jueves, 3 de noviembre de 2022


 

VLADIMÍRA CEREPKOVÁ

 

 

Las viñas atraviesan el país

 

 

Un vino cubierto de polvo exhala el pesado olor del vómito
El vagabundo aprieta su cuerpo contra el árbol
después bebe hasta el dolor un jugo viscoso
El cielo se da vuelta el vagabundo se encuentra
sobre su cabeza en el centro de una ciudad antigua
Mujeres pesadas acechan en los viejos pabellones
utilizando sus pesados senos como carnada
Las mamas pendulan enormes se balancean blancas
arriba de la vía pública
Una liga negra libre como un pájaro
se sienta en la corona de un árbol
Con la bragueta abierta los hombres erran por los parques
y sus ojos brillan con un reflejo verde
Arriba de la vía pública oscila una cuna
llena de niños
Una enorme mama hace beber al otro
El vagabundo saciado se levanta
al pie del esbelto árbol
un camino infinito y desierto
surge de sus ojos en el paisaje

 

Versión de Teresa Amy

 

 

SLAVI AVIK HARUTYUNYAN

 

 

La ciudad

 

 

a veces
casi al azar
en los brazos de una mujer
te das cuenta
de que la vida es para triunfar
y en tu pecho vuelve arder la ciudad

 

Versión de Nariné Ayvazyan

 

 

BLANCA ELENA PANTIN

 

 

 

En un momento dado en el centro del tablero
me abrí paso
y llegué a casa, a salvo
de salto en salto
sobre las metras
que ellos, mis hijos,
me tendieron
Así me salvaron de la guerra

 

De: “Diario de guerra”

 

 

WILFREDO CARRIZALES

 

 

X



En la cocina la casa se desborda en hechizos y las ollas y los sartenes regresan a los tiempos de la alquimia. Brotan por los aires leguas y siglos de sabiduría aromática: clavos de olor para fijar las ventanas de los sentidos; canela útil en la navegación de los gustos; nuez moscada en la frontera del paladar, incitadora y sensual; jengibre, amoroso pasajero hacia el ideal clímax; ajíes del arcoiris...
El mundo comestible salta tras el aceite y el encuentro se lubrica en la comunión de chispa y crepitación, salpicadura y brillo.
La casa muta en fenomenal comida cada una de sus entrañas y así hace propicio el deleite de llevarse a la boca otra boca que aguarda y unos labios que expresan el deseo tiñéndose de uva al filo de la medianoche.
(Dueño de su sabor el gallo se cuece de madrugada en una mezcla de vinos y anuncia ebrio la hora de las caricias).

  

De: “La casa que me habita”

 

 

FRANCISCO CERVANTES

 

  

Orígenes abajo

 

 

Había también los gestos en la madera y en los muros. Las manchas en el aire. ¿Quiénes eran, de dónde venían? Rostros de tiempos por venir. Sangres del pasado, medievales. Sentimientos que acudían con la lluvia.
El taconeo del agua en las tejas de un techo campesino. La húmeda invasión de árboles y plantas, más compactas durante la noche.
Y las piedras a la mitad de la calle, que soñaban alcanzar alguna de las aceras para poder incendiarse. Rostros, agua, fuego. Espejos de todos los orígenes.



De “Regimiento de nieblas”

 

ADRIANA BERTORELLI PÁRRAGA

 

 

 

Si pones un corazón al descuido,
si lo abandonas,
en una caja de cartón,
lisa, sin estampados,
en mitad de la carretera,
puedes correr
con la suerte infinita
de que un camión de frutas
que va a esa otra ciudad,
le pase por encima
y lo extienda
uniformemente
sobre el asfalto.

  

De: “Música de rockola”