jueves, 4 de mayo de 2017


JORGE GAITÁN DURÁN




Hecha polvo



Tanto te amé ese día que la muerte
Voló por la ciudad como mil soles,
Abeja de mi duelo
En el definitivo verano que te llama.
Fui descubriendo un astro en tu desnudo
Tras de mis pasos ciegos por tu sombra,
Presente, ocio feroz, donde toda sangre
Al hombre exige lo que para el cielo es imposible.
El mundo, espejo de mi mano iba
Como una joya opaca por tus ojos,
Te miraba mirar rostros, reinos, memoria
Súbita, nube que como una desdicha
Pasa por la carne de donde me retiro
Desterrado a la ajena imagen que te asalta.
Te fui quitando abrazos, conquistas, el peso
De una dinastía que ahora habita la noche.
Yo te hice habitar en las estrellas.
A ti, arrogancia, cuerpo impenetrable,
La pena de todos vencedora te ha penetrado.


GONZALO ROJAS




Pericoloso



Qué rápida la calle vista de golpe, los espejos de los autos
multiplicados por el sol, qué sucio
el aire:
y esto
era el Mundo?



CÉSAR RODRÍGUEZ CHICHARRO




Fantasma



Y tener, ¿por qué no?,
un fantasma nocturno
con cuerpo noche a noche renovado,
y el alma tuya, Isabel,
que juega a eternizarse y bebe,
gota a gota,
mi sangre enarenada.
Ser, los dos, entre las zarzas, zarza;
y un grito de materia,
oscuro y renovado,
objetivo y presente.
Ser los dos, entre los vientos, viento;
y carne,
mil veces encontrada, repetida,
entre las almas.
Y que mis sienes cuenten,
entonces,
por los siglos,
las letras de tu nombre;
y que cambie tu piel,
y que tus besos quiten a mi pasado años.

Eternidad en ti,
fantasma apetecido,
quiero ser
mientras te robo aliento.


De: Eternidad es barro


YANNIS RITSOS



  
Audible e inaudible



Un movimiento abrupto, inesperado; su mano
apretando la herida para detener la sangre,
aunque no escuchamos un balazo
ni otro proyectil. Después de un rato
bajó la mano y sonrió,
pero de nuevo movió su palma lentamente
hacia el mismo punto; tomó su cartera,
cortésmente le pagó al mesero y salió.

Entonces la pequeña taza de café se estrelló.

Al menos esto sí lo escuchamos claramente.


De: Testimonios A


VÍCTOR SANDOVAL




La señal en el muro



Darse prisa y retomar el rumbo;
abrir ventanas, repartir el aire,
como el que dice ¡Dómine!
y luego frunce el entrecejo
ante el rumor del salmo.
Estremecer la ropa al sol
y entrar de nuevo al patio de araucarias,
los granos de maíz en el tejado,
la aguja en el pajar,
su recóndito brillo,
el velo de la gracia
y el rastro del gusano.
El cuervo ciego descifrando signos:
—Como te llamaste, así te llamarás.
En el agua del pozo
los cantos primitivos de la ciudad,
sus cúpulas y arcadas.
 
*

Aparte del ciclo pluvial,
las regaderas y los sanitarios,
los ruidos más importantes de Fraguas se han ido
perdiendo.
-Fan - faneto - neto - fan - fan faneto - neto - fan-
¿Qué se hizo la máquina de vapor
saliendo de su cueva de bisonte?
¿Qué se hizo el rey mi padre y su tren de esmeraldas,
su cadena de oro, pechera de cobalto,
la sortija de amor entre los dedos?
No hay ojos para mí,
melancólico y calvo busco una calle antigua,
mido la distancia y no es la misma.
¿Qué se hicieron las señales que dejamos,
el aldabón de hierro y la puerta labrada?
Busco los antiguos lugares comunes:
Un nombre de mujer, la miscelánea verde,
la cicatriz del muro. Busco a la bella Adriana,
su cama de latón y el cielo raso;
busco al minotauro ganadero que le abrió las caderas.
¿Qué se hicieron los ruidos de Fraguas?
¿Qué se hizo el yunque de diamante de mi padre
y su tren de esmeraldas?

*

No quedó nada,
sólo el desierto;
Teotihuacan, Fraguas, Caldas, Asterópolis,
con sus rostros de aljibe.
Derruido el zigurat, trunca la pirámide,
el campanario en ruinas.
Sólo el silencio altivo.
¡Patrias de la misericordia
apiádense de Fraguas!
Debo olvidar la crónica,
los días rutilantes,
la procesión de palmas.
Olvidar la ciudad llameante de automóviles y anuncios.
No se hable más de los altos palomares
ni los apiarios rojos en el valle.
(Entonces las uvas y su dulzor, de agosto.)
Olvidar la historia y los ojos;
dejar la ciudad como el perro rabioso
que rompe con sus clases de obediencia.

*

Y abres los ojos con espanto.
Vienes del sueño a la ferocidad del sol.
Abres los ojos al horror de esta mañana.
Si naciste en Fraguas, la de calles perdidas,
la de sordas campanas
eres hijo de mi padre.
Dejaste, dejamos, la humedad de terciopelo,
la caverna tibia,
un ataúd de lunas tendido en las baldosas.
Las piedras a pleno sol, el farallón de Fraguas.
Olvídate del sueño y su festín de plumas,
reposante en su himen de giganta
y sus labios de arena.
Deje ruidos de puertas, contraseñas, pasajes,
la terminal en bruma, el ómnibus cansado.
El caballo viajero se desnudó en la cuadra
en busca de su yegua.
Si naciste en Fraguas
olvídate de todo.
Fraguas es una hoja en blanco,
la memoria no existe.


De: Fraguas


ENRIQUE CASARAVILLA LEMOS




Los cristales




Los vidrios pobres
de las ventanas
los supo hacer el hombre y los logró
para que ellos le recordaran
constantemente
los severos y diáfanos cristales
a través de los cuales
ve nuestros actos
Dios.