"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 24 de mayo de 2020
WALLACE STEVENS
Desencanto de la diez en punto
Las
casas están encantadas
Por
blancos camisones.
Ninguno
es verde,
O
púrpura con anillos verdes,
O
verde con anillos amarillos,
O
amarillos con anillos azules.
Ninguno
de ellos es extraño,
Con
medias de encaje
Y
recamados cinturones.
La
gente no va a soñar
Con
cinéfalos y pervenchas.
Sólo
aquí y allá, un viejo marinero,
Ebrio
y dormido con las botas puestas,
Atrapa
tigres
En
el temporal rojo.
GERARD MANLEY HOPKINS
Felix Randal
Felix
Randal el herrero, oh ¿ha muerto entonces? ¿concluido
ya mi deber,
Que
contemplé su hechura de hombre, huesos grandes
y recia apostura,
Decaer,
decaer, hasta el tiempo que en él la razón
se extravió y unos
Cuatro
desórdenes fatales, ahí encarnados, contendieron
todos?
Lo
quebró la enfermedad. Impaciente, maldecía al principio,
pero se enmendó
Una
vez ungido y todo; si bien su temple celestial comenzó
pocos
Meses
antes, desde que por mi mediación nuestro dulce
alivio y rescate
Le
fuera administrado. Ah bien, ¡Dios lo descanse y a toda
senda que jamás ofendió!
Este
ver a los enfermos nos encariña con ellos, los encariña
también.
Mi
lengua te enseñó consuelo, mi tacto extinguió
tus lágrimas,
Tus
lágrimas que mi corazón tocaban, hijo, Felix, pobre
Felix Randal;
¡Qué
lejos de entonces el presentimiento, en tus años
de mayor bullicio,
Cuando
en la tosca fragua sombría, poderoso entre iguales,
Forjabas
al gris percherón su brillante y sonora sandalia!
Liverpool, 28 de abril de
1880
JULIO TRUJILLO
X
La
proa está estallando y sus esquirlas
son
espuma,
son
una línea semejante a mí.
De: “Proa”
FANOR TELLEZ
Lo que se ha perdido
Lo
que se ha perdido es el vínculo entre la nada
y lo que existe,
la alegría del instante presente.
Lleno de teoría, de querer, de actividad,
el hombre se ha desconectado del fondo de las cosas
y la vida parece débil
y el universo, disperso, enmarañado en sus caminos.
Los Jefes de estado, reyes y presidentes,
pierden el gobierno, incapaces de guiar nada.
Ningún viento corre grácil entre cielo y tierra.
Ningún soplo en la caña produce música del vacío.
Todo está como tapiado: Los conductos seminales
y los óvulos. El polen y la raíz.
Lo roñoso y lo rastrero como plaga surgen
de la prodigalidad y de lo alto.
Con títulos rimbombantes (Magnánimo,
Dispensador, Supremo Líder)
los gobernantes no contemplan en lo pequeño su origen.
Quieren ser y brillar como el diamante
¿Quién aspira a piedra ordinaria?
El sabio, frente al avaro, camina al revés.
Sin erudición, sin deseos,
salta de la sencillez de sí a todo
y en la unidad armoniza con el común.
Su pequeñez es su grandeza. Si pierde, gana.
y lo que existe,
la alegría del instante presente.
Lleno de teoría, de querer, de actividad,
el hombre se ha desconectado del fondo de las cosas
y la vida parece débil
y el universo, disperso, enmarañado en sus caminos.
Los Jefes de estado, reyes y presidentes,
pierden el gobierno, incapaces de guiar nada.
Ningún viento corre grácil entre cielo y tierra.
Ningún soplo en la caña produce música del vacío.
Todo está como tapiado: Los conductos seminales
y los óvulos. El polen y la raíz.
Lo roñoso y lo rastrero como plaga surgen
de la prodigalidad y de lo alto.
Con títulos rimbombantes (Magnánimo,
Dispensador, Supremo Líder)
los gobernantes no contemplan en lo pequeño su origen.
Quieren ser y brillar como el diamante
¿Quién aspira a piedra ordinaria?
El sabio, frente al avaro, camina al revés.
Sin erudición, sin deseos,
salta de la sencillez de sí a todo
y en la unidad armoniza con el común.
Su pequeñez es su grandeza. Si pierde, gana.
SHINKICHI TAKAHASHI
Luna y liebre
Las
cosas existen en sí mismas.
Por encima de la luna
puedo ver la liebre
en un jarrón
que huele el arroz para la focaccia.
Yo pido una.
"¿Qué forma?", Dice la liebre.
"Uno como un cohete".
"Aquí, ¡tómalo!".
Arriba, afuera,
todo pasa
una vez,
por fin libre , sin
saber
a dónde voy.
Por encima de la luna
puedo ver la liebre
en un jarrón
que huele el arroz para la focaccia.
Yo pido una.
"¿Qué forma?", Dice la liebre.
"Uno como un cohete".
"Aquí, ¡tómalo!".
Arriba, afuera,
todo pasa
una vez,
por fin libre , sin
saber
a dónde voy.
GEORG TRAKL
De camino
Por
la tarde, trajeron al extraño hasta la morgue;
Olor
a alquitrán; el quieto rumor de rojos sicomoros;
El
vuelo oscuro de los grajillos; en la plaza, un relevo de
guardia.
El
sol se ha puesto bajo negros lienzos; siempre regresa
esta
vieja tarde.
En
el cuarto de al lado, mi hermana toca una sonata
de
Schubert.
Muy
quieta, su sonrisa se hunde en las ruinas de la
fuente,
Rumorosa,
azul, en el crepúsculo. Oh, qué vieja es
nuestra
raza.
Alguien
susurra abajo en el jardín; alguien abandona
este
cielo negro.
Un
olor a manzanas desde la cómoda. La abuela enciende
las
velas doradas.
Oh,
qué benigno es el otoño. Quietos, suenan nuestros
pasos
en el viejo parque
Bajo
los altos árboles. Oh, qué serio es el rostro de
jacinto
del crepúsculo.
El
manantial azul a tus pies; pleno de secretos, el rojo
silencio
de tu boca,
Oscurecido
por el reposo del follaje, el oro oscuro de
girasoles
desfallecidos.
Tus
párpados llevan el peso de la amapola y sueñan,
quietos,
sobre mi frente.
Suaves
campanas hacen temblar el pecho. En el crepúsculo,
Una
nube azul es tu rostro hundido en mí.
Se
escucha una canción a la guitarra en una extraña
taberna,
Las
silvestres enramadas del saúco ahí, un día de
noviembre
hace ya tanto,
Pasos
conocidos en la lóbrega escalera, la imagen
ocre
de las vigas,
Una
ventana abierta, vieja habitación de dulces
esperanzas.
Tan
indecible es todo esto, oh Dios, que conmovido
cae
uno de rodillas.
Oh,
qué oscura es esta noche. Una flama púrpura
Se
extingue en mi boca. En el silencio,
Muere
el alma temerosa de una solitaria música de
cuerdas.
Basta.
Ebria de vino, se sumerge la cabeza en la
alcantarilla.
ANGELO POLIZIANO
Balada VIII
Quien quiera ver la célica morada,
de mi Hipálita, busque la mirada.
De los ojas de Hipólita desciende
el Ángel del Amor en llama viva;
el pecho frío como un ascua enciende
y el ánima tan dulcemente aviva
que cuando de la tierra se desprende
dice: "Al Edén he sido transportada".
Quien quiera ver la célica morada,
de mi Hipólita busque la mirada.
Versión de Carlos López Narváez
Quien quiera ver la célica morada,
de mi Hipálita, busque la mirada.
De los ojas de Hipólita desciende
el Ángel del Amor en llama viva;
el pecho frío como un ascua enciende
y el ánima tan dulcemente aviva
que cuando de la tierra se desprende
dice: "Al Edén he sido transportada".
Quien quiera ver la célica morada,
de mi Hipólita busque la mirada.
Versión de Carlos López Narváez
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