jueves, 17 de septiembre de 2020

RICARDO HERNÁNDEZ PEREIRA

 


 

Hijos de Caín

 


Nacimos y crecimos bajo el signo de la oveja negra
lapidados
bajo el nombre de los miserables más miserables del mundo
los atarantados
los flojos
los estúpidos
y nos lo creímos

 

Nos concibieron como la rama bastarda de los que nunca tuvieron nada
ni nada que dar
ni que decir
y así nos conocimos
así nos aceptamos en el fondo de nuestros corazones

 

y sonreímos

 

al encontrar nuestro reflejo en los ojos del homicida
al reconocer
en lo más profundo de una zanja
nuestro cuerpo mutilado
en la indiferencia de quien se nos mete en la fila
en la sonrisa vacía
que nos obsequia el intoxicado a un costado de la avenida

 

Y mientras nos alegramos
mientras nos reconocemos como parte de los residentes
del hospital psiquiátrico
volvemos la mirada para gritarnos: “¡burros!”, “¡burros!”
y señalar, entre risas, la imagen que hallamos en el fondo de nuestros corazones

 

Hijos de Caín
herederos de muchas tumbas
henos aquí
resignados
a señalarnos con los cuatro dedos que aún nos quedan
en la punta de nuestras bocas
a cultivar los sepulcros
de este enorme camposanto que llamamos patria
con el cuchillo atravesado en la mirada
y en la frente
resignados a echar raíces
en esta tierra resignada al llanto
y a la burla

 

ANNA VENTURA

 

 

 

El breviario



Entramos en el paisaje tristísimo,
una tristeza entretejida de colinas,
árboles desnudos, hierbas bajas,
espino albar en flor.
En casa encontramos a la abuela
de noventa años, con su viejo hijo al lado,
los dos cerca del fuego, el breviario
abierto en la página
de aquel día y de aquella hora. Ellos
no sabían
que eran un fragmento de eternidad,
una escama reluciente
impregnada de tiempo y de destino.

 

Roma, 1936

 

De: “El jardín”

Versión de Carlos Vitale

 

SUSANA VÁZQUEZ

  


 

Óbito

 

 

En un rincón de la vida

En un espejo de aguas claras

El cielo se llevó mi alma

Una mirada limpia

Un sueño de color

La poesía de los huesos

La noche palpitó en mis células

Susurrando en silencio

Un tiempo infinito

 

NARCÍS COMADIRA

  


 

Abismo

 

 


¿Por dónde erráis
que el mundo es un abismo,
ojos de verdenoche,
tormento de desorden
de recuerdos fugaces?

 

 

JORGE SUÁREZ

  


 

Suicida

 

 


Tal vez atisba Dios por la ventana,

tal vez, no sé, pero si al golpe dado

irrumpe desde el cielo amoratado

y sobreviene, luz de la mañana,

no era Dios, no, sólo era el sol. Campana

saluda al resplandor que ha revelado

tu bronce al ojo muerto, rezagado

aquí en la noche no divina, humana.

Aquí en la noche nuestra, en otro plano

sideral que no vemos, una mano

se alza de pronto brusca y todavía,

en otro cielo, en otra esfera ausente,

la mano interminable desafía

la eternidad de Dios, eternamente.

 

 

De: “Sonetos con Infinito”

 

JOHANNA CARVAJAL

  


 

Yewá

 

 


Los ángeles

vigilan las puertas

cercanas

al origen,

coronan

con flores

a las palomas

que se envuelven

en velos de satín.