lunes, 23 de agosto de 2021


 

ROBERTO MALATESTA


  

Mientras el otoño

 


Mientras el otoño
ocupa su lugar
en el hueso tibio de las cosas,
yo, como quien se sienta ver
un espectáculo,
espero a que la poesía de comienzo.

Austera y espléndida
unida a la osamenta fría del otoño,
casi al trasluz de las palabras.

Palabras

en las que apenas se apoya
a las que sólo
rosa
como las manos de un ciego
la seda.


DAVID BUSTOS

 

 

 

29

 


La puerta con los trozos

de muro interrumpen

a los cipreses que conversan

rodeando la casa el pequeño olivo

permanece sin levantar la voz.

 

 

CITLALI SANTOS

 

  

Origen

 


Desgajé el vientre de mi madre
con el crecimiento de los huesos tiernos.
Ocupé su cuerpo a mi entero placer
deshaciendo su entraña para crear la mía.
Comí de su carne.
Bebí de su sangre.
Y al llegar a los nueve meses
sus tripas, llenas de hartazgo y hambre
abrazaron mi cuello verde.
Entonces fue necesaria la herida.
Durmieron a mi madre (Eso la haría olvidar)
y entre la blanquitud enferma nombraron su dolor, su mutilación, mi nacimiento.
Fue el pellejo quien aprendió a mirar la rajada con amor.
Ha sido mi madre, sobreviviente
la que ha tenido que reconocer
a esta criatura voraz y dolorosa, como su hija.

 

 

 

SANTIAGO ANTONA

 

 

 


Caminar por la calle es cavar su propia tumba
y cada paso un girón de pecho,
un último abismo en cada palpitar.
México, el país donde las faldas se han convertido
en armas suicidas
y las horas en toques de queda.
Aquí no existen las luchas diferentes
ni un nombre que no sea de todas,
porque la muerte tiene nombre de mujer.
Alguien camina por la calle
y en las paredes puede ir leyendo su epitafio,
igual que puede leerse
el próximo encabezado en la Nota Roja:
“Mujer camina por la calle
a cierta hora,
con cierta falda,
y ha cavado su propia tumba”.

 

 

 

ANA CORVERA

 

  

Signos

 


Me lo dijo la primera noche

que dormimos juntos:

—mi amor es una niebla,

un destino que se apaga

sin remedio.

 

Su belleza destruyó

a otros seres

que lo amaron.

 

Por eso, la primera noche juntos

no hicimos el amor.

 

Nos quedamos vestidos

con nuestras historias.

 

Tejí un amuleto rojo

para mi sostén,

uncí mi pecho

con el llanto de mi árbol.

 

Lo besé a la misma velocidad

con la que descubrí el mundo,

me mudé de país,

le oculté los defectos

de mi otra mejilla.

 

Hice todo para cambiar la suerte

pero lo terrible me abrasó.

 

El futuro se destruye

por encima de cualquier promesa.

 

Repetimos la palabra “nosotros”

hasta hacerla ruido,

hambre.

 

 

ALE PASTORE

 

  


El grito

El grito, Edward Munch

 

  

Nadie sabe, sabe nadie: la nada
del que pisa o aplasta la voz
y repone y recobra y quita
se disipa la nada, vuelve y talla
en los fondos ojos del silencio
donde grita la garganta y calla.

Nadie es en mí, en mí nadie
en ti está todo aquello que nace
otro silencio batallando fantasmas
más viva y vida, más muerte y llaga
y sana y cura y enferma
y el dolor expulsa lo que traga.