martes, 26 de junio de 2018


ANA ROSETTI





A quien, no obstante tan deliciosos placeres debo

                    "Cuando una se siente bien, puede prescindir de lo mejor.
                                                                       Eso me parece sabio".
                                                                            Andrea de Nerciat



Y esa tan transparente neblina que su lengua
extendió sobre mí... labor concupiscente,
minuciosa e inútil, pues el bello prosélito
¿me atreveré a decirlo? es que es tan impotente
como adorable es. Por ello, aún intacto
conservo el corazón de mi valiosa orquídea
(falsas futuras nupcias blancas) y, así, entre tanto,
mi precioso tormento, recibo tus bombones
y mis ingles remojo detrás de cada cita
con abluciones vanas. Pero, tonto muchacho,
no te avergüences si, de pronto, no se abulta tu pretina,
ni tu enarbolado furor puede,
impasible, horadarme la membrana
y arrancar de mi carne el clásico aspaviento.
Y no te desesperes si no soy despojada
aún de aquello que, sobrepasando el tiempo
que la edad aconseja y Cupido consiente,
fiel guardo en el ardiente túnel. Ya custodiada
mi pelvis por amor tan incauto cerrada
permanece, mi escudo, sabrosa precaución!
Hundamos nuestras bocas en la fresca reseda
de nuestros célibes y ocultos sitios
y tú, tonto muchacho, si encuentras resistencia
en donde tu ternura esperaba verterse,
torpemente no insistas empeñado en robarme
unas gotitas rojas y un agudo gritito,
pues no soportarías placer tan cruento.


De: "Los devaneos de Erato"


CARMEN GONZÁLEZ HUGUET




XI



El deseo tiene garfios de hierro,
dedos de mar
raíces.

Con ellos se aferra a la carne
como el árbol al borde del abismo.

En él la vida afirma
su inquebrantable voluntad
de no cesar.

Sigue lloviendo, entonces,
incontenible
como el huracán más olvidado
como la tormenta más ciega
que habita
en el fondo de la gota de rocío.

Sigue lloviendo, amor,
sin pausa,
hasta que entienda el mundo.


De: “Palabra de Diosa”



IBN ZAYDÚN





Si yo supiera que alguna vez te encontraré en la soledad



Si yo supiera que alguna vez te encontraré en la soledad,
para poder quejarme de algo de lo que siento
¡Allah traiga el día en que pueda declarar mi amor
con las lágrimas de mis ojos como testigo!



ALDO CALDERON



  
La botica y su dueña



La botica y su dueña
desde la esquina de la plaza nos convoca el recetario nacional
Resiste en sus metros de pura plusvalía
tiene como nombre el apellido de la vieja farmacéutica
La vieja farmacia,
la botica que recuerda a
dipironas y obleas chinas
En la otra esquina el yerbatero recién ha bajado
por una de las calles que llegan al centro de la ciudad
a competir cuerpo a cuerpo con la droguería
la del almanaque de la salud



LUIS LÓPEZ ANGLADA




Madrigal



Desde esta mañana, amor,
la rosa será más rosa
y más vivo el ruiseñor.

¡Y tú sin saberlo, amor!
La fuente mucho más clara
mojándome de alegría
con agua fresca la cara.

Y el cielo, desde hoy, azul,
y, dentro del cielo, dios...
¡Y tú sin saberlo amor!


OLVIDO GARCIA VALDÉS





A Miguel



Te habías quedado todo el día
allí, de pie, mirando las montañas,
y era, dijiste, alimento
para los ojos, corazón
quebrantado. Yo pasaba, parece,
en el atardecer,
andando en bicicleta por un sendero.
Lo cuentas y quedo contemplándolo
con esperanza, una buena esperanza
nodriza de la vejez. Yo lo llamo
dulzura, la música dulzura que conforta
o hidrata la aspereza. Algunos niños
cercanos al autismo, cuando crecen,
imprimen o padecen movimiento
constante, un ritmo de hombros
ajeno a cualquier música, latido,
circulatoria sangre propia, sin contacto.
Sólo a veces sus ojos buscan
engañosamente; no hay dulzura
ni aspereza, un sonido
interior los envuelve, sangre roja.
Contemplo las montañas de tu sueño,
busco en ellas tus ojos.
Y escruto, sin embargo, el corazón,
las junturas y médula, los sentimientos
y pensamientos del corazón. Nada hidrata.
Nada amortigua. Escrutar es áspero
y no lame. Las horas últimas
de la vigilia: sabia
la disciplina monacal que impone
levantarse a maitines. Enjugar,
sostener, confortar: mirar la noche.
Volver al corazón. Entonces ya la música
es azul, azul es la dulzura. Pedir.


De: "Caza nocturna"