martes, 2 de febrero de 2021




 

MARTHA MADRIGAL

 

 

 

Tauro

 


Impetuoso arremetes contra el mundo

 y si levantas la testa

 eres capaz de ensartar a las estrellas.

 Te avasalla la ternura.

 Eres invulnerable a la amenaza

 y sólo te estremece el llanto de un indefenso.

 Venus, la radiante lámpara de la tarde,

 ardía en el cielo cuando naciste

 y te puso bajo su protección

para darte la gracia y la delicadeza

 del amante perfecto.

 No te intimidan

 ni saben que con leve toque de ternura

 podrían domeñar tu fiereza

 y convertirte en la criatura más dulce.

 Aldebarán luce en tu frente.

 Que un fragmento de bosque congelado

 sea tu talismán.

 

MANUEL NAVARRO LUNA

 

 

 

El regreso


A José Antonio Fernández de Castro


 

El tren les da las buenas tardes
a los postes del teléfono
que salen
a mi encuentro
con los brazos
abiertos
Ya estoy en la estación y mi ciudad
que acaba de darse un baño
en la ducha del aguacero
con su cabellera
de hilos eléctricos
mojada todavía
me estrecha fuertemente contra su pecho
y me acaricia
con los dedos
de sus calles
Después
entre un grupo de árboles que me acompañan
agitando en el aire sus sombreros
camino lentamente hacia la casa
que con el rostro embadurnado de polvo y colorete
estaba esperando mi regreso
Allí me abrazan todos
Primero
que nadie
mi
perro

 

MANUEL SOSA

 

 

 

La absolución

 

 

Han de tener razón para vedarme el paso
cuando ante el vestíbulo me descubro
y el fósforo restalla deslumbrante.
Mi fisonomía desmiente lo que anunciaban
las cartas de relación, las tablillas limpias de hiedra.
No es este el sitio, y se apresuran a desplazarme
hacia la verja con una expresión de asco.
No es esta la compuerta destinada a mi conversión,
por ser ya tarde y no haberlo previsto.
Han de saber que una silueta no suplanta al cuerpo
y que todo resplandor nace de una llama tan pobre.
Y pudiera ser lo más justo.
El humo sube incesante.
Unos dados prefiguraron este mutismo
que es percibir el gozo, sin poder paladearle jamás.
En el fondo no esperaba otra sentencia:
los dados rodaron por el mármol
y vi a cada augur mesarse los cabellos
al reconocer la costra que me retendría.
Han de estar en lo cierto, pues se aferran al picaporte
y trazan su línea con firmeza.
Yo debí faltar a un juramento. Yo tuve que defraudar
a alguien cuya altivez es inconmensurable.
Tiene que ser el reflejo de una justicia que no conozco
para que así me aparten y borren mi nombre
sin darme una razón, sin regalarme un manto
para el camino.

 

HILARIO BARRERO

 

 

 

Barnices

 

 

Ahora ocultas con cremas
y ungüentos extranjeros
las heridas que el tiempo
ha dejado en tu cuerpo
y muestras orgulloso
las oscuras y densas cicatrices del alma.
Se ve que eres novicio
en el arte de tal ocultamiento
e ignoras que es difícil esconder la vejez,
que las arrugas se ven aunque tapadas
como también se ve la decadencia,
la sombra por tus ojos
y el delicado olor a viejo que nace de tu aliento.

 

A nadie le interesan las lesiones del alma
si el cuerpo apuntalado carece de equilibrio.

 

 

 

ANGÉLICA SANTA OLAYA


 

 

 

En laberinto

viaja la necedad

del caracol

 

ELOÍSA OTERO

 

  

 

Con el tiempo parece ir asentándose la rancia teoría

 

 

Con el tiempo parece ir asentándose la rancia teoría de que
la permanencia es la forma,
condición inexcusable de ese silencio de cuerda tendida que
a veces se da.

 

Ser resulta repentinamente dañino a los muchos recuerdos.
Panteísmo para aquella necesidad con toda independencia de
quien,
imagen y/o reflejo,
la formaba.
Resulta, de ese modo, difícil contarte de las cosas.