miércoles, 24 de junio de 2020


GUIDO RIGGIO POU





5


Llega el alba;
el jardín despertará
su otro sueño.


De: “El otro jardín”


NOÉ JITRIK





Suburbios



Metida en sus sombras la noche sonríe
como un drogado confuso
que no ha encontrado un taxi para regresar.

Tras las ventanas iluminadas alguien vive.

Tras las luces de altas paredes alguien espera
el día de la libertad.

Las calles de la noche devoran a los imprudentes
que creen en el sueño como en una recompensa.

La muerte me lanza requiebros, me corteja,
con su cuello de ánfora me rodea,
me acaricia con su mirada de espuma,
pero yo no puedo, nunca desearé esa oscura carne.


De: “Addio a la mamma, fiesta en casa y otros poemas”




JUAN CARLOS SUÑEN





32



Y se vencía
implacable en sus naipes, áspera en su tabaco:
ante las puertas, bajo las ventanas,
y así entraba en el hueso de luz de los vecinos,
así caía en la palma de las buenas mujeres,
aireando la alcoba
de los borrachos del mundo.

Precediendo a la vida,
hablaba en el juicio de los seres que al cabo
regresaban a casa con lo justo (lo justo,
qué ironía). Destello

la palabra era entonces,
hoy es nuestro cuidado.


De: "La prisa"



GIORGIO CAPRONI





Civilización



            Saint-Germain-des-Prés.
La cabezota de bronce
– entre los laureles – de Apollinaire.

            Un negro con dos americanos.
El prohibido el paso
– incluso con correa – a los perros.


ADRIANA LANZA





La saga



Si tu así lo deseas puedo ser tu hechicera
estar cuando me busques
desaparecer cuando ya no me quieras.

Puedo trocar este cuerpo
hacerlo más largo, más angosto, más ligero
y ponerme un vestido violeta.
Soplar el humo que me rodea
ungirme de lavanda o jazmín
si me prefieres más sensual pachoulí.

Si mis manos te molestan
fabricaré guantes de seda.

Cambiaré estas rotas sandalias
por zapatos abiertos de tacos negros
para que goces el cuidado de los dedos.
Reposaré los pies en agua tibiamente salada
un masaje de menta
convertirá lo tosco en marea
y las uñas en caramelo.

Pero supongo que no eres tan tonto
para creer todo esto.
Ni por tu amor domado
movería yo un pelo.





EDGAR LEE MASTERS





Jonas Keene



¿Por qué se mató Albert Schirding
en un esfuerzo por ser Superintendente de Escuelas,
dotado como estaba de lo mejor de la vida,
hijos maravillosos que lo colmaron de orgullo
antes de que cumpliera sesenta años?
Si tan sólo uno de mis hijos pudiera haber cuidado
un puesto de periódicos,
o si una de mis hijas se hubiera casado
con algún hombre decente,
no habría caminado debajo de la lluvia
ni me habría metido a la cama después
con mi ropa toda empapada,
rechazando a médico y medicinas.