lunes, 22 de febrero de 2021


 

NURIA PARÉS

 

 

 

El grito

 



Nadie eligió su herencia.

Ni tú ni yo. Nosotros no elegimos.

Fue un desigual reparto. Fue un trallazo,

un tajo doloroso y dolorido,

un cuchillo de sombras, una herida

derramada en hondura y sin alivio...

Y aquí estoy, aquí estamos

con nuestra herencia en alto, sorprendidos

con este fi lo ronco en la garganta,

con este agudo y fi ero y roto filo,

con esta manda bronca a flor de labios,

con esta vieja herencia y este grito.

Lo llevo en las entrañas, aguzado,

lo llevo en la conciencia ¡tan preciso!

Me cerca y acorrala día y noche

su rueda de navajas y cuchillos.

Mío es el viejo acento de la tierra,

 míos la oscura ley y el desvarío,

míos el hosco resonar del monte,

el pulso de la tierra enfebrecido,

la vaharada ardiente de la sangre,

el toro de la noche y su bramido.

A esta sombría herencia no renuncio,

a esta herencia sombría me resigno:

con mi garganta rota lo proclamo,

con mis manos vacías hoy lo escribo,

con mi emoción despierta lo subrayo,

con mi porción de tiempo fecho y firmo.

 

 

LUZMARÍA JIMÉNEZ FARO

 

 

 

Mujer sin alcuza

  

Esta mujer no avanza por la acera
de esta ciudad.
Esta mujer va por un campo yerto.
(Dámaso Alonso)

 



La mujer deja la alcuza sobre su soledad.
Observa
la ciudad nocturna con sus negras pupilas
donde habitan, furiosos, sólo pájaros ciegos.
Mira las luces de neón, su colorido
de acompasado parpadeo y respira
el turbio aroma de las calles flageladas de lluvia.
La mujer ha doblado su chal. De pie, junto al espejo
se coloca su nuevo vestuario de colores. Con sus manos
espectrales pone flores y plumas en su triste cabeza
carcomida de horas. Lentamente, en su rito, completa
su disfraz con guantes y zapatos de Dra. Queen.
No oye, no habla, no se ríe.
Desprende un viento frío de orfandades
y un hálito de flores derrotadas.
Esta mujer, viajera de lo inmóvil,
Jamás descansa en estación alguna.
Puede tardar, más llega a su destino,
a su espacio de tránsito, puntual y sedienta.
La mujer prepara su maleta:
para este nuevo viaje nada puede olvidar.
Como joyas maléficas va guardando cuidadosamente,
la coca, el éxtasis, el sida, la heroína.
Un nuevo álbum de fotos y una lista.
Esta mujer de paso leve y actitud sombría
irá hacia la noche
y entre una multitud ebria de luces y de sombras,
ebria de música, cumplirá cual verdugo su destino.

 

 

LUIS ANTONIO DE VILLENA

 

 

 

El viaje infinito del arte moderno



Dicen que se quedaba en silencio.
Largas horas. En silencio.
Se llama sufrir. No es agua muerta. Un pantano
en silencio. Hay vértigos adentro.
Una sierra eléctrica, brutal, que zumba a veces.
Y no lo sé. Sufrir. Y de repente
Las piernas del Idilio de Fortuny. Como voz de vida.
Y hablaban interminablemente después.
¿Quién dijo la palabra motriz? ¿Qué dices cuando dices, etc...?
Te juro que me tiene sin cuidado.
Lo que quiero es ser feliz,
solo algo más que mantenerme en pie.
¿Saber? También saber. Y joder. Y mirar cuadros.
Pero apenas nunca ocurre.
¿Hablo? ¿Digo?
Largas horas. Fatiga.
Dijo: El Estado, nos está masacrando el Estado...
Y ella le miró delicadamente, anochecía:
Creo que esa luz rojiza está intentando decirnos lago.


De: "Asuntos de delirio"

 

SERGIO LOO

 

 



 

Apura las manos,
desabotona mi cuerpo

 

Apura
y viérteme
tu boca,
tu lengua.

 

Ofrécete a mis dedos,
ofrécete manojo de órganos
y silencio.

 

No repares, no hay tiempo ni perdón.

 

Para nosotros
ni sal
ni llanto.

 

ZOÉ VALDÉS

 

 


Los espacios imaginarios

 

 

Nos nombra
y asistimos al escondite,
al inexistente elemento.

 

Nos piensa indiferente,
jugamos con su insinuación,
exorcizados.

 

Nos escucha,
nos pide el cuerpo,
nos devuelve nuestra sombra en mármol.

Ya somos las estatuas del aire.

 



MARTA PESSARRODONA

  


 

Schöneberg

 

 

Como siempre, fue un affaire casual:
amistades de amistades, aquí, allá,
en el Norte, en el Sur…

 

Al principio no me gustas.
Quizá reconozca en ti mis defectos
(¡difícil encuentro entre escorpiones!)
y siempre quiero espejos
de la imagen más perfecta.

 

Prosigue la noche y el vino blanco,
de una región alemana
que me resulta totalmente extraña.
De repente (mientras «actúas»)
nos encontramos y nos sentimos.

 

«Treu» es un adjetivo
que acababa de aprender,
y me resulta muy útil para esta velada.

 

El vino y la noche prosiguen y nos separan.
Queda, sin embargo, mi fidelidad,
temporal y absoluta, a tu cuerpo,
a mi tacto.