martes, 19 de julio de 2016


JUAN LOZANO Y LOZANO




Y nunca te canté...



¡Y nunca te canté! Con graves
palabras me dirás: «Yo no te inspiro».
No, no es que falte inspiración, tú sabes,
es que las cosas que a decirte aspiro
son de aquellas tan hondamente suaves
que, menos que una voz, son un suspiro.


ORIETTA LOZANO



  
Ascendiendo hacia el olvido



Redimí mi carne, la inmolé en el sagrado
bebedizo de la poesía
y me lavé en sus aguas de yerbas perfumadas.
Me liberté en el mítico olor del lenguaje
que me poseyó en los sueños.
Todo será conmigo en la hora inviolable,
todo se irá conmigo, el polvo de la luna,
tus uñas desgarrando mi fastidio,
el olor inviolable del deseo.
Los perros hambrientos del lenguaje
han dejado su presa abandonada en el silencio.
-Me duele el lenguaje que agoniza tercamente
entre mis carnes-
Olvídame
con tu recuerdo me desciendes,
me detienes.
-Lo perdido nunca más será hallado-
Déjame en la edad del olvido.
Un día me uní a esta violenta caravana
y la destrocé como a una jaula de gorilas,
destrocé la nave en que se detuvo el desespero,
la incineré como carne sagrada y su polvo
me dio la dimensión del tiempo y de la muerte.
Déjame en la edad de la nada.
Déjame ascender hacia el olvido.


MARIA ELVIRA LACACI



  
Con tacones altos



Y yo llevaba un gorro
muy moderno. Parecía
una extraña cazuela.
Unos tacones leves y muy altos.
Un abrigo atrevido.
Unos guantes y un bolso de color avellana.
Los labios y los ojos pintarrajeados.
No debía de ir mal.
Las mujeres
volvían la cabeza
para mirar la hechura del abrigo.
Los hombres...

Pero yo,
bajo la piel y aquella vestidura de comparsa,
llevaba otro ropaje de un tejido muy denso. Era de angustia.
Y añoré
mi pelo suelto, mis zapatos bajos,
mi abrigo deportivo,
mi tez morena, solamente el agua.

Tú me veías, Dios. Y cómo hablamos.
Yo te decía
que estaba muy ridícula con todo aquello.
Tú dijiste que sí.
Y compartiste
el tan amargo leve movimiento
de mis labios oblicuos.


JULIO LLAMAZARES



  
1. Mi memoria es la memoria de la nieve...



Mi memoria es la memoria de la nieve. Mi corazón está blanco
como un campo de urces.

En labios amarillos la negación florece. Pero existe un nogal
donde habita el invierno.

Un lejano nogal, doblado sobre el agua, a donde acuden a morir
los guerreros más viejos.

En un mismo exterior se deshacen los días y la desolación corroe
los signos del suicidio:

globos entre las ramas del silencio y un animal sin nombre
que se espesa en mi rostro.


De "Memoria de la nieve" 1982



LUIS FELIPE VIVANCO




Corona firme



I

¿En qué brisa ligera mis sueños arrebatados comulgan con
                    la sombra encendida de tus ojos?
¿En qué dolor de pozo solitario el agua me acaricia como la palma silenciosa
                   que se humilla a tu figura?
¿En qué monte de aromas juveniles oigo palpitar tu sinrazón
como una verdad ajena a la perseverancia de mi vida.

Yo sé que en la mañana de fuego excesivo,
y en la tarde tranquila de chopos soñadores,
y en la noche brillante que atraviesa mis dudas
como una cierva ligerísima,
tú eres una sola flor que conserva en sus pétalos
el nevado principio de la piel más suave y más profunda,
todas las cosas son tu exigencia sencilla
y tus manos transparentan la precisión gozosa del mundo verdadero.
Y a mí, que siento y canto tu blancura pequeña y tu excelencia breve,
no me es posible otro gozo sino seguir inclinado sobre tus huellas.


II

Las montañas se levantan dispuestas a unir nuestros dos corazones,
la mañana dichosa es como el ambiente inefable de nuestras dos almas unidas,
pero yo no me atrevo a pedirte que me mires,
y no quiero suplicarte que reposen tus ojos sobre mi locura.

Sólo tu luz inaccesible me recoge
con su ligera claridad que rinde los ecos de mi angustia,
la angustia del hombre de la tierra
y de sus huesos duros que sufren por el ágil destino de los pájaros.

Pero en el dulce asilo de tu vigilia luminosa
mi infancia crece como una aurora en fiesta de rocío,
mi deseo se siente oprimido por el agua sonriente
y mi sorpresa se eleva como brote divino.

Oh ensueño feliz que me obligas a suspirar en esta soledad conmovida!
Oh brillo de ausencia que me conservas puro entre tus brazos luminosos!
Tú eres la sombra tierna en el regazo de los valles
y la dorada lumbre que perfecciona el viento en las espigas.

Y yo me lanzo hacia las estrellas porque después del resplandor de tus ojos
Sólo la transparencia de la noche puede albergar mi sangre enamorada,
que prefiriendo siempre tu claridad alegre
hace eterna mi vida en su gozo más hondo.


III

Muchos versos he escrito desde que tenía quince años
pero éstos que se encienden con tanta ilusión de puros amores
son un risueño escorial apartado, un residuo de pureza
que ha resistido al fuego de mi anhelo más íntimo.

Tú has suprimido la tristeza que brotaba debajo de mis pies solitarios,
tú me mantienes en una pura intensidad de nubes y de montañas,
y mi corazón es como un ala marchita
que recoge el temprano morir de su esperanza
sobre el tiempo seguro de tu unidad resplandeciente.

Por eso persevera mi asombro, y es mi vida nueva ,
y es mi luna romántica en su cuarto creciente de miradas fieles
que envuelven tu figura con tus propios encantos.
¡Qué dolor más alto me humilla a sus visiones!
¡Qué purísimo edificio levanto en tu blancura,
cuando toda mi sangre enajenada
es el claro sonido de mi voz que pronuncia tu nombre.


De "Tiempo de dolor" 1940


  

ELSA LÓPEZ




Cuando el cansancio…



Cuando el cansancio es grande y tiene forma oblicua,
se sienta en el rincón más tibio de la casa
y reconstruye el mapa completo de la isla:

          El reborde de espuma rizado de gaviotas.
          Los volcanes al sur,
          al norte los barrancos.
          La palma de su mano abierta bajo el cielo
          en forma de caldera.
          Las nubes esmaltadas,
          el viento,
          los muros de la casa,
          y la abuela sentada en el sillón de mimbre
          viendo morir los barcos encima del estanque.

En ese itinerario de océano amargos,
el llanto se repliega de nuevo en lo más hondo
a contemplar, sin ruido, el paso de las aves.


De: "Penumbra"1985: