viernes, 6 de noviembre de 2015


LUIS CERNUDA




Tristeza del recuerdo



Por las esquinas vagas de los sueños,
alta la madrugada, fue conmigo
tu imagen bien amada, como un día
en tiempos idos, cuando Dios lo quiso.

Agua ha pasado por el río abajo,
hojas verdes perdidas llevó el viento
desde que nuestras sombras vieron quedas
su afán borrarse con el sol traspuesto.

Hermosa era aquella llama, breve
como todo lo hermoso: luz y ocaso.
Vino la noche honda, y sus cenizas
guardaron el desvelo de los astros.

Tal jugador febril ante una carta,
un alma solitaria fue la apuesta
arriesgada y perdida en nuestro encuentro;
el cuerpo entre los hombres quedó en pena.

¿Quién dice que se olvida? No hay olvido.
Mira a través de esta pared de hielo
ir esa sombra hacia la lejanía
sin el nimbo radiante del deseo.

Todo tiene su precio. Yo he pagado
el mío por aquella antigua gracia,
y así despierto; hallando tras mi sueño
un lecho solo, afuera yerta el alba.



MARGARITO CUÉLLAR



  
Vida y muerte en sentido contrario por el mismo sendero



Pregunto si a la muerte la persigue la sombra
del sol como a nosotros;
si se refleja en el fondo del agua
como la luna y yo
y si la espalda se le dobla
con lo que lleva a cuestas.

La vida de los muertos pesa el doble
dicen los que regresan
y marchan silenciosos por los ríos del mundo
temerosos de que alguien los descubra.

Pregunto si la muerte se enamora
de su diaria tarea de reciclar las cosas
o si actúa las páginas de un guión
escrito en celdas de las que nadie escapa.
Si no distingue luz de oscuridad
si la diferencia entre mirada y cielo
es cuestión de semántica
será que guerra y paraíso
brotan del árbol de lo mismo.

Vida y muerte en sentido contrario
por el mismo sendero.


Marzo 08 de 2014



LUIS ENRIQUE BELMONTE




I

Yo despierto al anochecer
Yo despierto al anochecer
a la hora en que la página madura su agonía
Los búhos aletean sobre estas ciénagas
en donde mi cuerpo destila sus delirios
el voluptuoso deseo de despertar con el sonido
de un fauno desperezándose entre frutas y aromas lejanos
Se escucha el vaivén de las horas
en este barco afantasmado
el ocre derrite sus animales
Antiguos descensos estos
que me hacen persignar al claror de la noche
en un cielo despejado por el resplandor
de una luna dormida blanco papel incandescente
Despierto al anochecer
cuando los pájaros no se dejan ver
los rostros se me pierden
en el río pardo que nos arrastra
Despierto al anochecer
a la hora en que la página madura su agonía
como un pez desorbitado de sus aguas.




EFRAÍN HUERTA



  
Estuario



Opresora. Todo lo aprisionas
con tu lengua y pasos de giganta,
¡oh! desconocida ¡oh! luminosa
hija de Arpios hecha de jade y miel.
Cárcel doy a tu pálida
presencia, gacela ojos de tigre,
cárcel me doy de amor,
mordedura, paciente fuego, ala
y marea, faro en la mar abierta.
Desciendes y derribas
la muralla del ansia. Das tregua
a la cosecha secreta del alba,
cuando los ojos cierra el puerto
al verano y la espuma.
Todo aprisionas con fría garra
deleitosa y madura,
opresora, dientes y lengua de giganta,
dormido espectro, oleaje
de apasionada mansedumbre
muerto de miedo y libertad.




FRANCISCO BRINES




Sucesión de mí mismo
                                                 Es ardiente el pasado, e imposible:
                                             breve noche de amor conmigo mismo.
                                                                                              F. B.



Al aire del jardín
la cama está revuelta de sábanas y luna,
y en ellas está el cuerpo solitario y desnudo.
Velan los ojos, en las sombras del pino plateado, la hiedra de
                                                                           las tapias,
y la vida furtiva de los astros.

Un bulto juvenil de la penumbra surge
y ha subido sin ropas a mi lecho,
y en la tarea del amor completa
la noche ahora tan breve.
Este mudo muchacho está encendido
de una pasión oscura y alejada,
y sus dientes furiosos y su lengua dulcísima
rescatan de mi carne la densidad del tiempo.
En el azar del mundo su vida ha retornado
con revueltos cabellos, y ahora mudo,
y ha cruzado después las puertas de la noche.

Desde el balcón le espío
llegar hasta la esquina de la casa,
y allí ha permanecido en la mejilla de la primera luz.
Con el sol y los pájaros el día se hace largo,
y en la esquina el muchacho ya es este mudo anciano que
                                                                 vigila el balcón
allí donde él se mira con un cuerpo aún robusto y fatigado.

Borrada juventud, perdida vida, ¿en qué cueva de sombras
                                                       arrojar las palabras?





LUNA SILVA MUÑOZ




Poemas a dos mares



I

Me sumerjo entonces en la utopía de tu voz
y crecen mis venas como ríos si te aproximas.

El agua como sangre en mi interior se diluye
en mi interior la sangre como agua se acelera.

Las vibraciones de tu voz crecen y se apartan
como las olas infinitas de tu agua sagrada.

Una mirada última, un suspiro y después
la evaporación de tus pasos en el paisaje.

Fuiste agua que de mí se alejó como ola
que se sumergió en el tiempo para volver a mar

Queda sólo el sabor salado de tus costas
la humedad desnuda de mis manos solitarias.

Me dejé arrastrar por el azul de tus iris
por tu mirada infinita fuente de agua.

Es este salado vacío que me queda
una humedad de lluvia que no es la tuya.

La incertidumbre de saberte agua
y no beberte a causa de la distancia.

Es esta sed que me invade y deshidrata
en una lluvia de recuerdos que no son nada

Sino la imagen vaga de lo que fuiste
el fugaz fantasma que me devolvió las letras.

Sueño ahora con el mar de tus miradas
y me pregunto si algún día volveremos

A esa ciudad en la que compartimos
sueños y nos supimos vulnerablemente

humanas.


II

Soñé con un mar que llevaba tu nombre
y sus olas estaban cubiertas de amapolas

Mis letras como estrellas se precipitaban
una a una sobre la fuerza de tus aguas

Sediento mar las engullías, enmudeciéndolas
para siempre en tu profundidad de agua salada

Sentada sobre la arena contemplé impaciente
la desintegración de cada uno de mis poemas

[ Supe entonces que no funcionaría ]

Que en la juventud de nuestras manos no habría
espacio suficiente para contener tanta agua

Que nos rebasaría por completo la fuerza de tus olas
la agudeza de mis letras cayendo como agujas

Y a pesar de ello, qué increíble supo la utopía
el líquido oxígeno que nos devolvió la vida.

Mar cubierto de amapolas siempre fuiste
intentando acariciarme sin ahogarme en ti

Y yo, que soy fonema en constante movimiento
frágil me deshice al versarte por última vez

Respiré profundo y decidí partir, me fundí
para siempre en el paisaje de tus sueños

Porque amor bien lo sabías
………………..el sonido no tenía tiempo
……………………………………………………para detenerse.