavarse
le
huyo a la noche
al sol de los paganos
me alimento con el pan que nadie quiere
me embriago con el silencio que el hombre ignora
duermo
sobre el ombligo de una acémila muerta
que es mi nombre
escarbo su pelambre aromada por desollados frutos
de pureza
no
poseo un rostro definido
mi piel está hecha del cuero de muchos animales
mis órganos son los frutos
de alguna mandrágora venenosa
mi historia es el tartamudeo
de cada dios inexistente
mis ojos son humo
y humo azul mi lengua
todo
canto que llega a mis oídos
se convierte en plaga
no conozco padres
soy la consecuencia de varios apareamientos
probablemente la marea que sube y baja en mi cabeza
es producto de aquél entre un salmón y una loba
no
sé dónde permanecer
si en la tierra en el agua
o en la atmósfera que tiene la expresión
de un enorme ahogado
que licua el universo
mi
nombre está detrás de todos los nombres
pergeñando sus vestidos
tratando de descifrar cómo dignamente deben morir
las especies como yo
no sé si por mi rostro corre azufre
o las resonantes palabras de los muertos
por
tantos siglos antes de los siglos
algo parecido a la sed y la ondulación de la abeja
me ha desgarrado la nuca
animal
de ceniza
esteparia sangre
coágulos de cieno mal zurcido
mi
sombra ha abandonado los espejos
y desaforada ríe
en el dintel de las cosas
el
sol de aluminio ha caído
anidándose en mis vísceras
la eternidad y sus hierros
se han desplomado sobre mis hombros
el hombre de lata golpea y golpea
su ciego tambor bacante
busca entre sus despojos un charco limpio
para alzar un torrente
de fuegos de sílfides de
escamas
intenta anudar las corrientes en un solo verbo
con manos impropias
hasta para amar a las piedras
no
ha de herirme
no ha de verme
aunque lo embista con una antorcha viva en sus ojos
pero
sus hilos como máquinas
jadeos de un ángel desvanecido
al ras de mis talones
el reptil que adivina el paisaje
y delinea la frontera
las escalas
los descensos
el cebo atorado en la garganta
la soledad desde la primera culpa
el obituario
he
de retirarme de aquí como un ciego
que arroja el bastón
he de cubrir con cal mis señales
saltar sobre esas cabezas soleadas
que no voltean la noche
ese amor de caucho
removiendo la polvareda
WALDINA MEJÍA
En honra de
Isis Obed Murillo Mencía, de 19 años, asesinado el 5 de julio
de 2009 por militares que dispararon a los manifestantes contra el golpe
militar-diputadil en Honduras concretado el 29 de junio y la restitución
del Presidente electo. Su padre declaró: “…nos duele su muerte,
pero me siento orgulloso que no muere por delincuente,
ni por borracho, sino por las causas que nos han reprimido”.
En honra de
Tóger Iván Bados, Ramón Garcíam Noriga Fino, Wendy y tantos
compañeras y compañeros asesinados por estar en esta lucha.
Seguimos resistiendo también en su nombre.
NO
hay modo
no hay ninguna manera de expresar
el dolor más cortante
la furia más eterna,
NO hay modo, no hay razones
sólo este llanto negro que nos hierve en el pecho
que se agolpa gritando con doscientas mil voces
por este hijo nuestro
asesinado.
Un hijo que nos costó crecer
con los ojos abiertos, muy abiertos
hacia la humanidad,
que no llegaba a veinte años
pero que acumulaba
siglos y siglos de aleteantes
esperanzas y sueños
por justicia y equidad y una vida digna
a todas las personas, aún la más débil y sencilla.
Un hijo con el pecho luminoso
como aquél, como ella
como tantos y miles
en contra de otro golpe militar
para que no sigan remachando
la horrorosa barbarie de la fuerza del bruto
en nuestros pobres pueblos expoliados.
Un
hijo que no murió como un borracho, un ladrón y menos
un
corrupto
sino como un valiente luchador del pueblo.
Un
hijo y una bala y un francotirador.
En las filas abiertas y sin armas
de doscientos mil manifestantes
que huían por las ráfagas de balas explosivas
el francotirador de las filas cerradas de soldados
encontró un blanco fácil en el medio
apuntó sin dudar
al
hijo nuestro
y le
cerró los ojos llenos de humanidad
y le abrió la cabeza
y escaparon aleteando con fuerza
sus inmortales sueños
y el dolor y la furia como abono
para sembrarse aún más entre los pechos
de la multitud que aquí quedamos.
Cayó su cuerpo entre su sangre y sesos
¡Asesinos, asesinos, asesinos!
gritamos impotentes y furiosos
levantando los puños y los pechos.
Un
muerto es demasiado
y ya son muchos, Honduras, tus muertos
para salvarte de tus secuestradores
que te esquilman y hacen morir de hambre
a la gran mayoría de tu pueblo,
golpistas del Estado cada vez que no les cuadra
su democracia de vitrina.
¡Asesinos, asesinos, asesinos!
Y NO
hay modo, no hay forma de decir
este eterno dolor
que nos abisma, que nos enardece
por este hijo nuestro asesinado
por este hermano, hijo y padre nuestro
del cielo aquí en la Tierra.
