Espejos
Duelen
tantas cosas,
¡tantas!
Aquellas,
por ejemplo, embadurnadas de azafrán,
que
aprisionan espejos hastiados
de
contornos y angustiosa ambigüedad.
Mirad
cómo en ellos se alarga
el
intangible volumen de la inexistencia,
mirad
cómo se encogen los ecos
y
se abalanzan, formando punteados
y
guturales reflejos de la imagen;
mirad
cómo el castigo
no
se refleja, no se exhibe,
pero
muerde, apuñala
y
se derrama en jirones de vida
siguiendo
el hilo de las canas
y
los silencios arrugados
en
los muslos de los viejos.
Mirad
de qué extraños colores
se
disfrazan los cristales
al
repartirse los despojos
de
un mundo soñado.
Ah,
quién pudiera contemplarse
en
espejos desiertos
y
ser tan sólo aquello
que
sueñan las ondas
cuando
atraviesan, rozan, hexagonean...
y
se dispersan.
De "Azul en Re
Menor"