"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 15 de mayo de 2016
AMANTE ELEDÍN
Lengua
muerta
Para
decir;
A mi juicio,
Hay que ponerse en el sitio del otro
Hablar con otra lengua
Y escucharse a sí mismo.
A mi juicio,
Hay que ponerse en el sitio del otro
Hablar con otra lengua
Y escucharse a sí mismo.
Más
cierto se habla
Si el oído
Como una casa de acogida
Tiene su puerta abierta.
La lengua aprende del oído,
Si no, es lengua muerta.-
Si el oído
Como una casa de acogida
Tiene su puerta abierta.
La lengua aprende del oído,
Si no, es lengua muerta.-
ANA EMILIA LAHITTE
Amantes
clandestinos
Uno
va
internándose
en la
fatiga horizontal que llega
a
seducir los huesos
y el
silencio
como
si fuesen huéspedes fugaces
o
amantes clandestinos.
Y un
día
nos
sorprende descubrirnos
dueños
de una morada
abierta
a la intemperie de toda soledad.
Vamos
tendiéndonos
junto
a nuestra sombra
arropándonos
con ella.
Hay
un cambio de piel
que
nos desnuda.
Y la
fatiga invade.
Murmura
otros idiomas
que
no son extranjeros pero emplean
sin
voz
otras
palabras.
Para
no herirnos.
Para
no decirnos que hemos comenzado
a
habitar el adiós.
ANGELAMARÍA DÁVILA MALAVÉ
Puedo
decir te amo
puedo
decir "te amo"
"con
todas las fuerzas, desde el fondo del alma"
como
dicen los libros, las canciones y las películas.
el
peso de los siglos se encarama por mis palabras
apabullándome,
mordiéndome la nuca.
puedo
amarte
o me
amas
pero
los brazos que tiendo
para
apropiarme un poco de futuro
tropiezan.
la
esperanza que fundamenta mi risa,
la
claridad que intenta
destruir
un poquito de la miseria
tropieza
con tu entraña
tropieza
y me amorata con golpes de aire duro.
el
hilo de agua carcomida fría
devorándonos
por los siglos de los siglos,
persiguiéndonos
ha
tomado mi casa por asalto y acecho
se
mete por tus ojos duros cuando desprecian
me
escupe por tu boca derrocando margaritas.
querido
no eres tú,
no
quiero que seas tú
no es
tu amada cabeza la que piensa mi muerte
es la
sombra podrida de la historia
como
un vaho de redes hediondas y difíciles.
no
eres tú
quien
desmantela torres dicen que de palomas
no
eres quien acuchilla la vida que nos toca,
es
que hay cosas más fuertes
que
mi sed de quererte
que
mi abrazo más alto
que
todo lo que pueda reunir en una caja de música
más
que la canción sonora
de
dos notas amigas que cantamos un día.
claro
que no eres tú,
pero
es tu cuerpo hermoso el que se aleja
son
tus queridos ojos los que yelan
es mi
querido hombre el que me ataca.
la
estrella que yo sigo
está
tan lejos, tan herida
que
no me alcanza
el
tiempo para poder amarnos
como
pudiéramos;
detenidos
amantes
entre ayer y mañana
ya
servirá de algo para alguien un día
—cómo
servirá entonces
nuestra
pasión inacabable por la patria—
querernos
fieramente:
querido
mío
amado
hombre querido.
MARÍA GERMANÁ MATTA
Fantasmas de la noche
El espejo no
refleja tu figura, en el ángulo superior cuelga un hilo largo y amarillo que
zurce las cicatrices de la infancia. El viento no circula, se percibe el
bochorno de lo desconocido y el latido del mundo con sus prisas se enrosca
en el peldaño de la noche y te asfixia. El mundo es una línea recta sin
horizonte, alrededor bailan los rostros pálidos de los niños muertos. De un
tiempo a esta parte, siempre anochece, me cansé de vivir al interior de
una caracola porque el aire ha quedado preso. No existe flor que resista
el peso de la angustia y si rascas la suela de los zapatos sus huellas se
hacen planas e infinitas.
En mitad del océano, algún barco revolviendo las olas interminables del grito. Sólo existe un manto ralo entorno a lo cotidiano mientras los lobos marinos acechan detrás de las cortinas interiores de los barcos. Las lágrimas tienen el sabor salado de las algas, con un cepillo de cuerdas anaranjadas peinas los cabellos de los astros para mitigar el olor que desprende el miedo. Ahora que escribo este poema, la cola del universo entona una canción que nadie la escucha. Estamos absortos en los agujeros de las pantallas, hemos extraviado la voluntad y llovido leche agria de vergüenza. Los guerreros han colgado su armadura, sus corazones aún laten y sin embargo sus cuerpos son estatuas pululando por las calles. La noche reclama el calor de las pestañas y la luna aúlla pensativa detrás de las constelaciones del futuro. ¿Dónde se esconden los fragmentos de sus habitantes? Han colgado sus sonrisas al interior de un círculo vicioso y el agua se está consumiendo, la lluvia escasea como la voluntad y tiñe de pesar los corazones extraviados.
He colgado mi
vestido en la percha de la noche para no naufragar.
ROSSANA ARELLANO
Himno
a la mujer poeta
Que no exhale tu voz ante la herida,
Que no asfixie el anillo del dolor
Y los monstruos de piedra precipiten
Derrotados ante tu feroz valor.
Que en el cielo
Los surcos van marcados
Con semillas de infinito amor.
Endurece el pellejo ante la muerte
Y en el nombre del hijo saca fuerzas
A través de los siglos, redención.
Iza velas al viento del futuro
Rapa el sueño de la dificultad
Porque aturde la aurora de esperanza.
Que no embriague el afecto tu camino
Pero si en el amor pernoctarás
Porque en nombre del padre descendiste.
Leva el ancla y navega la belleza
Enfrentando con tesón tu realidad
Y conduce la nao a lo profundo
solo allí hallarás la gran verdad.
Que no exhale tu voz ante la herida,
Que no asfixie el anillo del dolor
Y los monstruos de piedra precipiten
Derrotados ante tu feroz valor.
Se consagre el azul de la pupila
Cielo y mar en racimo hacia tu mano
Como guía liberta en toda rada
Sin delirio de hermana ligadura
Ni el auxilio mortal de lo terreno.
Si persiste cadena hacia tu planta
Azuzando la insensible lógica
Aligera el ritmo a lo divino
Y arremete el eslabón de la cordura
Con recelo furioso de ese acero.
Que no exhale tu voz ante la herida,
Que no asfixie el anillo del dolor
Y los monstruos de piedra precipiten
Derrotados ante tu feroz valor.
No te duermas al vuelo de las aves
Y cercena el pensamiento indigno
Cuando flote tu nave en buenos vientos.
Brinda incluso a la ponzoña tu alimento
Que el andar vencedor y su halo áureo
Desembarca en conciencias de la culpa,
Dando alivio al gemido con su aliento.
Prometida a los cielos por esposa
Ya las fauces oscuras no te alcanzan
Ni siquiera cruel postura de las piedras.
Que no exhale tu voz ante la herida,
Que no asfixie el anillo del dolor
Y los monstruos de piedra precipiten
Derrotados ante tu feroz valor.
Puedo ver tu rostro novia eterna
Y la mano del cobarde sometida
Insepulta vagando los confines.
Residente como hija del Dios H
Declararán día festivo el de tu ascenso
Resolviendo así el instante de la dicha.
Inmortal como el beso que conmueve
Y se cuelga del labio cual zarcillo
Dando a luz la palabra de tu boca.
Que no exhale tu voz ante la herida,
Que no asfixie el anillo del dolor
Y los monstruos de piedra precipiten
Derrotados ante tu feroz valor.
Que no exhale tu voz ante la herida,
Que no asfixie el anillo del dolor
Y los monstruos de piedra precipiten
Derrotados ante tu feroz valor.
Que en el cielo
Los surcos van marcados
Con semillas de infinito amor.
Endurece el pellejo ante la muerte
Y en el nombre del hijo saca fuerzas
A través de los siglos, redención.
Iza velas al viento del futuro
Rapa el sueño de la dificultad
Porque aturde la aurora de esperanza.
Que no embriague el afecto tu camino
Pero si en el amor pernoctarás
Porque en nombre del padre descendiste.
Leva el ancla y navega la belleza
Enfrentando con tesón tu realidad
Y conduce la nao a lo profundo
solo allí hallarás la gran verdad.
Que no exhale tu voz ante la herida,
Que no asfixie el anillo del dolor
Y los monstruos de piedra precipiten
Derrotados ante tu feroz valor.
Se consagre el azul de la pupila
Cielo y mar en racimo hacia tu mano
Como guía liberta en toda rada
Sin delirio de hermana ligadura
Ni el auxilio mortal de lo terreno.
Si persiste cadena hacia tu planta
Azuzando la insensible lógica
Aligera el ritmo a lo divino
Y arremete el eslabón de la cordura
Con recelo furioso de ese acero.
Que no exhale tu voz ante la herida,
Que no asfixie el anillo del dolor
Y los monstruos de piedra precipiten
Derrotados ante tu feroz valor.
No te duermas al vuelo de las aves
Y cercena el pensamiento indigno
Cuando flote tu nave en buenos vientos.
Brinda incluso a la ponzoña tu alimento
Que el andar vencedor y su halo áureo
Desembarca en conciencias de la culpa,
Dando alivio al gemido con su aliento.
Prometida a los cielos por esposa
Ya las fauces oscuras no te alcanzan
Ni siquiera cruel postura de las piedras.
Que no exhale tu voz ante la herida,
Que no asfixie el anillo del dolor
Y los monstruos de piedra precipiten
Derrotados ante tu feroz valor.
Puedo ver tu rostro novia eterna
Y la mano del cobarde sometida
Insepulta vagando los confines.
Residente como hija del Dios H
Declararán día festivo el de tu ascenso
Resolviendo así el instante de la dicha.
Inmortal como el beso que conmueve
Y se cuelga del labio cual zarcillo
Dando a luz la palabra de tu boca.
Que no exhale tu voz ante la herida,
Que no asfixie el anillo del dolor
Y los monstruos de piedra precipiten
Derrotados ante tu feroz valor.
ANA MUELA SOPEÑA
Donde
la sombra juega su papel
A Leonida Lari
Sin
luz
en el umbral del vacío,
escribiendo.
Ha llegado el momento del gran viaje,
para sentir la vida en sus inicios,
en el deslumbramiento de la nada.
La pasión te llevó hacia el lugar
donde la sombra juega su papel
y consigue sin trabas
la desnudez del ser, en lo infinito...
en el umbral del vacío,
escribiendo.
Ha llegado el momento del gran viaje,
para sentir la vida en sus inicios,
en el deslumbramiento de la nada.
La pasión te llevó hacia el lugar
donde la sombra juega su papel
y consigue sin trabas
la desnudez del ser, en lo infinito...
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