jueves, 20 de octubre de 2016


VÍCTOR HUGO




Canción



Nace el alba y tu puerta está cerrada
Hermosa mía, ¿a qué dormir?
¿Si se despierta la rosa,
no vas a despertar tú?

Mi lindo encanto
escucha ya,
a tu amante que canta
y también llora.

Todo llama a tu puerta bendita.
Dice la aurora: «yo soy el día.»
Dice el pájaro: «yo la armonía.»
Y mi corazón: «yo el amor.»

Mi lindo encanto
escucha ya,
a tu amante que canta
y también llora.

Te adoro, ángel, te amo mujer
Dios que me completó contigo
creó mi amor para tu alma.
Y mis ojos para tu belleza.



Versión de Rafael Pombo



ANDRÉS BELLO



  
A Moisés



¿Qué son las fuentes en que el oro brilla,
y el mármol de colores,
a par del Nilo, y de esta verde orilla
esmaltada de flores?

No es tan grato el incienso que consume
en el altar la llama,
como entre los aromos el perfume
que el céfiro derrama.

Ni en el festín real me gozo tanto,
como en oír la orquesta
alada, que, esparciendo dulce canto,
anima la floresta.

¿Véis cuál se pinta en la corriente clara
el puro azul del cielo?
El cinto desatadme, y la tïara,
y el importuno velo.
¿Véis en aquel remanso trasparente
zabullirse la garza?
Las ropas deponed; y al blando ambiente,
el cabello se esparza.


FELIPE BENÍTEZ REYES



  
Las sombras del verano



Aquel verano, delicado y solemne, fue la vida.
Fue la vida el verano, y es ahora
como una tempestad, atormentando
los barcos fantasmales que cruzan la memoria.

Alguien retira flores muertas
del cuarto de los invitados
y hay una luz cansada tendida sobre el suelo,
como un dios malherido, y van yéndose coches
en que agitan pañuelos unos niños.

                                                             Trae la noche
un viento helado y bronco que es el viento
del pasado, y en la terraza esparce
hojas secas y rosas y periódicos, mientras miro
el sepulcral avance del mar sobre la arena,
llevándose y trayendo troncos viejos,
hierros llenos de algas, y algún juguete roto.

Ahora recorro
ciudades que son una ciudad sola, y siempre oscura,
cargado de maletas, sin dinero,
buscando un hotel sin nombre
donde alguien me espera
para revelarme aquello que no quiero saber,
para darme una llave...
                                         Oigo esta noche
tu cuerpo desplomarse en la piscina,
y las risas festivas
de los amigos, encendiendo bengalas.
                                                               Y estoy
de pronto en una calle, esperándote
para acudir al piso de las citas furtivas
olor a tabaco rancio.

                                   Se muere el mar de otoño
y hay niños que apuñalan las estatuas
y las olas arrastran candelabros, sables rotos.
Alguien que no conozco me persigue llorando
-pero sé que el verano fue la vida.

Llega un balón rodando hasta mis pies,
a la mesa en que escribo.
                                            Unos niños,
con los ojos vacíos, me hablan
y es un eco trasmundano
el que tienen sus voces, que resuenan
en el jardín, como un disco incesante
cada noche, en la memoria.
                                                Estoy de nuevo
en la ciudad entenebrada que nunca he visitado,
buscando direcciones
que dicta la memoria confusa -y un papel
con cifras de teléfonos que suenan
en salones vacíos.
                               Me he sentado
en un cafetín del muelle a descansar
y alguien comenta a gritos no sé qué
de una niña suicida que encontraron
con las muñecas abiertas, y una carta a sus padres...
Se marchaban los coches cuando el sol declinaba,
mientras yo recogía los juguetes
y el mar iba volviéndose más frío,
verde y bronco.

                            Oigo pasos
casa no hay nadie.

mi memoria recorre, descalza, el laberinto.



De "La mala compañía"


ANA CRISTINA CESAR



  
En este interlunio:



En este interlunio
Soy diluvio o me ahogo.
Y entre espectros que comprimen,
Nada se cumple,
El destino se hace polvo.
De querella y harina se yergue un ojo.
Las voces despetalan,
Los períodos se ablandan,
Oraciones enteras lentas se consumen,
En pozos hay sumirse de palabras sordas.
En este interlunio
Soy centella o hulla inerte.
Enorme tórsalo entra cuerpo adentro,
Entre los dientes, carne.
Arde el ente y escupe,
Escupida inútil invadiendo espacio.
Moléculas blandas coleando,
Víboras vagas rimándose,
Poetas quietos entreviendo
Cosas cosas que fallecen.
En este interlunio,
Soy cosa o poeta.

                                      agosto 68


De: "Guantes de gamuza y otros poemas"

Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida



MANU CÁNCER




La canción del viajero



Baila conmigo en esta noche,
salta,
grita,
y abraza,
sé latido
de vida y amor lento, muy lento,
vívelo
casi todo
en esta noche.


CARLOTA CAULFIELD




Carta de Lucrecia Borgia a su confesor



Padre, si usted fuera mujer
entendería las razones
y no me haría decir tantas avemarías
Padre, ¿no se da cuenta?
mi castigo de ahora
es libertad en el siglo XX.