domingo, 26 de enero de 2014

ELSA WIEZELL



 Solos


Cerrar tu puerta,
ponerle negra llave
a tu garganta
y amputarse las alas,
duro ejercicio
de los que están
completamente solos.
Pareces una planta.
Vamos:
toma un temblor de acacias;
que forme un círculo
sobre la mano izquierda
y así enredadera
iré a tu corazón
como si fuera
un colibrí en la siesta.
.
De “Temblor de acacias”


VÍCTOR-JACINTO FLECHA




Signo del amor


Aquí estoy yo
con mi vieja amistad
con toda la luz de mis caricias
Guerrero
-armado con el signo del amor­-
dispuesto a batirse con la sombra

del polen de tu cuerpo fue naciendo la mañana
enhebrando bellas mariposas
un gesto antiguo inauguró tu piel
el primer signo del encuentro.

                                   Se inició el camino


JOSEFINA PLÁ

  

Recuerdos



Recuerdos a la rosa. Estuvo un día
donde tú me besabas.
Salúdame al rocío. Te mojó los cabellos
con mi primera lágrima.

Al polvo que se va rayo adelante
de sol, dile mi nombre, por si lo recordara.
Junto a un mismo septiembre,
una mañana,
en un viejo desván, juntos danzamos.

Y dirás mi nostalgia a la manzana
entre las manos del niñito enfermo.
Allí yo supe el último sabor de la esperanza;
por ella clausuré mi huerto
y aseguré el postigo de mi última ventana.

Recuerdos a la rosa.
Saudades para el ala
que cruce por el cielo de tu tarde.
Yo con ella subí hasta tu campana.
… Recuerdos a la rosa que ha de nacer un día
donde yo te besaba.


MÓNICA LANERI




Huellero


Tus dedos
dejan huellas
en mi cuerpo.
A gritos delatan
tu pasión
lujuriosa.
Abarca
mi intimidad
toda.



HERIB CAMPOS CERVERA




Así…

  
Dejo aquí, en tus umbrales,
mi corazón inaugurado; mi voz incompatible;
mi máscara y mi grito y mi desvelo;
todos los carozos desnudos, roídos de intemperie;
todo lo que decae como un pétalo seco
en los vencidos días de otoño.

Hoy quiero verlo todo desde dentro;
todo el hilván y el esqueleto de sostén;
toda la utilería;
los telones y relieves prolijos del sueño.
Hoy recorro los acontecimientos
como quien navegara a lo largo de la miga cariñosa
de un pan
y saliera, de golpe, a flor de costra,
en llegando a la ciega corteza
apoyado en carbones de próximos diamantes.
Así, ejecutado y prolijo,
con la corbata puesta y los zapatos en su sitio:
como un muerto que espera el turno de su leño.

Así.
Porque es hora ya de irse preguntando:
¿A qué tanto jadeo y tanto andar a pie,
con la corbata puesta al revés,
y el corazón al aire, allí,
justo sobre las coyunturas desangradas
y los dedos haciéndole señas al Dios de nadie?
¿A qué los ojos cayéndose de tanto ver osamentas
y los párpados, ardiendo
sobre el aire podrido de un tiempo miserable?

Bueno: dejo aquí, en tus umbrales,
mi corazón de arena; mi voz toda desecha
y mi máscara rota y mi mano sin horóscopos,
sin huellas saturnales de lunas muertas;
todo aquello que amé;
todo aquello que pudo ser un canto y es solamente
desprendido terrón de cementerio.

Tómalos todavía: colócalos
en un hondo nivel de marineros descansos;
ponles un grano de sal sobre las órbitas;
ponles una flor marchita en los ojales...
Llámalos a esa muerte que tú no desconoces
y entrégalos a la dulce vocación de los pájaros
que emigran hacia el Sur...
Y no los nombres nunca, si no es para amarlos
en recuerdo, en piedad, en dulzura de tarde quieta
-como quien acunara la cabeza de un infante sin madre-,
Así.
 




DELFINA ACOSTA




Por las rosas



Me voy a maquillar para morir.
Por la luna sabrán si estaba loca.
"Era llena de lluvia", contará
quien cambia los amores de mi alcoba.
Me voy a maquillar para morir.
Por la luna sabrán si estaba loca.
Jugando a que me muero, muero.
Ay, camalote que en el río flota.
Sabré yo entonces quiénes me han amado,
no por llorarme bajo lluvia en contra,
ni por callar, o por decir de mí
por estar muerta y buena, o tantas rosas.
Alumbrarán mis noches los relámpagos.
La cruz mayor proyectará mi sombra.
Un río largo y limpio escribiré.
Mi verso crecerá en las verdes hojas.