jueves, 10 de enero de 2019


ANDRÉS RUIZ





Las aves del bosque
traducen el humo como señal de peligro
malgastan sus alas en vuelos de escape
y revientan convulsas contra las vidrieras.
Los pájaros no advierten transparencias
y el cielo es muy estrecho para mis ventanas.

MANUEL SCORZA





Soy el desterrado



América,
a mí también debes oírme.
Yo soy el estudiante
que tiene un solo traje y muchas penas.
Yo soy el desterrado
que no encuentra la puerta en las pensiones.
Te digo que en las calles
y en las azoteas y en las cocinas,
y al fin de cada día y en mi pecho,
algo está muriendo.

Escúchame:
Yo soy el desterrado,
yo vagué por las calles
hasta que los perros
lamieron mi amor desesperados.
¡Acuérdate de mí!
Hay días que no tengo ganas
de ponerme los ojos,
días en que hasta los pájaros
se pudren a la mitad del vuelo.

¡Amor, amor,
tú no has dormido
en cuartos inmundos;
tú no sabes lo que es vivir
con una mujer que zurce su ropa llorando!

Ay, durante siglos los poetas callaron
y en el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba,
hasta que ya no pudimos más,
y el dolor empezó a mancharlo todo:
la mañana,
el amor,
el papel donde cantábamos.
Un día el dolor
empezó a gotear desde abajo,
daban los muros gritos desgarradores,
una mano amarguísima volcó mi pecho.
Ahora vengo a ti gimiendo,
aquí está mi voz encarcelada debajo de esta frente, derrumbado.


De: "Las imprecaciones"



SULLY PRUDHOME





Un sueño



Me había muerto, y entraba en la tumba,
donde sueñan todos mis antepasados.
Dijeron: «La pesada noche parece estremecerse.
¿Será que se aproxima una antorcha,
señal de la nueva era que espera nuestro eterno hastío?»
«No dijo mi padre, es el niño; ya os había hablado de él.
«Aún estaba en la cuna. Ignora si llega a nosotros
joven o cargado de años.
Mis cabellos son rubios todavía.
Tal vez los tuyos estén ya blancos, hijo mío.»

«No, padre. Caí pronto vencido, en el camino de la vida,
sin que mi alma se hubiera saciado aún.
Muero, y todavía no he vivido.»
«Esperaba tener a tu madre a mi lado.
¡La estoy oyendo gemir allá arriba!
Ha llorado tanto sobre mi losa
que sus lágrimas han llegado a mis labios.
«Tras muy largos amores, nuestra unión fue muy corta;
todas sus gracias están ya marchitas...
La reconoceré siempre.

«Mi hija conoció mi rostro. ¿Se acuerda de él?
Ella ha cambiado. Háblame de su matrimonio y de mis nietos.»
«Tan solo tienes uno.» «Pero ¿y tú?,
¿no tienes familia también? Cuando se muere joven
es porque se ama. ¿Qué echarás de menos aquí?
«He dejado a mi madre y a mi hermana
y los hermosos libros que leí. No tienes nuera, padre.
Una vez lastimaron mi corazón y ya no he vuelto a amar.»

Cuenta el número de tus antepasados,
besa sus frentes desconocidas y ven a hacer tu lecho aquí,
en la sombra, junto a los últimos que llegaron.
«No llores; duerme en la arcilla,
en espera del despertar supremo.»
«¡Oh, padre mío! ¡Es tan difícil no acordarse del sol!»


Versión de Max Grillo



ELMA MURRUGARRA





  
Lipiria
uno                  felicidad
dos                  celos
tres                  declaración
cuatro              enamorado de ti
cinco               decepción
seis                  mensaje
siete                sorpresa
ocho                piensa en ti
nueve              lo verás
cero                 te ama
Hace frío
con el boleto de tren crea
avioncitos
barquitos
cartuchos
el boleto de tren cae
al suelo
el boleto de tren ha caído
al suelo
eins
zwei
drei
vier
fünf
sechs
sieben
acht
neun
las calles de Alemania
Siente frío


De: “Juegos”


JUAN SANCHÉZ PELAEZ





El cuerpo suicida



Rosa invisible rasgo puro
Venas subyugantes como lámparas de nieve
y mi espejo en su lecho fratricida
Iba hacia ti
Desde la negra edad de mis orígenes
Iba hacia ti
Cuando la luna ondea en mis sienes desatadas
Caías de rodillas con un racimo de frutas.

Los perversos ojos del cielo recubren tu llama
La espiga vigilante adentro
En las zonas del silencio donde la luz no llega.

Yo veía un niño agonizando en los jardines
El que arrojaba uvas delirantes a las duras bahías
Y los cuerpos ahogados en la noche
Cuando arden cenizas en la magia de Dios.

Yo he visto alfombras proteger sus rebaños
      de ignorancia
Altares y arcos
Los senos, bases de fuego fascinante
El perfecto hábito del semen
Joya de abismo, taciturno enigma.


De: "Elena y los elementos"


CARLOS ERNESTO GARCÍA





El perseguidor
                                a M. Allegrini.



María me hace cómplice
del último cigarrillo.

Muy cerca
un niño no cesa de correr
detrás de una pequeña florista
que invita a pensar en una cíngara.

De repente
aquella niña se detiene
y extendiendo sus brazos en cruz
deja caer un ramo de flores
que cubren los pies de su perseguidor.

Al alejarnos de la plaza
sobre el suelo
queda un puñado de violetas
despedazadas por la furia de un niño.