"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 16 de febrero de 2022
GERTRUDIS PEÑUELA
Deseo
Sobre
la tibia arena de la playa
tu amante cita con placer espero;
el sol retuesta mis desnudos hombros
y entre mi falda juguetea el viento.
Ya
con salobres aguas cristalinas
el mar de añil acarició mi cuerpo;
llevo en los labios un coral partido
y una concha prendida en los cabellos.
Las
esmeraldas de mis ojos tristes
aguardan tus pupilas de bohemio,
y mis manos germinan las caricias
que brotan al contacto de tus dedos.
Ven,
ya se abren cual rojos amarantos
los capullos en flor de mis deseos,
y entre mis labios trémulos se enciende
la loca llamarada de mis besos.
MARIO BENEDETTI
Piedritas
en la ventana
De
vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que está ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas
quién
sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuándo mi historia va a ser computada
quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos
está
bien no jugaré al desahucio
no tatuaré el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca
está
bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedritas
abriré la ventana
abriré la ventana.
LOLA RIDGE
Cita
Mi
muñeca Janie no tiene cintura
y su cuerpo es como una bañera con los pies metidos en ella.
A veces la golpeo
pero después siempre la beso.
Cuando he besado toda la pintura de su cuerpo
le ato una cinta
para que no quede mal.
Pero debe ser azul –
no de color rosa –
el rosa parece suciedad en la cara
como que no se lavara.
Golpeé
a Janie
la golpeé …
pero ella todavía sonrió …
así que le arañé entre los ojos con un alfiler.
Ahora ya no me quiere …
y frunce el ceño … y frunce el ceño …
aunque le he suplicado que me perdone
y derrama azúcar en la brecha de detrás de la cabeza.
MARÍA CRISTINA MENARES
Un
puñado de sal
Un
puñado de sal me adormeció los párpados
cuando aleteó tu recuerdo sigilosamente.
Fue
un golpe de pétalos
desorientado y leve,
fue una música lóbrega
de resonancia quieta.
No
sé si en un destello venía tu mirada,
no sé si en la humedad de la neblina espesa.
Acaso
tu ademán de solitario viviera
entre los tallos
que se yerguen como espadas
en el centro de la noche.
Tal vez fuera tu gesto el que diseminara
estrellas de carbón bajo mis pasos.
Invierno,
lápida y ceniza
son expresiones que a tu vera crecen.
Entonces
la lluvia duele con dolor de agujas
y la sangre como un solidificado río de nieve
se desliza.
MANUEL TIBERIO BERMÚDEZ
Palabra
libre
Que
la palabra vuele
Que sea libre
Que nombre
Que diga
Que señale
Que
la palabra huya
Para evitarle el encierro
En la cárcel del papel
Que
la palabra enamore
Que maldiga
Que ensalce o envilezca
Que
las palabras
Fustiguen o acaricien
Sin la condena de la imprenta
Que
la palabra sea fiesta
Sea explosión
Y luego,
Que sea olvido
ANDRÉS HENESTROSA
Aspiración
al llanto
Y
¿por qué no he de decirlo
si es verdad
que hay días en que tengo
muchas ganas de llorar?
Nadie me ha ofendido,
nada está fuera de su lugar:
el día se levanta claro y azul,
la noche coge amorosamente la luz,
pero, ¿por qué es que tengo a veces
tantas ganas de llorar?
Un llanto que así me llega de tan lejos,
que ignoro la fuente de donde mana,
que se me figura el todas las penas del mundo,
¿Por qué he de avergonzarme de verterlo
ante los hombres?
Pues ¿quiénes han de llorar sino los hombres,
sino aquel que por serlo comprende el tamaño de una pena.
o el tamaño de una dicha,
las solas dos cosas que nos hacen llorar?
Pero no solo, amiga,
¿no te dije alguna vez que las lágrimas caen de rodillas
si las produce la desdicha, pero de pie
si la alegría?
¿Por qué esa hoja que lo mismo que una lágrima
se desprende del árbol
y suavemente se posa sobre la tierra,
me enternece ciertos días?
¿Por qué esa nube que boga por el cielo
como un velamen de plata,
lleva en el vientre lágrimas,
que buscan mis ojos para disolverse?
¿Por qué esa brisa inocente
tiene a veces fuerza de huracán?
Ya sé, amiga, que no son solo mis penas,
ni solas mis dichas,
sino las del mundo y las del hombre
las que así, a veces, sin quererlo,
me hacen llorar.
