domingo, 5 de septiembre de 2021


 

CARLOS MARZAL

 

  

Magia erótica



Me disuelvo 
en la magia 
giro 
en medio del fruto 
pulposo 
oigo 
el suave ruido 
de la brasa encendida 
el lenguaje húmedo 
anclado en la boca. 

Un tambor anuncia 
tu pulso 
tu obscuro río. 

Cerrados los ojos 
te miro 
me miro 
honda ceniza soy 
ahora. 

 

VICENTE GAOS

 

  

 

Faut-il s'abétir?


-¿Hacia dónde vamos?
-Vamos hacia el sueño. ..
-¿De dónde venimos?
-Venimos del sueño...

Como las olas,
como los vientos...

(En vida, despiertos.
En vida, serenos
sobre el fuego.)

-¿Hacia dónde vamos?
-Vamos a la noche...
-¿De dónde venimos?
-También de la noche...

(En la vida, brote
la luz,
que el sol nos conforte.)

-¿Hacia dónde vamos?
-No vamos, no vamos...
-¿De dónde venimos?
-¿Por qué preguntamos?

Después lo veremos
si al fin vemos algo.

 

 

PERE GIMFERRER

 

  

Invierno


Precisa cual la escarcha, noche estricta,
Árboles: alegorías del camino.
La luz, cuajada, este silencio dicta.
Mi ser todo renuncia a su destino.

 

 

LEIDY BIBIANA BERNAL

 


 

Desde el autobús

 

 

Mejor no cerrar la ventana.
Ha de consumarse en la mirada
la vida que transita por la ciudad.

No volver a casa
para sentarse otra vez en la mesa
a masticar tiempo o un trozo de pan
que no sabe de la fatiga.

Mejor no contarle a nadie que a diario,
una pregunta irremediable deambula
por las habitaciones
y se come lo poco que hay en la
alacena y en rincones por donde paso.

Que hasta yo crea mis mentiras,
que me reciba al llegar
y me abra la puerta sin cansancio.

Mejor no cerrar la ventana
y no regresar y quedarse y seguir
mirando el mundo desde el autobús.

 

De: “Pájaro de piedra”

 

ROXANA DÁVILA PEÑA

 

 

 

junto a la hoguera

el pulso de esta noche

crujir de brasas

 

LUIS DE GONGORA Y ARGOTE

 

 

 

En el cristal de tu divina mano...



En el cristal de tu divina mano
de Amor bebí el dulcísimo veneno,
néctar ardiente que me abrasa el seno,
y templar con la ausencia pensé en vano.

Tal, claudia bella del rapaz tirano
es arpón de oro tu mirar sereno,
que cuánto más ausente dél, más peno,
de sus golpes el pecho menos sano.

Tus cadenas al pie, lloro al ruido
de un eslabón y otro mi destierro,
más desviado, pero más perdido.

¿Cuándo será aquel día que por yerro,
oh serafín, desates, bien nacido,
con manos de cristal nudos de hierro?