lunes, 31 de agosto de 2020


OSIP MANDELSTAM




La tristeza inexpresiva...



La tristeza inexpresiva
Abrió sus dos ojos enormes,
El florero al despertar
Del cristal arrojó las flores.

Todo el cuarto se invadió
De una lánguida -¡dulce medicina!
Este reino tan pequeño
Tanto sueño ha devorado.

Un poco de vino rojo,
-Otro poco de sol de mayo-
Y rompiendo un delgado bizcocho
La blancura de dedos finos.
1909

Versión de Jorge Bustamante García


ELIZABETH BARRETT BROWNING




Un Pensamiento por un solitario lecho de muerte



Si Dios te obliga a este destino;
Morir solo, sin nadie junto a tu lecho
Para escuchar con dolor tu última palabra,
Y marcar con lágrimas el vacilante pulso;
Entonces ruega en soledad: ¡Oh, Señor ven con ternura!
Por tu hijo olvidado en la viña de roja desdicha,
Por la vida salvaje que se agita en el mundo,
Por el abandonado jardín donde la agonía
Cayó como una sangrienta marea de tu frente,
Por toda esta desolación, consoladme.
No hay amigos ni lamentos junto a mi,
Ningún ángel se alza entre mi rostro y el tuyo,
Pero os pido: deteneos y arrancad la rosa de mi vida,
Sonríe, al cambiar esta mortal pena en divina eternidad.



ROBERT BRIDGES




Ruiseñores



Bellas deben ser las montañas de las que vienes
Y luminosos los arroyos de esos fructíferos valles,
Aprendo tu canción:
¿Dónde están esos bosques estrellados? Puede que yo vague por allí,
Entre esas flores de aire celestial
Que florecen todo el año.

No, se han consumido esas montañas y se han secado los arroyos:
Nuestra canción es sólo la voz de un deseo que frecuenta nuestros sueños,
Un trozo del corazón,
De quien afligiéndose las visiones, oscuras esperanzas prohíben sueños profundos,
Ninguna cadencia agonizante, ningún suspiro largo puede permanecer
Para todo nuestro ser.

Solos, resonando los oídos de arrebatados hombres,
Vertemos nuestro secreto nocturno y oscuro; y entonces,
Cuando la noche se retira
De estos dulces licores saltando y estallando ramas de mayo,
Sueña, mientras el inabarcable coro del día
Da la bienvenida al alba.


ALTAÍR TEJEDA DE TAMEZ




Madrigal del sueño



Es cada noche una pequeña muerte
y una resurrección, cada mañana.

Una puerta se abre
en la dormida nube de la sombra;
no hacen falta los ojos ni las manos
para sentir el intangible encanto
de los perfiles cósmicos del sueño.

Si es preciso llorar, ruedan las lágrimas
con una suavidad tan clara
que son ríos de luceros
y si se ama, es el amor intenso.
¿Será posible amar como en el sueño?
Se cierran las ventanas hacia el mundo
y despierta la vida en el cerebro.

Pensar… Soñar… Vivir intensamente
lo que la realidad nos niega.

Es cada noche una pequeña muerte.
Mas… ¡ Qué dulce la muerte si es el sueño!


LUIS LLORÉNS TORRES




Cuando canta en la enramada…



Cuando canta en la enramada
mi buen gallo canagüey
y se cuela en el batey
el frío de la madrugada;
cuando la mansa bueyada
se despierta en el corral,
y los becerros berrear
se oyen debajo del rancho,
y la hija del viejo Pancho
va las vacas a ordeñar

entonces viene a mi hamaca
un olor como de selva
que no sé si esta en la yerba
o en las crines de las jacas
o en las ubres de las vacas
o en el estiércol del rancho
todo tiene un hondo y ancho
olor a felicidad;
y ese olor quien me lo da
es la hija del viejo Pancho.




MARIANO BRULL




Escalones



Yo me esconderé pero que no me
veas ¡oh Tiempo! por invisible
claro viajero. Yo te observaré
en tu intimidad, cuando crees
estar solo y desnudas el secreto
de tu huidiza transparencia.
Yo te adivino como prestidigitador
que saca algo donde parece no
haber nada, y puedes multiplicar
hasta el infinito las túnicas
color de aire, o color de agua,
y entonces quedarte inmóvil
en el mismo borde de la nada.
Allí te veo en la linde que no puedes pasar.


domingo, 30 de agosto de 2020


AMIRI BARAKA




El Mentiroso



Lo que yo creía que era amor
en mí, mil veces descubro
que es miedo. de la sombra del árbol
enroscándose alrededor de la silla, una música distante
de pájaro tintineando
en el frío.
Adonde quiera que vaya a reclamar
mi carne, hay puertas
del espíritu. Y hasta sus consuelos
son prácticas odiosas que me esfuerzo en comprender.
Aunque soy un hombre que habla en voz alta
sobre el nacimiento de sus costumbres.
Redefiniendo públicamente
cada cambio de mi alma, como si yo
los hubiera predicho y aprovechado bíblicamente,
aunque su peso cantarín, borró lo familiar de mi cara.
Una pregunta creo, una respuesta; quien quiera que sea
el que está sentado contando minutos
hasta que uno muera.
Cuando dicen «¿es Roi el que murió?»
Me pregunto: ¿A quien se referirán?


MASAOKA SHIKI





Sin hacer nada

La babosa de mar ha vivido


Dieciocho mil años.

RANDALL JARRELL




Artillero



¿Me enviaron lejos de mi gato y de mi esposa
A un doctor que contó mis dientes y me empujó
Hacia una línea en el llano hacia una cocina de hierro en una tienda?
¿Les cabecee a las moscas de las escuelas?
¿Y los luchadores se enrollaron dentro del rastro como conejos—
La sangre congelada sobre mí entablillado como una costra
Ronqué, todo quieto y gris en la torreta
Hasta que las palmeras fuera del mar se volvieron rosa con mi muerte?
¿Y los finales del mundo aquí, en la arena de una tumba
Con todas mis guerras encima? ¡ Cuán fácil ha sido morir!
¿Tiene mi esposa una pensión para tantos ratones?
¿Las medallas hicieron regresar mi gato a casa?


IBN SARA AL-SANTARINI




Boca deforme



Hasta el fin de los tiempos
alabaré sus dientes.
Cuando los miras, ante tus ojos aparecen
como una de las muelas de pulir.
Dirías que los genios de Salomón
construyeron su boca, como Palmira,
con rocas y columnas.
Te guía a oír la melodía de sus palabras
algo como el silbido
de soplar en los nudos en la magia.
Tiene, en fin, una boca como vulva,
y de su misma forma, «cuyas olas
cubren de espuma ambas orillas».



JOSÉ BERGAMÍN GUTIÉRREZ




La sombra y la muerte (II)



En todo hay cierta, inevitable muerte
Cervantes
Siento que paso a paso se adelanta
al doloroso paso de mi vida
el ansia de morir que siento asida
como un nudo de llanto a la garganta.

Fue soledad, fue daño y pena, tanta
pasión que en sangre, en sombra detenida,
me hizo sentir la muerte como herida
por el vivo dolor que la quebranta.

Siento que paso a paso, poco a poco,
con un querer que quiero, y que no quiero,
se adentra en mí su decisión más fuerte:

sintiendo en cuanto miro, en cuanto toco,
con tan clara razón su afán postrero,
que en todo es cierta, inevitable muerte.




JOSÉ CORREDOR MATHEOS





Mueren todos los hombres…



MUEREN todos los hombres,
los que ignoran,
los que viven pensando
en el mañana
de un tiempo que no existe.
Todos los hombres mueren,
y esta tarde,
luminosas tinieblas
hacen brillar en mí
una fe que no es fe,
sino conciencia
de cegadora luz.


sábado, 29 de agosto de 2020


MERCEDES DE ACOSTA




Manos sucias



Tras irse todos,
era siempre tan maravilloso sentarme contigo
en el teatro a oscuras.
Había un misterio en ello,
como si el eco de muchas obras
perdurara todavía entre los pliegues del telón,
mientras fantasmales figuras se acurrucaban
en las lunetas y con manos vaporosas
hacían sonar los reprimidos aplausos.
¿Recuerdas cómo nos sentábamos siempre en silencio?
Yo cerraba los ojos para sentir tu cercanía más cerca.
Entonces, como un ritual, lentamente
yo tomaba tu mano
y tú reías un poco y me decías:
“Tengo las manos terriblemente pegajosas”, o
“No logro mantener limpias las manos en este teatro”,
como si eso importara… como si eso importara…



MARIO LUZI




Como tú quieres



El cierzo resquebraja las arcillas,
aprieta y endurece las tierras de labranza,
encrespa el agua en las esclusas; deja
azadones clavados, arados inertes
en el campo. Si alguien sale por leña
o anda con fatiga o se detiene
aterido en capuchones o pelerinas,
aprieta los dientes. Lo que reina en la estancia
es el silencio del testigo mudo
de la nieve, de la lluvia, del humo,
de la inmovilidad del mudamiento.

Estoy aquí, echando al fuego
piñas de pino; tiendo el oído
al bramar de las ventanas, sin ansia
ni calma. Tú, que por vieja promesa
llegas y ocupas el lugar
que dejó el sufrimiento,
no desesperes de mí o de ti;
hurga en las adyacencias de la casa,
busca las hojas grises de la puerta.
Poco a poco se colma la medida,
poco a poco; poco a poco, como
tú quieres, la soledad se desborda.
Ven y entra, sácala a manos llenas.

Es un día del invierno de este año,
un día, un día de nuestra vida.



JOHN BERRYMAN




El poema de la pelota



¿Qué es el niño ahora, que ha perdido su pelota,
¿Qué, qué va a hacer? La vi irse
Alegremente rebotando, calle abajo, y después
Alegremente por – ¡allí está en el agua!
De nada sirve decir “Oh, hay otras pelotas”:
Un último estremecimiento de pena fija al niño
Mientras se sostiene rígido, tembloroso, contemplando
Todos sus días de juventud en el puerto donde
Fue su pelota. Yo no lo molestaría,
Una moneda, otra pelota, no tiene valor. Ahora
Él siente la primera responsabilidad
En un mundo de posesiones. La gente se llevará pelotas,
Las pelotas se perderán siempre, pequeño niño,
Y nadie compra una pelota de vuelta. El dinero es externo.
Él está aprendiendo, bien detrás de sus ojos desesperados,
La epistemología de la pérdida, cómo estar de pie
Sabiendo lo que todo hombre debe un día saber
Y la mayoría sabe muchos días, cómo estar de pie
Y gradualmente la luz regresa a la calle
Suena un silbato, la pelota está fuera de vista,
Pronto una parte de mí explorará el profundo y oscuro
Fondo del puerto… Estoy en todas partes,
Sufro y me muevo, mi mente y mi corazón se mueven
Con todo eso que me mueve, bajo el agua
O silbando, no soy un niño pequeño.


MARÍA NICOLASA DE HELGUERO Y ALVARADO




Octavas a la memoria de su hermano Don Pedro de Helguero



Desgajado el ciprés, rota la lira,
Mal concertado el susto con el canto,
empiece el triste númen que me inspira
a dar tímida voz envuelta en llanto;
Que mal entre congojas se respira,
Que poco explica quien padece tanto;
Pero si he de cantar, sea el tormento
El que sirva esta vez por instrumento.
Amaba yo a Petronio gneroso
Ufana de que fuese hermano mío,
Miraba que a su genio belicoso
Las Gracias asistían sin desvío,
No desdeñando al joven animoso
Docta, canora, sonorosa Clío;
Gracias y Musas se unen a elevarle
Y las Furias y Parca a derribarle.
Heredó de Cantabria el ardimiento,
Imitó del Gran Noja las acciones,
Advertido ilustró su entendimiento
Tomando de Minerva las lecciones;
Supo dar a su empleo cumplimiento,
Supo también robar las aficiones
Cuando en el regio Nápoles florido
Brilló gallardo y se explicó entendido.
Del Betis caudaloso en la ribera
Festivo divirtió los cortos años
Logrando en la fortuna lisonjera
Los aplausos de propios y extraños;
Corrió veloz, y al fin de la carrera
Enseñó a los mortales desengaños,
Dejando entre cenizas sepultado
El valor adquirido y heredado.
Cuando el sabio Pastor americano
Sulcaba el golfo por gozar su esposa,
El furor atrevido de Vulcano
Arrojó al vaso llama pavorosa;
Diestro Petronio, con activa mano
Cortó el incendio y dio quietud dichosa
A los que ya entre sustos desmayaban
en vista de la muerte que esperaban.
No experimentó en Tolon el triste estrago
Cuando en nave fatal dio providencia
De un sitio a otro discurriendo vago,
Armado de valor y de prudencia.
El mismo fuego le sirvió de halago;
No naufragó, que la alta Providencia
A más glorioso fin le reservaba
En morir por la fe que profesaba.
Del mar funesto el agua procelosa
Anegaba sangrienta el roto pino,
Riesgos surca la gente lastimosa
Sin rumbo, sin aliento, sin destino;
Más avistando (bien que temerosa)
A la excelsa colonia de Barquino,
En su noble piedad hallaron puerto,
Petronio triste y Olivares muerto.
Cercábame el dolor un triste día
En que más su peligro imaginaba,
A su seguridad le persuadía
Mi voz, que en los afectos se animaba;
Desatendió la justa pena mía
Porque de los temores se burlaba,
Y en la causa infeliz de mis enojos
Líquido el corazon corrió a los ojos.
Volvió Petronio al mar y bramó el viento
Enmudecen tritones y sirenas
Ronco sonó el bélico instrumento,
Infausto anuncio de futuras penas;
Sólo Petronio, instado de su aliento
Pisó ardiente las húmedas arenas
Por acercarse al término preciso
De que el mismo nacer le dio el aviso.
¿Adónde vas, Petronio valeroso?
Huye del golfo, que Neptuno airado
Oculta en su domino proceloso
Agareno furor de fuego armado;
Pero en vano es el ruego cariñoso
Que el corazón te envidia lastimado;
Magnánimo, constante, fiel y fuerte,
mi voz no escuchas por buscar tu muerte.
Descúbrense las naves enemigas;
Da la española al viento la bandera,
Corta veloz las olas cristalinas,
Apresa a la otomana más velera;
Petronio, con azañas peregrinas
Mayor victoria conseguir espera;
A seguir a la que huye se previene,
Cuando su misma muerte le detiene.
Bárbara mano, ¿cómo así atrevida,
Con el fuego y el plomo has conspirado
contra el cántabro bello, cuya vida
En su perfecta edad has marchitado?
De su valor el Africa ofendida
Envidiosa, tirana se ha mostrado
Y el infiel Ismael el tiro ha hecho
En el rosado blanco de su pecho.
Admirable divina providencia
Independiente en tus operaciones,
¿Cómo al inmenso abismo de tu ciencia
Podrán sondear humanas conprehensiones?
Yo imagino, Señor, que fue clemencia
Al alma libertar de sus prisiones;
Tu juicio adoro, y víctima te ofrezco
Con el dolor intenso que padezco.
Murió Petronio, y el ingrato olvido
También cruel su nombre ha sepultado;
No hubo laurel, que desdeñoso ha huido
De un mérito, aunque heroico, desgraciado;
Sólo la bella tropa en quien ha sido
Por sus amable prendas estimado,
De su heroicidad imprime historia
En el terso papel de la memoria.



NARCÍS COMADIRA I MORAGRIEGA


  

Canción de cuna



Ahora que la noche funde
todas las cosas corpóreas,
y que la sangre se aquieta
con el reclamo nocturno,
lánzate al río del sueño.
Amor, criatura, duerme.

En el firmamento piel
se pone el sol de tus ojos,
la madeja de tus miembros
indolente se deshace.
¿En qué brazos solitarios,
Amor, te abandonas? Duerme.

Libre del peso del cuerpo,
en espíritu atraviesas
oscuros bosques espesos
de la lasitud secreta.
No quiero que hongos ni sapos,
Amor, te me asusten. Duerme.

Que el fluyente subterráneo
al curso de los planetas
se concuerde en transparencias
de música innominada.
De lejos velo tu viaje,
Amor, hasta que regreses. Duerme.



PEDRO LUIS MENÉNDEZ




V


Llegaban de los tiempos con la historia en la mano
a la página rauda del ciclón
esculpiendo
las palabras con mecha
los símbolos con lanzas
Codiciosos o audaces
Iniciados sin lastre de una tierra insensata
tristes de otra tristeza
matadores del siglo
espesaban la noche con romances e insomnio
para no ver su sombra de cristal enlutada
Desde los arrecifes
la cansina epopeya les negaba su fruto
Ellos sólo cantaban
Si el silencio era lluvia recogían el alma
tan atrás
que la sangre
se alumbraba de muerte
y una espiga de estrellas estrenaba coraje
contra sus corazones marineros en gracia
La bandera era paño de ambición y soberbia
pero cuánta memoria
se arrumbaba en el viento
Qué relumbre de espejos
se celaba en la bruma
para todo el futuro
los entonces
los siempres del amor y la guerra
Para todo el futuro
Ved la gente del cielo
conquistar Guanahani con la historia en la mano
perfección de la idea
costa al fin desnudada
sin regreso y sin patria
Para todo el futuro
Pedro Luis Menéndez, Memorial del navegante 8
y sin patria
Sin patria


viernes, 28 de agosto de 2020


ALEX FLEITES




Razones



Respeta, piedra, el temblor de la hoja
como el viento perdona tu aspereza
y el poeta comprende la ferocidad de los cuchillos

Bajo los astros,
entre los grumos olorosos,
la piedra, el viento y las hojas
poseen sobradas razones para ser
aun cuando no esté del todo claro
el orden que luego tendrán sobre la tierra

Movidas por el viento,
las hojas muestran, como Jano,
las caras del otoño;
mientras que el sueño de piedra de la piedra
en el fondo es una señal de clara alarma

El cuchillo con que se taja el pan
o se siega la cabeza de los hombres,
nada sabe
Su misión es cortar, viejo designio

El poeta no ama el cuchillo,
pero entiende su belleza

Nada crea la piedra si no es su propio sueño
Nada ruede el viento si no es su propio esfuerzo
Nada cante la hoja si no es su propio miedo
En la sombra, el poeta vela las armas
que a su llegada ha de encontrar el día
Nadie forje el acero en las tinieblas
Oficio es de la luz, y del poeta



JUAN CLEMENTE ZENEA Y FORNARIS

  


El fanfarrón



Cierto preciado fanfarrón un día,
de estos que andan a caza de aventuras,
instigado por simples conjeturas,
desfacer un entuerto discurría:

para dar a la acción más energía
fatigaba su mente con lecturas,
y el héroe de la Mancha y sus locuras,
era el norte y la estrella que le influía.

El broquel requirió, la daga afianza,
registró sus espadas una a una,
calose el morrión, tomó la lanza;

y después provocando a la fortuna
intrépido salió a buscar venganza.

Y al fin ¿qué sucedió?

Cosa ninguna.


JOSEPH BRODSKY




Canción de amor



Si te estuvieras ahogando, acudiría a salvarte,
a taparte con mi manta y a ofrecerte té caliente.
Si yo fuera comisario, te arrestaría y te
encerraría en una celda con la llave echada.

Si fueras un pájaro, grabaría un disco
y escucharía toda la noche tu trino agudo.
Si yo fuera sargento, tú serías mi recluta
y, chico, te aseguro que te encantaría la instrucción.

Si fueras china, aprendería tu idioma, quemaría
mucho incienso, llevaría tu ropa rara.
Si fueras un espejo, asaltaría el baño de las señoras,
te daría mi lápiz rojo de labios y te soplaría la nariz.

Si te gustaran los volcanes, yo sería lava
en constante erupción desde mi oculto origen.
Y si fueras mi esposa, yo sería tu amante,
porque la Iglesia está firmemente en contra del divorcio.


BALDO RAMOS




Nunca tan lejos



Nunca tan lejos
como no estar,
ni tan cerca de ti
como de tu ausencia.

Nunca tan solo,
si es esto la soledad,
como perderte sin saber
qué hace que sea la posesión
ingenua falsedad compartida.




ELMAN TREVIZO




Aturdidos



Dejamos que el tiempo y sus contingentes manecillas corran
Dejamos que los ciegos finjan un desfile de imágenes:
Un río que fornica cada tarde con el puente
Un fantasma que baja escaleras
Una escalera que sube sobre los pálidos pies de un fantasma.

Una parodia del miedo
Un adversario que calla y cae, como por accidente.
Una sombra inventando la forma negativa del encandilamiento.

Pabellón de locos es el instante.
Una obra de teatro que dura sólo un acto: la muerte.



ALTAÍR TEJEDA DE TAMEZ




El viaje



Partimos de una playa.
En el puerto hay pañuelos
augurando una grata travesía.
En la nave, todo es nuevo
y al partir inauguramos
en un mismo minuto
playa, puerto, vapor y tripulante
y mar y cielo.

El tiempo pasa en una progresión
inversa a la felicidad o al desconsuelo:
los minutos alegres, son fugaces;
los de tristeza o de dolor, eternos.

Y nosotros, seguimos navegando
viendo que cada vez es más hondo el abismo
y más alto el cielo.

A veces, una estrella cae sobre cubierta
y su luz nos envuelve, devolviendo
su primitivo brillo a los objetos
patinados por el tiempo.

Otras veces, tremendas tempestades
nos sacuden con violencia inusitada
y amenazan hundirnos,
pero vuelve la calma, y admirados vemos
al velero sencillo convertido
en un majestuoso crucero.

Vemos alrededor. Estamos
¿En dónde están todos los
creíamos compañeros?
solos
que al principio
No hay luces en la playa. Es decir, no hay playa.
El horizonte es un cíngulo incoloro
que une y separa al mar del cielo.
Estamos solos.
¿Quién nos socorrerá si naufragamos?
¿Quién nos esperará si concluimos
con bien el viaje?
¿Qué faro nos dará la bien venida?
Y ¿en qué país veremos los pañuelos?
Estamos solos. El timonel no existe.

Hay que tomar el mando del vapor
y orientar la brújula, pero ¿hacia qué puerto?
Entonces comprendemos:
La angustia de este viaje
es sólo ocasionada por el miedo
de equivocar el sitio donde el ancla
dirá: «He llegado».

¿Y si no hubiera puerto?
¿Y si el final estuviera señalado
…aquí, en medio del océano?



jueves, 27 de agosto de 2020


UMBERTO SENEGAL





Libélulas
sobre el chamizo.
Ardoroso verano.


JOSELA MATURANA




El verano



Tendrán que venir los ojos del estío,
ojos perfilados al horizonte como lunas
o albercas turbias de espejos más recientes.
Tendrán que venir con los vivos y los desconocidos,
con los abandonados por la brasa de agosto
y el metálico juicio de un cuerpo al que yo amé
al calor que hoy le impide brotar sobre esta noche,
como un hueso botánico del sur oliendo a tierra
dejada, clausurada al verde desarrollo,
apenas arrancada del sol de los preludios,
de los arcos y fustes que sujetan al hambre,
al afán de vivirnos rebasando paisajes.
Tendrán hoy que venir los ojos de los ojos
palpando tiernamente mi frente desolada,
la fiebre de mi barrio, su sudario de grillo,
al ver que no he devuelto las flautas melancólicas
ni he cerrado ventanas calladas ni portales,
ni he vuelto por el alma quemada del estío
a retomar las voces gritando en el silencio,
el recuerdo que funde la voz y el territorio
y advierte que el verano resume las visiones
del amor cuando pudo desear e incendiarse.
Tendrán hoy que venir los ojos de mi estío,
negando los glaciares, las lágrimas sin tiempo,
los rastros de la ciencia fugados a los cielos,
la fragua sepultada en veranos de infancia,
incinerados salmos de hebreos renacidos
o arábigos encuentros en playas de sus iris,
volviendo, regresando, por ojos de sus ojos.



MANUEL MAGALLANES




De mis días tristes



Quedo, muy quedo penetré a tu alcoba
y ahogando el rumor de mis pisadas.

Avancé...

Ya la luz desfallecía.
El aposento sumergido estaba
en una claridad tenue y dudosa;
y era esa claridad así tan lánguida
como la suave luz de tus pupilas
cuando mi boca febriciente y ávida
muerde la dulce carne de tus labios...
Entonces languidecen tus miradas
con desfallecimientos de crepúsculo.

En el limpio cristal de la ventana
agonizan reflejos purpurinos
y las sombras germinan en la estancia.
como un  florecimiento de tristezas
en los pliegues recónditos de un alma.

Flota un vago perfume... Así el perfume
de tu alma de mujer enamorada.
Así tan leve, así tan vago... Acaso
este perfume delicioso es tu alma!

Acaso este perfume es el espíritu
de aquellas pobres rosas deshojadas
que por buscar el sol del vaso huyeron
y sin sol se quedaron y sin agua...
Acaso este perfume delicioso
así tan leve, así tan vago, es tu alma!

Aquí la mesa pequeñita en donde
llorando escribes tus amantes cartas:
allí tu traje rosa, cuya seda
el tibio aroma de tu cuerpo guarda;
allá en el muro, hundida en la penumbra,
la silueta borrosa de una santa;
acá el vacío espejo de Venecia
como un pozo de sombra, y de la estancia
en un ángulo oscuro, el blanco lecho,
como un altar de albura inmaculada!

De rodillas caí junto a aquel lecho
y convulso de amor besé la almohada,
y el tibio aroma de tu carne virgen
busqué, besando las revueltas sábanas
que ajé ardorosamente en mi locura...

Y hallé las dulces huellas que buscaba
y el tibio aroma de tu cuerpo amado
llegó hasta el fondo mismo de mi alma.

Y lloré de placer y de amargura,
y amoroso besé, mordí con rabia
y fué un delirio enorme y angustioso...

Temblé.

               Miré en redor y mi mirada
se hundió en la negra sombra de la noche.

Sentí fuego en los ojos...  Eran lágrimas.
Tambaleando salí, como un demente,
y abierta y sola se quedó tu estancia...


ROQUE ESTEBAN SCARPA




Leerán algún día



Escribo para alguien que me espera.
No sabe que me espera. Cualquier día
encontrará la palabra quieta con su ansia
y le dirá mi sentido a su sentido.
Quizá resbale por ella y no la entienda.
Hay que respetar al tiempo. El sabe madurarnos.
Puede que la verde palabra bajo su sol grane
o que el alma tierna le urjan gravedades,
sonrisas entreveradas entre los grises,
alguna ortiga de ira que la irrite,
un moho triste que contenga salvaciones,
azulear fugitivo entre densos líquenes,
por la complejidad de serlo no decir hombre
en el recuerdo que despierta a la memoria
de esa sucesión de olvidos que es su sueño.
Algún día, alguien leerá lo que no he escrito,
pero su apariencia lo moverá a lo eterno.


PEDRO PROVENCIO




Luz en desarmonía…



Luz en desarmonía
entre las dos imágenes que emergen
del blanco incuestionable.

Dos surtidores que al mirarse

pierden identidad y se vacían
hasta quedar a la intemperie

de su sed. Ya no pueden

resolver ni eludir la interrogante
mutua que los confina

en un nidal de transaprencia crítica.
Es el vacío explícito

de la mirada lo que buscan
las manos a lo largo de la piel.

No hay más respuesta ni más rumbo

que los ojos mirándose
desde la sombra de la lucidez

para hacer segregar a todo el cuerpo

jugo de voz, y a toda la presencia,
forma de solo ser

el instante que, en vez de pasar ve.



IRMA TORREGROSA






Nunca pusimos retratos sobre la mesa
ni escribimos cartas
preferimos siempre el arte del presentimiento,
hallarnos en el latido de las puertas
y amoldar los sueños a las curvas del sofá

Nunca tomamos fotos ni asistimos a fiestas
siempre preferí quedarme en casa
y astillarme trabajando en los detalles de tu cuerpo

Recibías mis manos como el mar recibe los barcos
con el vaivén propio de lo incierto


De: “Mar de fondo” (fragmento)


miércoles, 26 de agosto de 2020

MOISÉS ELÍAS FUENTES




Nocturno Inconfeso

¿podrán vivir de sombra y sólo engaño?
Fray Luis de León



A la hora de las admoniciones,
cuando las palabras
deberían asirnos
como si nos trajeran
desde regiones del alma
donde nunca ha llameado el día,

los recuerdos chisporrotean mudos
como luciérnagas inequívocas
rielando sobre el miedo a la memoria,
el miedo a reconocernos
en las traiciones
que entregamos al azar
para que otros fueran los traidores
los que huyeran
los que desviaran la mirada.

Las confesiones emergen
purificadas por el salitre del olvido,
el regusto viscoso
de los placeres que nunca sentimos,

zanjadas de significados
zanjadas del pasado
que nos enseñaría a llorar
no con el alma o la oscura sangre,

sino tan sólo llorar
las lágrimas íntimas subversivas
que opusimos al tiempo inerme,

súbitas mas no evidentes
dentro de los ojos,
como la difusa rabia
enmohecida en el pecho,

fantasma ahora
de un corazón fantasma
que cruza cristales polvorientos
cruza ausencias sin eco
cruza el vértigo claro
de los días moribundos.

Días que un día fueron
y mi corazón con ellos
y mi espectro revuelto.


México D.F. Diciembre del 2005