domingo, 27 de marzo de 2022


 

MARÍA GARCÍA DÍAZ

 

 

Imagina

 


I

un mundo tangible:
imagina
lagunas de agua verde
cárcavas de terracota
cuerpos de carne
biologías de sosiego

  

De: “Suave la matriz”



EDUARDO ESCOBAR

 

 

Paisaje infinito

 

 

Debajo de aquella columna de humo remoto
doblándose como un árbol bajo el peso oscuro del viento
tengo derecho a suponer el chisporroteo de un fogón encendido
Y detrás del fogón ha de haber una mujer que canta
O calla
Con un cucharón de madera en la mano derecha
revolviendo un cocido de papas y trozos de gallina y pizcas de cilantro
Y quizás lleva un delantal a cuadros azules
Y detrás de la mujer debe haber un niño
sentado en el suelo de tierra pensando en nada
Y detrás del niño ha de estar papá
Con su vozarrón callado y sus grandes zapatos quietos
Y su bigote de corsario
O como de manubrio de bicicleta
que le da un aspecto fiero
Y cómico a la vez
Y tierno
Y detrás de papá habrá un perro blanco
Y detrás del perro un gato colorado mordisqueándole la cola
Y detrás del gato una puerta abierta
Y un camino y una colina
Y una casa y una columna de humo

Y alguien que como yo
o tal vez mi contrario
contempla el paisaje circular a estas horas
se dice:
debajo de aquella columna de humo remoto
doblándose como un árbol bajo el peso oscuro del viento
he de suponer un fogón encendido y una mujer que canta
o que calla

 

 

LEÓN ZAFIR

 

  

Por ver a la reina

 

 

Princesa encantada: dende hace ocho días
supe en mi montaña, que queda muy leja,
que a usté por sus dotes de virtú y de gracia
iban a ponerle corona de reina;
y que todo el mundo s’ ihallaba alelao
viendo su lindeza;
que iban a llevale muchas serenatas,
a cantale trovas y escribile décimas
y a decile cosas de fina lindura
muy sentimentales todos los poetas.

Que una vez ponida la corona d’ioro,
de laurel o yedras,
usté ya podía ditar sus mandatos
lo mesmo que aquellas
remitas tan lindas que yo he percatao
en vistas de cine que hasta el campo llegan
y en algunos cuentos lo más divertidos
que pa los muchachos hace un tal Callejas.

Y por eso mesmo dende antier temprano
le dije a mi vieja
que yo me tenía que venír pal pueblo
de todas maneras.

Que me cepillara mi calzón de paño
y mi ruana negra
y que me planchara mi camisa blanca,
pa venime a vela.

Dejé comenzao mi tajo en el monte
y dejé mi güerta;
en un rincón puse con mucho cuidao
toda mi herramienta;
colgué mi machete
d’iun clavo grandote qu’ihay tras de la puerta;
me tercié del hombro mi carriel de nutria
con siete bolsillos y cuatro secretas,
me amarré en la nuca mi pañuelo nuevo
marcao con seda,
descolgué mi tiple,
le cambie las cuerdas,
y agarré el camino que hay en la montaña
por venir a verla.

Y aquí estoy plantao dende ayer, vigiando
por esos balcones onde usté s’incuentra,
a ver si la logro devisar, pa echale
las trovas más nuevas
que por el camino me vine inventando
pa usté solamente, paisana antioqueña.

Que tiene, me cuentan, usté unos ojazos
claros como l’agua que se queda quieta
puay en esos lagos que hay en la montaña
y que son los baños de la luna llena.

Y que los cabellos de usté se parecen
como a chorros d’ioro que mi Dios hubiera
derramao un día pa que recogiéramos
los que semos pobres aquí en esta tierra.

Y también me cuentan que las manos suyas
son como la espuma, lo mesmo que seda;
que es usté muy buena, que es usté muy linda,
más buena y más linda que todas las reinas.

No puedo, por tanto, soberana linda,
volver a mi tierra
sin haberla visto con todos sus lujos:
corona, pulseras,
mudada lo mesmo que en el pueblo mudan
a la Virgen blanca con toda su percha,
y no dende lejos, que no juera gracia,
sino bien de cerca.

Que habiéndola visto y habiendo cantao
junto a su ventana siquiera dos décimas,
ya me iré contento, con el mesmo brío,
a hacer el cultivo de mis sementeras…

Y estoy cavilando que por un milagro
puede hasta salirme mejor la cosecha.
Y en el rancho mío, la tarde en que llegue,
todo sudoroso, con la boca seca,
tendré la visita de muchos vecinos;
de toda la gente que hay en la vereda,
y hombres y mujeres habrán de envidiame
cuando yo les cuente que vide la reina.

Yo habré de espetales que usté es tan bonita
como la Patrona que alumbra mí vieja:
Virgen del Carmelo que no ha permitido
que a yo me asesinen en alguna gresca.

Que la frente suya
es blanca lo mesmo que unas azucenas
que tiene mí mama
sembradas a un lao de la talanquera;
y que son sus manos lo mesmo que lirios
y que usté es más dulce que la miel de abejas.

Y cuando mi perro voliando la cola
salga a recibirme, feliz por mi vuelta,
yo habré de decirle, manque no me entienda:
Vos sós un chandoso,
sós un desgraciao que sufrís cojera,
-cojera de perro que es pura malicia
pa latir sentao, pa no ir a la selva-,
y vas a morirte de viejo entre el rancho,
¡sin ver a la reina!

  

Nota: León Zafir, seudónimo de Pablo Emilio Restrepo López

 

CARLOS VÁSQUEZ TAMAYO

 

 

Cantos

  

los cantos, lejanos como las sombras, desde la
desmantelada pared
y detrás, donde tiemblan los árboles y hablan
las lenguas de una tarde ida, como ésta
que no quiere volver a mí otra vez,
los cantos, las ramas tristes del campo y la noche,
la voz pasajera que ya no quiere respirar,
la triste almohada de las ensoñaciones,
verdadero y mortal, labios primorosos y santos,
un beso en esos labios, el frío de la canción,
por qué no vuelves y cantas para mí, esa letra imposible
y me dices, y me curas esta aflicción,
algunos cantos, el viento que en ellos se demora,
la desnudez de los árboles y la luz brillando en
la oscuridad, los maravillosos cantos de unas manos,
el tejer de cada palabra, la brevedad del aliento,
para decir apenas y dibujar, cuando todo esté
quieto, el arroyo diminuto, la fiel ladera, la noche
perfecta de una sola voz que canta para nosotros su más
dulce pena.

 

 

CLAUDIA GONZÁLEZ CAPARRÓS

 

 

 

(en esta desprotección
está la intimidad)
me abro camino a través de tu imagen, igual
que un reguero de agua crea su caudal entre la arena blanda:

con la violencia suave que supone sesgar
aquello que no opone resistencia

 

 

RODOLFO USIGLI

 

  

5

  

Niña toda de agua

toma la forma de mis manos

y se me escurre por entre los dedos

y la canción blanquea en ella

como espuma.

 

De: “Cancioncillas”