"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 10 de junio de 2025
MIGUEL D’ORS
Amandiño
Amando,
Amandiño, que eras de Corredoira,
cómo vuelve esta noche, con qué mágica luz,
aquel baño silvestre, y nuestras cabriolas
desnudas por el prado salpicado de bostas,
y aquella canción tuya, amigo agreste, bucanero de siete años
-«Ay, ay, ay, bendito es el borracho»-,
bajando por las hondas carballeiras
desmedida, insistente y en pelotas.
De aquel verano todo se ha perdido
menos aquella hora
maravillosamente sediciosa.
Después
tú te quedaste por tu mundo, libre de calendarios;
yo me adentré en el olor intacto de los nuevos libros.
De ellos salía el camino que -cursos, gentes ciudades-
me ha traído hasta esto.
Y
ahora que contemplo mi vida
y me vienen ganas de darle una limosna,
le pregunto a los años
qué habrá sido de ti, Amandiño, amigo de un verano;
qué habrá sido de mí.
YEVGUENI YEVTUSHENKO
Cae
la nieve pura
para A.W. Bouis
Cae
la nieve pura como
si resbalara por hilos.
Quisiera vivir, vivir
pero sé que no es posible.
Algunas
almas se pierden
sin huella en la lejanía,
suben, suben hacia el cielo
como hace la nieve pura.
La
nieve pura se disuelve…
yo también desapareceré…
No me preocupa la muerte,
nadie vive eternamente.
No
creo en esos milagros.
No soy ni nieve ni estrella,
yo jamás volveré a ser
jamás, jamás, nunca más.
Y
pienso yo, pecador:
¿Qué hiciste con tu existencia?
En su torbellino, ¿qué
amaste más que la vida?
Quise
con mi sangre a Rusia
como el tuétano de mis huesos,
quise sus ríos creciendo
y debajo de los hielos.
Quise
el humo de sus casas,
el aire de sus pinares,
amé a Chejov, Pushkin
y a sus gloriosos ancianos.
Si
tuve mis contratiempos,
fue sin lamentarlos mucho.
Qué importa si viví locamente,
por Rusia fue que viví.
Dolorido
de esperanzas
(lleno de oculta inquietud),
creo que tal vez un poco
también yo he ayudado a Rusia.
Aunque
a mí Rusia me olvide
cuando el tiempo se devane,
el caso es que Rusia viva
para siempre, eternamente.
Cae
la nieve pura, cae
como caía en los tiempos
de Pushkin, de Chejov,
como caerá cuando muera…
Cae
la nieve, cae la nieve
con cegadora blancura,
borrando todas las huellas,
las que yo dejo y las otras…
Nadie
vive eternamente,
pero tengo una esperanza:
si Rusia vive, es decir
que yo también viviré.
FADWA TUQAN
El
día en que el diabólico ciclón se propagó tiránico…
El
día en que el diabólico ciclón se propagó tiránico.
El día en que costas salvajes arrojaron
el oscuro diluvio
contra la tierra buena y verde,
gritaron (y a través de los aires, sus “albricias”
resonaron por todas las agencias):
Ha caído el árbol.
El poderoso tronco está aplastado.
Ya, ni un asomo de vida para el árbol
dejó la tempestad.
El
árbol ha caído…
¡Perdón, rojos arroyos!
¡Perdón, raíces regadas
con el vino que sangran los cadáveres!
¡Perdón, raíces árabes,
hundidas como rocas en la entraña,
y que cada vez más os entrañáis!
El
árbol se alzará.
El árbol se alzará, y sus ramas,
al sol, irán creciendo;
en risas verdeciendo, y en hojas,
cara al sol.
Y el pájaro vendrá,
no tiene más remedio que venir.
El pájaro vendrá.
El pájaro vendrá.
LUIS PIMENTEL
Los
niños
Escondido
su terror
entre los pliegues del manto
de las madres,
asusta sentir su corazón veloz
dentro de un pecho tan mísero.
¿Cómo se sostiene o defiende
tanta fragilidad?
(¡Una hoja en el viento!)
¿Recordáis,
como rosas que llegan de la sombra,
esas filas de miradas de los expósitos
en domingo?
(Y
no hablemos de la infancia de los príncipes).
¡Oh,
las navajas siempre abiertas
para herirlos,
dentro del terror de sus sueños!
Y en los oscuros rincones
sus silenciosas lágrimas.
El
niño no conoce la muerte;
pero a veces nos llega un grito
de un mundo desconocido para el hombre.
¿Y
esa pregunta honda
que se para un instante en sus ojos?
¿Y esa luz penosa, dulce,
sobre una frente blanda y tierna,
de dónde viene?
Pero
existen niños solitarios,
extraños niños
que conocen la muerte.
Versión
de Miguel González Garcés.
NEZAHUALCÓYOTL
Percibo
lo secreto
Percibo
lo secreto, lo oculto:
¡Oh vosotros señores!
Así somos, somos mortales,
de cuatro en cuatro nosotros los hombres,
todos habremos de irnos,
todos habremos de morir en la tierra.
Nadie
en jade,
nadie en oro se convertirá:
En la tierra quedará guardado.
Todos nos iremos
allá, de igual modo.
Nadie quedará,
conjuntamente habrá que perecer,
nosotros iremos así a su casa.
Como
una pintura
nos iremos borrando.
Como una flor,
nos iremos secando
aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán,
de la preciosa ave de cuello de hule,
nos iremos acabando
nos vamos a su casa.
Se
acercó aquí.
Hace giros la tristeza
de los que en su interior viven.
Meditadlo, señores,
águilas y tigres,
aunque fuérais de jade,
aunque fuérais de oro,
también allá iréis,
al lugar de los descarnados.
Tendremos que desaparecer,
nadie habrá de quedar.
RICHARD BRAUTIGAN
30
centavos, dos pasajes, amor
Pensando
mucho en ti
subo al autobús
y pago 30 centavos de pasaje
y le digo al chofer que es
por dos pasajes
antes de descubrir que
iba solo.