"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 23 de noviembre de 2025
DULCE CHIANG
Estruendo
espacio
Apresurizarme.
Encontrar la partícula
que pueda discurrir
del Universo.
Va
tomando forma
el vacío
la Nada a la Nada
Dejar
que el disperso se infiltre,
arder uno.
Pasar de la alquimia al químico perfecto.
Dar
con el secreto en la textura.
¿Qué
importa
si la ausencia se va haciendo
mi estilo en la existencia,
la angustia recurrente?
Dejar
el todo por todo.
Tropezar con el punto que da pie
a lo intangible,
al espectro del espacio
de uno a uno.
MARICELA GUERRERO
Ab
urbe condita
Hubo
oxígeno y pulmones propios y ajenos,
alrededor de una mesa de palma inauguramos
algo que llamamos nuestro amor y le pusimos un
jilguero entre las fauces hasta que comenzó a cantar:
también trazamos fronteras y orillas:
demarcaciones:
ab urbe condita quisimos llamarla
nuestro amor
pero se nos deshacía en cantos de las más variadas
lenguas, así que cuando queríamos invocarla sólo
abríamos sus fauces.
Ab
origen: reproducciones
Producto, hijo: multiplicaciones: reproducciones:
embrión y émbolo:
batallas, interposiciones: se llamó barrera,
diafragma también:
dispositivo de ocupación, de escamoteo del
espacio:
zona de reserva
zona vedada: ésta no es tu casa;
de inmediato: las mesnadas: floraciones:
hijo okupa
hijo paracaidista
hijo en parapente
polizonte
hijo espora
intruso: migrante:
floración silvestre
superficie y fronteras distendidas: traslación
esférula, mórula
animula, vagula, blandula: ab origen: border
hijo okupa, migrante: ser en traslación:
hijo frontera: borderígena.
Límites de los afuerasdentros traslocados: células,
reproducciones, huestes:
ab urbe condita: hijo ajeno alienígena: migrante
todos universo somos células en translación:
eres somos una frontera que se distiende y se
expande: acotaciones en traslado:
orillas dispersas e innumerables somos, los
cuatrocientos hijos, éxodo eterno:
todos somos hijos, todos somos trascurrir y esporas,
hijo: animula, vagula blandula.
LUCILA ESTRADA DE PÉREZ
A mi
querida hija amada
Como
un meteoro, ángel mío,
por este mundo cruzaste,
y al Empíreo te lanzaste,
dejando en mi alma el vacío.
Los querubes, hija amada,
a su lado te llamaron,
y en triunfo te presentaron
a la Virgen adorada.
Quizá el Eterno, hija mía,
en su infinita clemencia,
quiso librar tu inocencia
de toda culpa y mancilla.
Por eso, hija de mi amor,
ya que a tu madre dejaste
y a la morada volaste
donde todo es esplendor…
Pide a la Virgen consuelo
para su alma dolorida,
pues es muy triste su vida
desde que estás en el cielo.
Gracias, 13 de septiembre de 1888.
DAVID GONZÁLEZ LOBO
Tallas
de madera
En
la tienda, los días de lluvia eran una jaula muy pequeña.
Quien ha oído cincuenta años los pájaros del trópico
abre una puerta y mete las manos en su corazón,
como
si los dedos fueran la horqueta de una rama,
y la palma una mesa de frutas en la que cae y cae la música,
la algarabía y la miel.
Se
asomaba al patio los días de sol y susurraba a los pájaros.
Cuando faltaba uno en los espejos de la luz, esperaba la lluvia
…..para tallarlo.
Lo dejaba en la vitrina, dormido en su nido.
Con
la tormenta, rompía el cristal y su cuerpo volvía a las ramas
…..y a los espejos.
LEONARDO ALEZONES LAU
Crackwhore’$
suite
evasiones
oscuridad de infusión
humo de raticida en los pulmones
a cuántos gramos de la confusión
llega el desespero de dios
la corona hace saltar los peces
fuera del agua
espermatozoides fosilizados y envenenados
gotas que revientan contra la superficie
rehuida de memoria
paciente de psiquiatría
coitus interruptus
brillo de cromo en el gatillo
¡oh abstemio!
ama su ley
sus calles
HORTENSIA CARRASCO SANTOS
La
niña que junta madejas
Debo
poner mi mejilla sobre la paja de tu pecho,
quiero escuchar los rumores de la brizna que me dicen:
una flor rota no es más que la vida que rota.
Puede ser que el último pétalo de una margarita hizo caer el amor
dentro de los inútiles intestinos de las estatuas,
en el dedo índice de una muchacha que señala el cielo desnudo,
en las terrazas donde la luz es la lepra de la sombra,
en la taza donde descansa el vacío o en ese tu hueserío
que se amontona en mis ojos, que me calcifica los fonemas,
me encala y me lleva al jardín donde la muerte
se vuelve la niña que junta madejas de cabellos
y borda tu nombre y juega a formar palabras con tu polvo.
