martes, 2 de marzo de 2021


 

CIRA ANDRÉS

 

 

 

Mirábamos las láminas

 

 

Mirábamos las láminas en los libros infantiles
y queríamos un castillo, sus nubes azules,
el canal atravesando el jardín
y su puente.
Queríamos los trajes
-tan fáciles de trazar sobre el papel-
Queríamos conocer las ciudades
sus colores de relente.
Quisimos ser aquellos niños
de perfiles perfectos.

 

Pasados los años y olvidados
de tanta vana fantasía
buscamos nuestras pequeñas providencias
y no sabemos
si burlarnos
o sentir piedad.

 

 

MIRTA AGUIRRE

 


 

Marinero de la mar



Marinero de la mar
me moriré en un naufragio.
De poco vale un presagio
Cuando es fuerza navegar.
Ay,
no me pesa de la mar
ay,
ni de la muerte me pesa.
Marinero de la mar
yo moriré en un naufragio
¿El presagio?

 

Ay, el presagio
no lo podré remediar.
Pensadlo.

 

Para salvar-
me escapando a ese destino
renegaré del marino
corazón con que nací?

 

KAREN VILLEDA

 

 


 

 

I. Sobre el tiempo en el que vivieron los Destino

 

Supimos que las pestañas de aquel niño eran hebras plomizas. Había venido al mundo siendo un viejo. También sus labios fueron anhelando un nombre que pronunciar para poder contar su historia a los que nos sentamos alrededor del fuego.
Mi querido Coyote le decía su madre Winona3.
“Un Coyote antes”
“Y un Coyote antes cargó el cuerpo del Sol”
“Lo llevó a su casa y se vistió él mismo como el Sol”

 

 

JOSÉ MORENO VILLA

 


 

Después de todo eras tú lo que yo buscaba

 

 

En las letras de un cantoral,
entre la retama y el jacinto serrano,
en el ancho mar, en la taberna inquieta,
en el fondo de la copa verde,
después de todo eras tú lo que yo buscaba.
Preguné muchas veces a las guías turísticas
dónde suspira el lugarejo ignorado por la epopeya;
pregunté a los filósofos por la llave del secreto;
fuí devorando pregunta a pregunta mi vida,
y después de todo resultas tú lo que yo buscaba.
Pude leerlo en mil detalles:
verte y enmudecer,
verte y olvidarme del mundo,
verte y hablar luego por las calles solitarias,
verte y sentir el cuerpo,
verte y huir hacia los confines de mí mismo.
Desmadejado y alma en pena,
emaginé que lo mejor era llorar en los ocasos,
ler los libros místicos
y contribuir a la redención de los débiles.
Y, en todo, en todo, en absolutamente todo,
no había más qu ela busca de tu persona.
Sí, después de todo eras tú la búsqueda.
Y aquí declino ya todo examen y toda crítica.
Tú, con tus faltas y tus sobras;
tú, con tu maravilloso complemento rubio a mi color de bronce.

 

 

SERGIO BRICEÑO GONZÁLEZ

 

 


 

 

Rājašekhara

 

 

Ya no dejan sus crenchas en desorden,
buscan cómo amarrarse los cabellos;
se empiezan a preocupar por sus dientes y anudan sus faldas,
se ajustan a la práctica amorosa con las cejas;
se vuelve indirecto el movimiento de sus ojos:
se llenan de ambigüedad sus palabras,
a cada instante hay progresos en coquetería,
mientras la infancia se desliza hacia la juventud.

 

ALBERTO LISTA

 


 

La razón inútil

 

 

Es tarde ya para que el amor me prenda
en su lazo halagüeño y fementido;
que aunque tal vez de la razón me olvido,
el hielo de la edad ¿quién hay que encienda?

 

Es tiempo ¡ay! triste que a su voz atienda
mi juvenil esfuerzo ya perdido,
después de haberla insano desoído,
cuando ser pudo de mi esfuerzo rienda.

 

Así va; los humanos corazones
sufren en la verdad y en el engaño;
y sin gozar de sí un solo día,

 

venden la juventud a las pasiones,
la edad madura al triste desengaño,
y la vejez a la razón tardía.