"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 7 de octubre de 2025
JUAN PABLO ROA
Voy hacia la
luz que me trasciende,
hacia
la palabra trascendida sin buscarte
y
allí estás oculto en tu agua,
en
el secreto ejercicio
de
tomarnos por la mano,
yo
hijo y tú hierba voraz contra el viento.
Extrañas
oraciones que de tu boca sigo amando
y
que en mí bajan como animal enorme,
palabra-mamífero
hecha de sorpresas.
De: “Existe
algún lugar en donde nadie”.
JUSTO SIERRA MÉNDEZ
Funeral
bucólico
I
Su
esfera de cristal la luna apaga
En la pálida niebla de la aurora
Y la brisa del mar fresca y sonora
Entre los pinos de la costa vaga.
Aquí
murió de amor en hora aciaga
Mirtilo, y Bala su rebaño; llora
La primavera y le tributa Flora
Rústico incienso cuyo olor embriaga.
Allí
la pira está; doliente y grave
Danza emprenden en torno los pastores
Coronados de cipo y de verbena;
La
selva plañe con murmullo suave
Y yace, de Mirtilo entre las flores,
Oliendo a mil aún la dulce avena.
II
Mas
llegan los pastores en bandadas
Al reír la mañana en el Oriente;
Mezclan su voz al cántico doliente
Y se abren las violas perfumadas.
Ya
se tornan guirnaldas animadas
Las danzas; ya las mueve ritmo ardiente
Al que hacen coro en la vecina fuente
Faunos lascivos y risueños driadas.
Vibra
Febo su dardo de diamante;
El baile raudo gira, el seno opreso
De las pastoras rompe en delirante
Grito
de amor que llena el aire en ceso.
Mirtilo, el boquirrubio, en ese instante
Vuelto habría a la vida con un beso.
III
Unese
a los sollozos convulsivos
De los abiertos labios, el sonoro
Choque, ya recogen el caliente lloro
Las rojas bocas en los ojos vivos.
¡Homenaje
a Mirtilo! ¿Cómo esquivos
podrían ser sus manes a ese coro?
Al soplo del amor y en barca de oro
Su alma huía los cármenes nativos.
Las
tazas nuevas en que hierve pura
La leche vierten del redondo seno
A torrentes su nítida blancura.
Sobre
el fúnebre altar de aromas lleno
El fuego borda al fin la pira oscura
Y asciende el sol en el zafir sereno.
IV
Crece
la hoguera, muerde con enojo
Las ramas cuya esencia bebe el viento
Y el baile muere al exhalar su aliento
La última llama en el postrer abrojo.
En
un vaso de arcilla negro y rojo,
Recogen las cenizas al momento
Los pastores y en tosco monumento
Guardan píos el mísero despojo.
Duerme
Mirtilo; floresta Umbría
Que en tu sepulcro abandonado vierte
Su inefable y serena poesía,
No
olvidará tu dolorosa suerte:
Ni de tu amor la efímera elegía,
Ni tus bodas eternas con la muerte.
ROLANDO ROSAS GALICIA
Ojo
por hoja
En
el face tengo tres mil y tantos amigos.
A cada instante me conecto con ellos
los llevo en mi móbil, caminamos juntos. Sonreímos
y somos uno en el mundo
y yo estoy allí, en su mundo
Qué estorbo cuando mi padre me pregunta por lo que hago
si estoy bien, si lo escucho, si necesito algo
Qué estupidez. No se da cuenta que estoy completo
MARCO MARTOS
El
mar escribe
Yasunari
Kawabata se despide de la danzarina de Izu. (1972)
Toda
poesía es una despedida,
una línea blanca de espuma
en el ancho mar que se lo lleva todo.
¡Con qué indiferencia se mueve el mundo
a todo lo que planeamos y queremos!
¡No hay olvido!
¡Grito que no hay olvido en la memoria!
En la cresta de la ola
o en la sima más oscura
con todo lo vivido o flotamos
o nos sumergimos.
Así, braceo un rato y luego me hundo
balbuceando tu nombre sagrado
en la noche de agua eterna.
Nadie sabe si soy un fantasma
o un buen nadador
que será niebla mañana,
que ya es cielo encapotado,
o una línea de espuma blanquísima,
vena del mismo mar que acaso escribe.
EDUARDO EMBRY
Hoy
es el día de mi partida
Hoy
es el día de mi partida, y tal vez
hoy no me vaya sino mañana,
y quién sabe si mañana diga:
hoy es el día de mi partida y a lo mejor
hoy no me vaya sino mañana,
y en este pasado mañana sin fondo
alguna de tus amigas vaya y corra y te diga:
“estoy segura: lo vi en el centro”,
porque en verdad me andarás viendo a cada instante
y sentiré que me pides
que desabroche el nudo de tus cabellos,
y en la pieza contigua
podrás oir todavía el duelo del gran Derby de Junio
entre la yegua blanca y el caballo negro, adelante,
y pasan los últimos palos;
y mientras te vas desnudando en esa soledad, oirás, tal vez,
“hoy es el día de mi partida”, y quién sabe
si hoy no partiré o me iré mañana o un día después.
NATALIE DIAZ
La cura para la melancolía es tomar los cuernos
Alguna vez se pensó que el cuerno molido de unicornio
curaba la melancolía.
Lo
que carga el daño no es nunca la herida
sino
el jardín encarnado que el cuerno borda
al
retirarse —cuando ella se retiró. Estoy floreando
rozagante
ausencia —una alarma brillante.
Brodsky
dijo, La oscuridad restaura lo que la luz no puede
reparar.
Me entusiasmaste —rasgada hasta la cresta.
Lo
quiero todo —el toro de ébano y la luna.
Vengo
y de nuevo por el cuerno de melaza.
La
reina Isabel intercambió un castillo por un solo cuerno.
Yo
atiendo el reino de mis manos
—un
ejército de tacto que marcha por el alcázar de tus muslos
en
voz alta y brillante como cualquier cuerno de guerra.
Llego
hasta ti —mitad bestia, half feast.
Noche
tras noche cosechamos el Iliac
Forest
luxado, segamos la fruta oscureciente entibiada con
[especias
en
nuestras bocas, separamos lo dulce de la espina.
Mi
linternista. Tus manos, pabilo en la lámpara bronce
de
mi pecho. Rózame hasta sacar chispa
—tiémblame
hasta el asombro. En tu regazo
deja
que recueste mis pesados cuernos.
Cumplí
la profecía de tu garganta, suelta en ti
el
ala fabulosa de mi boca. Rojo fantasma
sagrado
y rojo. Dejé mi cuerpo y hablé con Dios, volví
angelada
en serafina —con alas de cobre y cuernos.
Nuestros
cuerpos no son sino lugares donde ser poseídas,
como
en, Dios, me tenía agarrada por el cuello,
por
la cadera, por la luna. Dios,
ella
me lastimó con mis propios cuernos.
De:
“Poema de amor poscolonial”
Versión
de Elisa Díaz Castelo
