"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 30 de marzo de 2022
ALEJANDRO ROEMMERS
In memoriam
DESDE
la cima
observabas las agrestes laderas del cerro
fundirse en la planicie interminable.
El
cielo despejado y luminoso
no distraía tus ojos
que seguían inquisidores
el vuelo de las aves.
Olfateabas
el viento
como experimentado cazador,
sabiendo que serías presa
de su aliento cálido y seco
si exhalaba una imprevista bocanada
el pulmón cordillerano.
Tal
vez un presentimiento
te hizo repasar una vez más,
con paciencia de ajedrecista,
tu brillante velamen
de águila humana.
Con
todos los instintos alerta
elegiste el mejor momento,
-vos siempre elegías el mejor momento-
y desplegando tu ala multicolor
emprendiste el vuelo.
Una
clara sonrisa iluminaba tu cara
mientras empezabas el juego
de ganarle a la gravedad y tomar altura.
Esperaste el error del adversario
para volcar poco a poco la partida a tu favor.
Tenías
tiempo,-esta vez tenías tanto tiempo-
y aún era temprano.
Ya lo ves,
una pequeña corriente ascendente
te permite tu primer movimiento ganador.
Un
poco más de altura
y en el próximo giro
estarás cerca de la cumbre.
De
pronto, otra fuerte corriente,
un giro imprevisto del destino,
y vas dejando atrás las otras velas
y hasta el último cóndor
que debió abandonarte sorprendido
mientras seguías ascendiendo.
Algunos
espectadores se inquietaron
al verte caer en un remolino.
Pero vos sonreías y ganabas altura,
cada vez más libre,
cada vez más feliz
con tus nuevas alas blancas.
RENÉ SEGURA
Limpio mis heridas
Limpio
mis heridas
Y Las limpio muy bien
para volver a tener mi piel Lista para otra herida.
Busco sanción
Busco ascensión
Para volver a estar arriba
Listo para otra caída.
Rezo de nuevo
Limpio mi conciencia
Para volver a tener mi alma
Lista para otro pecado.
JULES LAFORGUE
La esfinge
En
las estepas del desierto, a la hora en que el apagado cielo
al jaguar adormecido incita a buscar el frescor,
con los ojos en el horizonte mudo, vasto, sin fin,
hundidos hasta los senos en la arena, una esfinge en cuclillas sueña.
A
sus pies, sin embargo, muriendo como el oleaje,
un pueblo de hormigas negro y atareado se agita.
vive, ama, va, y luego lentamente pasa
bajo esa mirada sin cesar en el horizonte clavada.
Y
ese pueblo ya no existe. El sol escarlata
allá abajo tranquilo se oculta, en un resplandor dorado,
luego, el aliento de la tarde, tibio y delicado,
dispersa esos despojos. La gran esfinge sigue soñando.
MAROSA DI GIORGIO
Domingo a la tarde…
Domingo a la tarde, y voy por el huerto sin recordar cómo salí y llegué hasta acá. El cielo es de oro, deslumbrador, y de los naranjos caen frutas y flores.
Trepo
a uno, según mi costumbre antigua. Estoy un rato. Los pájaros saltan de rama en
rama. Desciendo. Subo. Tomo una fruta.
Al
bajar, ya veo un cadáver. Vestido y tendido. Y más allá, otro. Y otro. Por
todos lados, aparecen. Vestidos y tendidos.
Y cada uno con el hígado destrozado o el corazón. Pero ¿quiénes son? Acaso, no
me percaté y hubo una rápida guerra?
En puntas de pie, voy hacia la casa; desolada paso el jardín de celedonias y
“conejitos”. Adentro, no queda nadie. Voy a gritar; para qué, si nadie oye.
Algunas mariposas chocan en los vidrios.
Sobre
la mesa hay un álbum que no conocía; al entremirarlo, veo dibujada la batalla,
los cadáveres y las plantas. En blanco y negro. Y en colores. La noche cae de
súbito; las luces se encienden solas.
Y
aparecen más cadáveres entre las plantas.
LALO BARRUBIA
La pobrecita
Pobre
señora
ya todo terminó
Como lo ve señora
ya todo terminó
Ya todo se acabó
Ya todo terminó
Ella
puede llorar hasta con tropical
porque todo en la vuelta la hace pensar
el azar la tristeza y el viento del mar
le carcomen los huesos la dejan atrás
la cordura perdida contra el ventanal
que no puede cerrar y no puede cerrar y no puede cerrar
Las
canastas vacías
la voz de la tía que quiere de veras saber cómo está
y en su lenta agonía se viene a acordar
que la hora está cerca y la casa está sucia
y que quiere apurarse y se quiere bañar
que los niños dejaron juguetes tirados
y un chicle aplastado en el piso encerado
el año pasado para navidad
Que
no sabe si debe entregar todito
o guardarse un poquito
qué hace después con ese restito
que se vuelve veneno entre los deditos
Que
no sabe si es cubana o si es europea
el agua se le sale toda pa fuera
pero ella igual aguanta y se pone seria
una chica con clase
una chica buena
Que
no sabe si es madura o si es pendeja
ni si está metida o está de vuelta
La ausencia es un lugar en la casa pequeña
con olor a varón y a civilización
y a yuyos secados contra la razón
Que no sabe esta pobre señora
si todo terminó
Que
no sabe si debe sentarse a esperar
o correr con el trapo de aquí para allá
Que no sabe si debe ponerse una gorra o si debe mostrar
que las canas crecieron debajo del casting
que no tiene plata para renovar
Que
no sabe si debe volverlo a llamar
porque el tipo ya sabe y entonces qué tal
En su acuario se mete queriendo aceptar
que murió la canción y que el tiempo murió
que el teléfono calla
y que el tipo está lejos tomando pastillas antidepresión
Como lo ve señora
ya todo terminó
Que
quizá el viejo amigo fue el que le contó
lo que ella había hecho detrás del telón
aunque ya estaba muerto en sus otras vidas
de niña perdida
y la sangre volvía a su corazón
corazón,corazón
Y
que tanto pasado le queda pesado
tirada en la ruta haciendo autoestop
su sonoro costado ovillado apagado
volviendo al soldado de hacer los mandados
sacando fiado y pidiendo perdón
Y la
tarde se fue y el verano acabó
se acabó el chocolate y el té se acabó
se acabó la botella y el lío acabó
se acabó la semana y el fin de semana
y se le dio la gana de fingir que no
pero ya ve
Murió
la flor de vuestro amor
murió el sol que lo alumbraba
la estrella que los guiaba también desapareció
Señora
señora
ya todo terminó
Nota: Lalo Barrubia, seudónimo de María
del Rosario González
BAUDILIO MONTOYA
José Dolores Naranjo
El
domingo por la tarde,
Llegando a “Pueblo Tapado”,
¡Cayó¡ bajo una descarga, José Dolores Naranjo;
Un campesino sencillo,
Sencillo como su campo,
De esos que cantan y siembran
y que rezan el rosario
Y que a ninguno le hacen mal
porque detestan el daño.
Cayó
en mitad del camino,
Cayó así, descoyuntado,
Treinta perdigones crueles
le rompieron el costado;
No pudo cerrar los ojos,
Los dejo así, dilatados,
Como mirando adelante,
Como mirando hacia el alto
En donde estaba su amor
esperándole en el rancho
Cercado de enredaderas,
y de rosas y geranios,
Todo eso que él cultivó
con el fervor de sus manos.
Al
hacerse la descarga
En comienzos del ocaso,
Los turpiales sorprendidos
al momento se callaron,
Cuando pudieron saber
que los hombres son tan malos.
La
autoridad llego presto,
Llegó a cumplir su mandato,
Como lo quiere la patria
y el señor lo está ordenando;
Requisaron el cadáver,
Ni tarjetas, ni retratos;
Solo pendiente del cuello,
-ícono muy adorado-
Tenía en ruinas la reliquia
De un ligero escapulario,
En donde la Virgen Madre
Abría con amor los brazos.
Yo
estoy recordando ahora
Ese momento nefando;
El camino tan abierto
Que lleva a “Pueblo tapado”,
Los turpiales en silencio
Frente al crimen consumado,
Y los ojos que tenía
José Dolores Naranjo.,
Unos ojos de ceniza
Amargamente quebrados,
Que después del sacrificio
En ese término aciago,
Se quedaron muy abiertos
Como mirando hacia el alto,
Donde una mujer cordial
Y cuatro hijos de su canto
Le esperaban anhelosos
En la placidez del rancho.
Ah,
vida ciega la vida,
Ah de los hambres del campo,
Que trabajan y que siembran
Y que rezan el rosario,
Para morirse después
En un criminoso asalto
Como ese que conoció
José Dolores Naranjo.
Ah,
caminos de mi tierra,
Caminos hoy sin amparo,
Caminos ayer tan buenos
Pero ahora tan amargos,
Caminos que yo viví
Y por los que estoy llorando,
En donde tantos caerán
Al empezar el acaso,
Como cayó sin saberlo
José dolores Naranjo.
